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Red Internacional
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Catalunya. Apoyar los PGE bien podría valer un gobierno autonomista para ERC

El apoyo a los PGE por parte de ERC mejora las relaciones de los republicanos con el PSOE, que espera un Govern que silencie la demanda del pueblo catalán. Y en esto ERC es el alumno más aventajado del processisme.

Miércoles 2 de diciembre de 2020

Los apoyos brindados la pasada semana de ERC y EH Bildu trazan al "Gobierno más progresista de la historia" un camino con menos obstáculos para tirar adelante la legislatura una vez reciba los apoyos necesarios para los próximos Presupuestos Generales del Estado. Unos apoyos que han encendido a la derecha que no ha tardado en poner el grito en el cielo.

Los republicanos catalanes han vendido el pacto ante los medios como progresivo para Catalunya, producto especialmente de la cantidad acordada de inversión y la promesa de luchar contra el “dumping fiscal” que realiza, según ERC, la Comunidad Madrid.

Pero es probable que no hayan sido los únicos acuerdos cerrados en esas reuniones. ERC, la formación que todas las encuestas sitúan como primera fuerza para ocupar al Palau de la Generalitat, sigue estrechando lazos con el Ejecutivo central, mientras desde Moncloa esperan que a partir del 14F, fecha de los comicios catalanes, la Generalitat esté dirigida por una formación que silencie, aún más y sobre todo a medio y largo plazo, la demanda democrática del pueblo catalán a decidir su futuro. Unos movimientos de ERC, y del processime, que tienen como objetivo la restauración autonomista a pocos meses de las elecciones catalanas.

A pesar de este acercamiento entre ERC y PSOE de importante trascendencia para la legislatura, una ecuación que contemple un nuevo tripartido en Catalunya entre ERC, PSC y els Comuns, no parece ser, aún, la opción preferida. A estas alturas, parece el camino más fácil, especialmente a tenor de las últimas noticias aparecidas que hablan de una posible candidatura entre Comunes y la CUP. En una entrevista en El Periódico a Pere Aragonès, el actual presidente en funciones, declaraba que el PSC "con el que se entendieron (durante las dos legislaturas en las que hubo de Tripartit) ya no existe".

Aragonés parece anhelar aquel periodo cuando las aspiraciones democráticas del pueblo catalán no ocupaban el primer orden y el derecho a decidir no entraba en ninguna de sus agendas. Un fuerte periodo donde, al igual que hoy, se criminalizaba a la juventud. Todavía es fácil recordar también las palizas de los Mossos de Saura contra los estudiantes que protestaron contra el plan Bolonia. Por aquel entonces la marca Barcelona despegaba y empezaba a marginar a los sectores populares, los mismos que hoy siguen golpeados por la precariedad y el encarecimiento de la vida en la capital catalana. Todo esto en un marco donde los desahucios en muchos barrios de la ciudad empezaban a ser noticia. Una triste realidad que hoy, y bajo el Ayuntamiento de Colau, sigue siendo el pan de cada día.

En la citada entrevista Aragonés dejó claro que con el PSOE están más próximos que del PSC y asegura que "el hecho que sea un partido de otro país significa que puede ser más fácil llegar a un punto de acuerdo". ¿Qué acuerdo?, ¿el referéndum?, ¿la independencia?, ¿el final de la represión o criminalización?, ¿la absolución de todos los presos políticos?

Esta es una de las sentencias del reportaje, sin duda, más perturbadoras, especialmente en lo relativo al derecho democrático del pueblo catalán a decidir, algo que jamás va tolerar el Régimen del 78 y un aspecto sobre el cual no existen fisuras en el gobierno, ni en el Ejecutivo, ni muchos menos en la oposición.

Las distancias se imponen desde ambos lados y no se muestran todas las cartas. En este sentido el eurodiputado socialista Javi López se expresó en la misma línea al decir que "las elecciones irán de tener como presidente de la Generalitat a Pere Aragonès o a Miquel Iceta". Rechazando la opción de un pacto de Govern entre ERC y el partido dirigido por Iceta.

La receta según la cual ERC acabe llegando a la Generalitat es aún una incógnita que solo la aritmética parlamentaria que surja del 14F podrá responder pero lo que queda claro es que su apoyo al Ejecutivo de Sánchez e Iglesias es un paso más en el camino de vuelta al autonomismo y a ser un Govern servicial a Moncloa, especialmente en lo relativo al derecho a decidir. Así que quién sabe si el apoyo a estos PGE vale una presidencia de la Generalitat.

Un “bis” de un Govern de concentración

Por otro lado JxCat está completamente descartado para llegar a ningún tipo de acuerdo que incluya al PSC. Pero a pesar de que el partido de Puigdemont en su discurso mantiene la denuncia a la represión judicial y policial del Régimen del 78 hacia el pueblo catalán, las aspiraciones se centran en una vuelta al autonomismo.

A pesar de sus disputas actuales, enmarcadas en esa batalla electoral, mantienen el mismo horizonte conciliado con el Régimen del 78, es por ello que tampoco se puede descartar todavía es que sean los mismos dos partidos processistes los que vuelvan a conformar el Govern del bloque independentista, con la ayuda de la CUP, o incluso con la participación de estos últimos.

El aspecto más grave de esta última hipótesis hace precisamente a la participación o al apoyo de la CUP. Si bien los diputados cupaires denuncian el voto favorable de ERC a los PGE y su aproximación a la restauración autonomista, desde la CUP siguen haciendo llamamientos a la "unidad estratégica" y de retorno a la mano extendida hacia ERC y JxCat. Todo mientras da más espacio a su discurso social pero sigue moderando su programa para mantenerlos en unos márgenes aceptables para los republicanos y ex convergents.

Durante esta segunda ola de la crisis del covid-19 todos los gobiernos, ya sean el central o los autonómicos, han demostrado tener las mismas recetas: restricciones con el Estado de Alarma y el toque de queda junto a la aplicación de ERTEs que muchos de ellos, todavía ni siquiera se han cobrado y que en unos pocos meses se pueden convertir en verdaderos despidos permanentes para sectores tan precarios como es el de la hostelería.

Ya se ha pasado la hora mediática de las medidas estrellas del Gobierno progresista: IMV, "prohibición" de los desahucios,... y quieren que todo recaiga, como de costumbre, sobre los hombros de la clase trabajadora y los sectores populares.

Frente a esto, la CUP y la izquierda independentista está en una encrucijada: o dejan de plantear una “unidad estratégica” con el processisme, los mismos que vienen desmantelando la sanidad pública desde hace décadas y que en la cuestión democrática solo tienen como objetivo la negociación con Moncloa, o rompen con los representantes de la burguesía catalana para luchar por el derecho de autodeterminación con un programa anticapitalista que dé respuesta a las urgentes necesidades derivadas de la crisis sanitaria, social y económica.

Ante esta situación, es urgente poner de pie una verdadera izquierda revolucionaria para construir una alternativa política anticapitalista y de independencia de clase para las elecciones del 14F.

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