Lunes 11 de diciembre de 2023 09:05
Intro
1. Frente al desconcierto y la zozobra, el desencanto y el enojo, la ilusión o la fantasía, anoto unas ideas que vengo rumiando hace meses (o años), conversando con amigos, camaradas y compañeros, fruto de lecturas y de prácticas, en el espíritu del entendimiento y el hacer común.
2. Milei se define como “anarco libertario”, en el sentido de que imagina que se puede organizar un capitalismo con un Estado mínimo, y por mínimo me refiero cercano a cero. Lo único que se salva, claro está, son las fuerzas de seguridad para resguardar la propiedad privada.
2.1. Radicalizando las posiciones del liberalismo hasta sus límites, esta corriente ha pasado de ejercicios intelectuales de filósofos políticos ha inspirar corrientes de opinión cada vez más amplias, superando incluso los límites de las subculturas de las redes sociales e internet.
2.2. Por ejemplo, la idea de la venta de órganos es una absolutización del principio de autopropiedad, por medio del cual se reivindica que el fruto completo y total del trabajo autónomo de un sujeto le pertenece como una extensión de la propiedad absoluta del propio cuerpo.
2.3. Un supuesto de esta concepción del sujeto es que la naturaleza es un bien disponible para ser explotado de manera ilimitada y absoluta por un hombre todopoderoso, emancipado de la tutela divina, dotado de una razón expresada en la forma de la ciencia moderna.
2.4. Este principio, en la práctica del capitalismo histórico, se ejecutó bajo el más despiadado despojo de la naturaleza: en suelo europeo, como expansión de la frontera forestal hasta el agotamiento de los bosques y suelos, y fuera de Europa, como el colonialismo más despiadado.
2.5. Por ello los libertarianos son furibundamente pro extractivismo, lo son porque niegan cualquier propiedad común de los bienes naturales. Consecuentemente consideran que el agua y hasta el aire, por ejemplo, pueden ser privatizados: solo basta que alguien quiera embotellarlos.
2.6. ¿Por qué estas ideas tan radicales han prendido tanto? ¿Cómo es posible que tamaño individualismo desenfrenado se haya apoderado de las masas de un día para otro? Arrasando explícitamente con valores supuestamente comunes como la justicia social o los derechos humanos.
2.7. Ensayo dos hipótesis. Primero, visto “desde arriba” y globalmente, porque son las ideas hegemónicas de un sector importante de la élite capitalista mundial. Dos, “desde abajo”, y ya en una mirada nacional, porque organizan y expresan la experiencia de amplios sectores populares.
el libertario
3. Seguir la trayectoria del billonario Peter Thiel ha sido mi puerta de entrada para entender la hegemonía de las ideas libertarianas entre la élite mundial: miembro de la lista Forbes, posee una fortuna estimada de 6.7 miles de millones de dólares (6.700.000.000.000).
3.1. Thiel, nacido en Frankfurt, es un mito de la economía digital: cofundador con Elon Musk de la billetera virtual PayPal, clave en el boom del ecommerce, fue también el primer inversor corporativo de Facebook, en cuyo directorio ocupó personalmente una silla hasta el año 2022.
3.2. Su niña mimada es Palantir Technologies, una empresa dedicada mayormente a brindar servicios al Pentágono y a las agencias de inteligencia de EE.UU., llamada así en homenaje a la esfera de piedra con propiedades videntes de la obra de J. R. Tolkien, El Señor de los Anillos.
3.3. Figuró entre los donantes primigenios de OpenIA, la empresa que inventó el chat GTP-4. Fue también uno de los pocos billonarios de Silicon Valley que apoyó públicamente a Trump y el año pasado impulsó fuertemente candidatos libertarianos en la interna del Partido Republicana.
3.4. Lo peculiar en él es que es un intelectual: desde su época estudiantil en Stanford, en donde llegó a dar cursos regulares de filosofía, ha defendido el libertarianismo con algunos trabajos en los cuales ha llegado a sostener que democracia y libertad empiezan a ser incompatibles.
3.5. Pero lo novedoso es que la posición libertaria ya no solo es un discusión teórica sino que empalma con un cambio de características civilizatorias: por primera vez en la historia del capitalismo las corporaciones tienen el capital y el know how para reemplazar al Estado.
3.6. Nunca antes las corporaciones tuvieron la capacidad de gestionar de manera autónoma esferas completas y estratégicas de la vida social: ramas enteras de la ciencia y la tecnología, en todos sus niveles y a escala global, como la industria biomédica, la IA, la robótica industrial…
3.7. … industria aeroespacial, defensa y seguridad, agro alimentación, comercio minorista y logística global, etc. etc., son controladas, organizadas y financiadas por corporaciones globales. El ejemplo más elocuente de este cambio es la actual competencia entre SpaceX y Blue Origin.
3.8. Ahora el Estado puede alquilar servicios aeroespaciales, satelitales, de defensa interior y exterior, etc., a empresas privadas basadas en capital de riesgo. La idea marxista de que el Estado moderno es la junta de negocios común de la clase capitalista ha quedado desactualizada.
3.9. Por tamaño, complejidad y capacidad de financiamiento, las corporaciones empiezan a estar en condiciones de gestionar de manera directa áreas cada vez mayores de la vida social: la tendencia a la privatización de la ciencia, en especial la biomédica es un ejemplo cabal de ello.
3.10. De hecho las guerras modernas ya no pueden llevarse adelante sin la participación de empresas como Palantir o StarLink, o las PMC (Private Military Companies) que ocupan roles cada vez más relevantes en los conflictos bélicos: por ejemplo, Blackwater en Irak o Wagner en Ucrania.
3.11. Se podría sostener que el complejo militar-industrial se autonomizó: incluso la industria nuclear civil está siguiendo ese camino, con la participación mayoritaria de capitales privados en la carrera por la fusión fría, cada vez más relevante en el contexto del cambio climático.
3.12. Esa es la realidad, 50 años de revolución neoliberal no sólo ofrecen un panorama desolador para el medio ambiente sino una desigualdad social nunca antes vista: una nueva élite de billonarios controla los recursos vitales para toda la humanidad a una escala nunca antes vista.
3.13. Tal es el trasfondo sobre el cual pensar el ascenso global del fenómeno libertario: por primera vez la idea de un Estado mínimo, la utopía de los liberales anarco capitalistas desde hace décadas, tiene condiciones de posibilidad económicas y sociales para poder materializarse.
3.14. Como contrapostura emancipatoria hay que decir que como nunca antes el capitalismo ha socializado los medios materiales de existencia: el mecanismo impersonal del capital ha alcanzado proporciones nunca vistas, acelerando las condiciones técnico-económicas para una alternativa socialista.
3.15. A la manera hegeliana: la historia nunca se propone tareas cuyas condiciones de realización ya no se han establecido. O bien: un sector de la élite mundial considera que ya están las condiciones maduras para pasar a otro tipo de capitalismo, con otras relaciones estado-mercado.
3.16. De este modo, Milei es tanto un síntoma como un factor de esta mutación tanto global como local que que ha venido operando desde hace décadas y que se ha acelerado con fuerza desde la crisis del 2008 y que tal vez haya alcanzado su primer hervor con la pandemia de Covid-19.
el precariado cuentapropista
4. Así podemos pasar una mirada “desde abajo” y situarnos en el plano de las experiencias sociales, no de las elites, sino a ras del piso. Obviamente, un terreno abierto a la construcción de evidencia empírica, aunque lo que siga entre más bien en el terreno de las hipótesis.
4.1. Propongo pensar el triunfo de Milei en tres planos que cambiaron de valencia en los últimos años, formas subjetivas cuyo contenido variaron significativamente: la asociación del bienestar al consumo, la relación con lo público y el estado y la relación entre pasado y futuro.
4.1.1. Lo primero refiere a la persistencia y profundización de la subjetividad neoliberal: durante todo el ciclo posterior al 2001 no se modificó sustantivamente un modo de ser que asocia bienestar a consumo, una micro economía libidinal que une felicidad y deseo al acto de consumir.
4.1.2. Está pendiente una reconstrucción de este sentimiento, pero no es difícil pensar que se puede construir abundante evidencia que permita sostener que en el núcleo subjetivo del modelo nacional y popular hay una participación acrítica en la asociación del consumismo a la felicidad.
4.1.3. Esta asociación es transversal y policlasista y no refiere a los consumos básicos (si fuera por eso hace años se hubiera producido un estallido social), sino más bien al acto de consumir en cuanto tal: lo qué se consuma depende del estrato social, pero el malestar se incrementa con la interrupción del ciclo de consumo mismo.
4.1.4. Incluso en el límite difuso de lo básico, siempre variable y anclado a patrones culturales segmentados socialmente, el consumo está íntimamente atado a la identidad personal y su exteriorización y validación en la vida común. En el valor de uso hay también un valor libidinal.
4.1.5. Lo que fue uno de sus puntos fuertes, una hegemonía basada en parte en esta asociación entre consumo y bienestar personal, en la medida que la crisis económica iniciada en 2011 nunca pudo resolverse, esta asociación se transformó en uno de los talones de Aquiles del “modelo”.
4.1.6. Pero esta unidad libidinal de felicidad y consumo no funciona como soldadura de la hegemonía, sino más bien como un combustible inestable de los procesos de subjetividad política: puede alimentar tanto el progresismo, como su contrario, formas reaccionarias o autoritarias.
4.1.7. A esta dinámica también la estructura y potencia la estructura heredada del neoliberalismo y profundizada en el nuevo siglo: la precarización estructural de la fuerza laboral, donde ya no se trata de un estadio de la vida laboral de las personas, sino de una forma de vida.
4.1.8. Dicho de otro modo: un 40% de los trabajadores son en la práctica cuentapropistas cuya forma de vida los sitúa dentro de los marcos de un sentido común que intersecciona la mentalidad de un comerciante minorista y las aspiraciones liberales de las profesiones independientes.
4.1.9. La intermitencia del ciclo económico desde 2011 y la inflación desbocada de los últimos dos gobiernos enajenaron a la mayoría de estos sectores cuentapropistas de cualquier discurso que justificara el orden de cosas y es entendible: la inflación le agregó una inestabilidad extra, finalmente intolerable.
4.1.10. Así se puede entender como la retórica anti impuestos y pro flexibilidad laboral caló en el precariado cuentapropista: para ellos, cualquier disminución de la presión tributaria implica un incremento de ingresos, al punto que la situación de informalidad se vio como ventajosa.
4.1.11. Un rico privilegiado y un oficial albañil que coordina ayudantes y aprendices sin relaciones contractuales fijas entre ellos, de repente coinciden en un sentimiento común que favorece al primero de forma decisiva pero que el segundo no percibe como opresiva, sino libre y autónoma.
4.1.12. Solo en este contexto de persistencia sostenida de la precariedad, consolidada como cuentapropismo, se puede entender como cobra legitimidad la retórica que transforma los derechos conquistados (sociales, políticos, etc.) en un privilegio. Quien no entienda esto, no entiende nada.
4.1.13. Millones de trabajadores poco, algo o muy calificados ya viven en el mundo de Milei: no tienen ni convenio colectivo de trabajo, ni obra social, jubilación o sindicato, ni límites fijos de la jornada laboral, ni vacaciones pagas; sus ingresos son tan precarios como su vida misma.
4.1.14. Nunca dejaron de vivir en el neoliberalismo y hoy son el 40% o más de lxs trabajadorxs. Cuando hay crecimiento económico y consumo, esta precariedad puede ser vista como libertad, incluso como posibilidad de acumular un pequeño capital. Pero son años de estancamiento e inflación.
el fracaso de lo público estatal
4.2. Estamos en el terreno del segundo punto de estas formas de subjetividad, la de la relación entre lo público y lo privado, entre lo individual y lo común, entre el Estado y las empresas privadas. Ya que es en aquella precariedad que hay que mirar estas relaciones con lo estatal.
4.2.1. ¿Qué significan los derechos y conquistas para alguien que nunca las tuvo o cuyo recuerdo pertenece a otras generaciones? La diatriba contra los privilegios tiene una brecha por donde entrar. Y en la medida que el Estado no resuelve aquello que lo justifica, esa brecha se amplía.
4.2.2. El 50% del mundo laboral es el mundo de Milei: quienes habitan ese mundo ven y escuchan que es imposible entrar al mundo de los derechos laborales y sociales, derechos de los cuales sólo un grupo cada vez más reducido goza. Tal vez el límite entre derechos y privilegios es más difuso y necesita discutirse más.
4.2.3. Si la justicia social nos invita a pensar en la pregunta “¿en qué nos beneficia el crecimiento económico privado?”, la crítica libertaria a ese sentido común progresista invitó a quienes no gozan de tales derechos a preguntarse “¿en qué nos beneficia el crecimiento del gasto público?”. Touché.
4.2.4. Solo un dogmático puede oponerse a la razonabilidad de tal pregunta. Máxime cuando el Estado y lo público hace agua, por decir poco, en muchas áreas, de las cuales, al menos dos, aparecen como centrales en el discurso político y en la experiencia: la educación y la seguridad.
4.2.4.1. Si bien la tendencia al aumento de la matrícula de la educación privada se ha estancado después de la pandemia, es innegable la crisis del sistema educativo tanto público como privado, en todos sus niveles, impulsada no solo por las mutaciones estructurales del capitalismo …
4.2.4.2. … sino también por las políticas públicas que precarizan el sistema educativo, crónicamente en crisis. Los estados nacionales y provinciales impulsan la crisis y la resistencia de los trabajadores docentes, allí donde existe, tiene el resultado paradójico de incrementar la crisis.
4.2.4.3. No se puede ser hipócrita en este punto: todos conocemos el caso del ciudadano progresista que defiende y apoya con su voto los proyectos políticos que defienden la educación pública, pero que manda a sus hijos a una escuela privada, siendo muchas veces él mismo empleado público.
4.2.4.4. En esa contradicción incuba el discurso contra los privilegios y contra la casta: bloqueado por el mismo progresismo la narrativa universal a favor de la igualdad, y por lo tanto dirigido hacia arriba, contra el capitalismo, la igualdad se vuelve contra lo Estatal que desiguala.
4.2.4.5. Lo mismo sucede con la seguridad pública: es un hecho científico social que la desigualdad alimenta e impulsa la violencia urbana y la delincuencia común. La cual no se dirige hacia las élites, resguardada en su existencia privilegiada, sino contra los sectores medios y bajos.
4.2.4.6. Es obvio que el círculo vicioso de desigualdad social y aumento de la violencia urbana no puede romperse con políticas securitarias y que estas solo incrementan los problemas en el largo plazo. Sin embargo, la ‘solución estructural’ al problema de la criminalidad es postergada indefinidamente.
4.2.4.7. La crisis del progresismo es la crisis de su impotencia para responder a la demanda de una trabajadora precaria que se levanta a las cinco de la mañana para ir a trabajar y que es asaltada en el camino al transporte público, y cuyos hijos fracasan en su escolarización.
4.2.4.8. Ella/él no es un científico social que puede racionalizar sus emociones en la relativa comodidad de la clase media más o menos precarizada. Su método, sin embargo, es el de la prueba y el error, y de tantos errores reiterados una y otra vez, está dispuesta a probar otra cosa.
el progresista pesimista
4.3. La tercer hipótesis sobre el cambió en la subjetividad que indica el triunfo de Milei refiere a las formas de experimentar la historia, entendida como relación entre el pasado y el futuro: Milei logró escapar al pesimismo sobre el futuro, dominante en el discurso progresista.
4.3.1. El pesimismo sobre el futuro está en el núcleo de esta forma contemporánea de mirar la historia, la época del presentismo: el futuro ya no es el horizonte de progreso que nos prometieron, o que no supimos conseguir, el futuro no es más que la extensión indefinida del presente.
4.3.2. Aceptación acrítica del fin cualquier horizonte de progreso, y alejándose cada vez más el pasado reciente marcado por el retorno a la democracia y el trauma de la dictadura genocida, el futuro ni siquiera es el presente extendido, sino la degradación distópica del mismo.
4.3.3. El progresismo es un oximorón en la medida que ya no propone progreso, sólo admite administrar la decadencia inevitable hacia un futuro distópico, apocalíptico, aunque eternamente capitalista. El fin de la historia se tradujo más bien como una rendición y una claudicación.
4.3.4. El progresismo, en su vertiente nacional y popular, es pesimista con respecto al futuro, sobre todo porque asume que un futuro deseable es la vuelta a un pasado (capitalista) imaginado como mejor: la historia queda atrapada entre un pasado rememorado y un futuro negado.
4.3.5. Opinión impopular: la memoria, despojada completamente de su costado revolucionario, por utópico e irrealizable, oficializada en el calendario de las fechas patrias, termina funcionando como un recordatorio paralizante del horror genocida, obligándonos a una defensa del presente.
4.3.6. Amenazado por derecha, no por izquierda, el presente está atrapado entre una herencia que no puede cuestionar, so pena de reavivar los demonios pasados, y un futuro donde la acción prospectiva de esos demonios se cristaliza en una distopía gobernada por el apocalipsis climático.
4.3.6.1. Milei y Villarruel rompen con el pasado del presentismo porque repudian la memoria oficial y abrazan el negacionismo del golpe genocida. Ni siquiera asumen la teoría de los dos demonios sino que dan un paso, negando el accionar criminal de la junta militar->https://www.pagina12.com.ar/593778-javier-milei-dio-rienda-suelta-al-discurso-negacionista], copiando su discurso.
4.3.6.2. Esto les permite superar el presente, estirando los límites del consenso democrático con la clara perspectiva de legitimar una respuesta represiva ante cualquier manifestación de protesta popular contra futuras medidas de ajuste estatal: ruptura por derecha con el presente.
4.3.6.3. También rompen con el futuro del presentismo, reinstalando la idea de progreso, tronco común tanto de la tradición liberal como de la socialista. En crisis desde mediados del siglo XX, la noción de progreso motorizaba una acción política que buscaba acelerar el camino el futuro.
4.3.6.4. En el presentismo, el futuro es la extensión indefinida del presente y sus males. No hay un horizonte deseable al cual dirigirse: el capitalismo ya no promete un futuro de bienestar material y desarrollo individual impulsado por la ciencia, el libre mercado y la democracia.
4.3.6.5. Incluso, el presentismo parece estar siendo fagocitado por una concepción de futuro aún más pesimista: las distopías parecen gobernar hoy nuestra imaginación histórica, sea en su versión de apocalipsis climático de origen humano, de singularidad tecnológica o la guerra nuclear.
4.3.6.6. Lo interesante es que Milei, al igual que Trump, logró perforar ese pesimismo sobre el futuro, restituyendo un horizonte de progreso asociado al libre mercado. Aunque ya no se trata de un desarrollo colectivo (la nación, la humanidad, occidente) sino exclusivamente individual.
4.3.6.7. Si el negacionismo del pasado le sirve para presentificar una democracia represiva, gendarme del libre mercado, el negacionismo del cambio climático le permite restituir una idea de libre mercado abierta al capitalismo global, sin culpa o resquemor por restricciones ambientales.
4.3.6.8. El progresismo quedó atrapado en una justificación del presente, moralizadora del pasado y resignada del futuro; el liberalismo, corriendo los límites la ética democrática, niega el carácter genocida de la Dictadura y restituye la fantasía capitalista del progreso individual.
outro: la potencia comunista
5. El calendario ajusta nuestro tiempo subjetivo a los movimientos naturales de los astros y ciclos naturales, como ordena y alinea la acción política con la mitología de la historia patria. El 10/12 inicia el mandato de Milei, superponiendose con el día internacional de los DD.HH.
5.1. En un sentido, todas las expectativas analizadas aquí van a quedar desactualizadas, se van a volver pasado. La acción política va a mostrar su carácter fundante, incluso del tiempo. Otras articulaciones aparecerán dentro de la gramática que nos impone el conflicto y la lucha.
5.1.1. Estas expectativas pasadas, aunque no sean las mías, no me son ajenas. Las reconozco en nuestro modo de vida en común. Hay, creo, un sinceramiento de la conciencia, un ajuste de lo espiritual a lo material, un ajuste del discurso público a las condiciones de la vida privada.
5.1.2. El discurso oficial, una justicia social resignada y paralizada, estaba, por decirlo de algún modo, totalmente desfasado de las condiciones precarias de vida, del individualismo imperante, del sálvese quien pueda, del consumismo alentado desde el propio discurso progresista.
5.1.3. Esas energías libidinales, tras años de estancamiento e inflación, se tornaron en zozobra y resentimiento, enojo horizontalmente dirigido, ya que la propia estructura temporal que domina la narrativa de la justicia social impide que se dirija hacia arriba o hacia el futuro.
5.2. Solo la lucha y el conflicto decidirá el resultado del futuro inmediato. La única conclusión es que no hay nada irreversible en el terreno de la política, que no hay situaciones sin salida. Sin embargo hay una lección que me parece invalorable del ascenso de los libertarios:
5.3. No hay que moderar el discurso. Al revés que los defensores de la justicia social, que hicieron de la moderación táctica una estrategia, opción que desembocó en una pragmática que empezó con el acuerdo con el FMI, pasó por la candidatura de Massa y terminó en triunfo de Milei.
5.4. Al igual que Milei, que logró que su mantra anarco capitalista, sin concesión doctrinaria alguna, la gramática de la práctica y el discurso de la izquierda tiene que mostrar toda su potencia ética: el proyecto comunista debe poder convencer a las mayorías sociales de su justeza.
5.5. Debemos mostrar que el comunismo es éticamente superior no solo al libertarianismo individualista, que busca saquear la naturaleza desde una óptica groseramente individualista, sino también del liberalismo de la justicia social, sea moderado (¿impotente?) o radical (¿filantrópica?).
5.6. Debemos recuperar la radicalidad: la sociedad comunista es una sociedad justa porque requiere de cada uno de sus miembros su contribución proporcional al bien común ("de cada quien según su capacidad" y redistribuye el fruto común sin egoísmo ("a cada quien según su necesidad").
5.7. No se trata de una descripción de un ordenamiento social, sino de las bases éticas de un proyecto político basado en la máxima autonomía individual: una sociedad justa donde el libre desenvolvimiento de cada uno sea la condición para el libre desenvolvimiento de los demás.
5.8. Ni futuro negado como presente indefinido, ni pasado anclado en las derrotas; tampoco un futuro distópico gobernado por la fantasías del individualismo y el egoísmo, que madura como pesadilla paranoica represiva en el presente, dirigida contra el par e impotente contra el poderoso.
5.9. Restituir la utopía de lo común, de la solidaridad, de la sororidad y la fraternidad, de la reciprocidad. Renunciar a la fantasía liberal del individuo aislado, recuperar lo común, propia de nuestra relación con la naturaleza, con el agua y con el aire que respiramos.
5.10. Recuperar lo común del lenguaje, del diálogo que busca ponerse de acuerdo, lo común de la cultura, lo común de la política democrática, pero también lo común del trabajo, de la cooperación y de la multiplicación de la potencia de la amistad, la solidaridad y la reciprocidad.