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Red Internacional
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Francia. Apertura de los Juegos Olímpicos: una ceremonia bajo la hipocresía del Gobierno de Macron

Este viernes Francia inauguró oficialmente los Juegos Olímpicos. Si bien el primer día estuvo marcado por el sabotaje de la red de trenes de alta velocidad -TGV- y una ceremonia exitosa a pesar de la lluvia, celebrando hipócritamente la diversidad de Francia y causas que el mismo gobierno ataca diariamente, la profunda crisis política hace frágil el deseo de una "tregua política".

Sábado 27 de julio 00:19

Los Juegos Olímpicos, uno de los eventos deportivos y mediáticos más importante a escala mundial, siempre estuvieron cruzados por cuestiones políticas, económicas y geopolíticas. Con el regreso de la guerra a Europa (Ucrania - Rusia) y la crisis económica latente, París 2024 no es una excepción. Sobre todo desde la disolución de la Asamblea Legislativa, la crisis política se cierne sobre los Juegos Olímpicos de 2024. En este contexto, la ceremonia de inauguración se celebró este viernes en París, tras una mañana marcada por el sabotaje de una parte de la red de trenes.

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Ampliamente aclamado, el espectáculo dirigido por el director Thomas Jolly optó paradójicamente por resaltar símbolos totalmente opuestos a lo que es el Estado francés: la cultura popular, la diversidad racial y de género, la tradición revolucionaria francesa, etc. Una hipocresía muy típica de Macron, que divirtió tuiteando al mismo tiempo sobre la actuación de Aya Nakamura (cantante francesa de origen Mali) junto a la Guardia Republicana.

Aunque la dirección de este gran espectáculo, que casi daba la impresión de que Francia esta a la vanguardia del progreso, despertó la ira de la extrema derecha, los únicos símbolos verdaderamente progresistas fueron anticoloniales: el gesto de la delegación argelina rindiendo homenaje a las víctimas del 17 de octubre de 1961 (cuando una brutal y sangrienta represión a argelinos -durante la guerra de Argelia- por parte de la Policía de Paris terminó con cientos de manifestantes asesinados, muchos de ellos arrojados al Sena), los silbidos al paso de la delegación israelí y la notable presencia de una delegación palestina.

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El éxito general de la ceremonia le evitó a Macron un desaire, en una situación que, sin embargo, sigue siendo tensa. Después de haber logrado permanecer en el poder utilizando los mecanismos más antidemocráticos del régimen, el jefe de Estado volvió a descartar el martes la perspectiva de un gobierno del Nuevo Frente Popular, antes de declarar una "tregua política" hasta mediados de agosto. Una manera de presionar a sus aliados potenciales, desde Wauquiez (del partido de derecha Los Republicanos -LR-) hasta sectores del Partido Socialista, para que lleguen a un acuerdo en torno a un gobierno de coalición, como señala Aurore Bergé (diputada recientemente electa, de orientación derechista), que advierte "que trabajará, como otros, entre bastidores, para crear un nuevo paquete de gobierno estable, para que el jefe de Estado pueda nombrar un gobierno de tendencia derechista a partir de mediados de agosto".

Lejos de cualquier "tregua", el Jefe de Estado apuesta por el "efecto Juegos Olímpicos" para remediar el profundo descrédito que le afecta e intentar solidificar su bando minado por las divisiones. Para ello, Macron muestra su deseo de volver a lanzarse como candidato a presidente indicando, según informa el diario Le Monde, que sigue los pasos de “Charles de Gaulle, o François Mitterrand, presidentes respectivamente durante los Juegos Olímpicos de Invierno de Grenoble en 1968 y Albertville en 1992. "A nivel internacional, el Jefe de Estado recibió en el Elíseo a una cuarentena de jefes franceses y, sobre todo, extranjeros, para tratar de tranquilizar a la población sobre la inestabilidad política.

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Símbolos que están lejos de resolver las contradicciones del gobierno. Si bien pudo contar con la política conciliadora de la Central General de Trabajadores para los Juegos Olímpicos, simbolizada por el vídeo de Bernard Thibault portando la llama olímpica, la crisis política está lejos de resolverse, a pesar de la convergencia entre LR y el partido de Macron en torno a un proyecto racista, securitario y austero. Una alianza que no bastará para encontrar una mayoría y que podría, a falta de una salida en el Parlamento, preparar el terreno para una crisis del régimen en otoño, ante la cual los trabajadores y las clases populares tendrán que organizarse para imponer una salida favorable a sus intereses.

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