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Apuntes para el contraataque ¿Cómo construir la huelga general?

José Domenech

Apuntes para el contraataque ¿Cómo construir la huelga general?

José Domenech

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"Ha sido una jugada maestra. El obrero nos ha agarrado desprevenidos y nos ha pegado en el punto más débil: el estómago." Jack London

La resistencia se abre paso. Después de las movilizaciones del 20 y el 27 de diciembre, el paro nacional del 24 de enero hizo una primera parada de las trabajadoras y los trabajadores ante el experimento Milei. Aunque los sindicatos no le pusieron muchas ganas, se vió que la fuerza está. Más de cincuenta asambleas que se vienen multiplicando en los barrios del Área Metropolitana de Buenos Aires convocaron ese día a seis mil personas y empezaron a coordinar. En los debates se habla de la “huelga general”. ¿Qué lugar ocupa en la estrategia socialista? ¿Cómo se relaciona con las asambleas, la coordinación y la unidad de acción? ¿Qué desafíos propone?

Audacia de nuevos horizontes

Podríamos hacer una lista de muchos tipos de huelga, pero acá vamos a concentrarnos en diferenciar un “paro nacional” de una “huelga general”. Un paro nacional suele tener el objetivo puntual de presionar, no de lograr un cambio de fondo. Los grandes sindicatos, que prefieren ser amigos de quién gobierna, ocasionalmente se ven forzados a convocar a la unidad de acción de sus afiliados cuando las papas queman. En cambio los marxistas promovemos un movimiento más amplio, que incorpora no solo a los sindicalizados sino a todas las capas de trabajadores (como los informales) y otros sectores sociales con sus reclamos, buscando superar la fragmentación y división actual. Un tipo de huelga que además del paro incluye bloqueos, piquetes, cortes de avenidas y autopistas, lucha callejera y enfrentamiento con las fuerzas del “orden”. Estamos hablando de una huelga general política que apunta contra todos los planes de gobierno y los capitalistas. Le damos una significación estratégica distinta porque la ubicamos en una dinámica de más largo alcance, con potencialidad revolucionaria, que puede lograr una salida favorable a las mayorías, rechazando la crisis y la miseria a la que nos arrastran. Lo que implicaría pasar de la defensiva frente los ataques, a la ofensiva para recuperar lo perdido y poner en agenda un programa de los trabajadores.

La confrontación de conceptos sobre la huelga ya fue tema de debate en la historia del movimiento obrero y socialista. Posiblemente el más conocido sea la polémica entre Rosa Luxemburgo y Karl Kautsky sobre la huelga de masas en Alemania. Inspirada en las experiencias de Rusia y Bélgica, Luxemburgo defendió la huelga de masas como una forma de lucha revolucionaria que le daría a los trabajadores nuevos horizontes, mientras que para Kautsky sólo había que lograr triunfos electorales y reformas puntuales. Rosa le criticaba los límites de una protesta regimentada y veía la necesidad de un despliegue radical de fuerzas. En su momento León Trotsky va a observar que la huelga general, paralizando la economía y desorganizando el gobierno, ponía en cuestión quién tenía el poder político. Pero apunta que el movimiento, inicialmente defensivo, no tenía la capacidad por sí sólo de cambiar el viejo poder por un nuevo poder de los trabajadores. Ese sería el momento de la insurrección, un levantamiento que podía triunfar si lograba articular las fuerzas organizadas con un partido revolucionario al frente. [1]

“Historia subterránea”

Hay imágenes que resuenan en nuestra memoria, según esa idea de Enzo Traverso. [2] En la historia argentina, tal vez el caso más emblemático sea el Cordobazo en mayo de 1969. Este levantamiento obrero y popular hirió de muerte al gobierno de Onganía y abrió un periodo de insurgencia obrera que duró hasta el golpe de 1976. Otro caso fue la llamada “Semana Trágica” (para los capitalistas) de 1919, que resultó en la ocupación de una parte de la Ciudad de Buenos Aires. Las jornadas de junio y julio de 1975 también son gran un ejemplo, ya que además de reclamar salarios, se convirtió en una movilización contra el gobierno peronista y su plan económico. Desde el conurbano desembocó en la Capital, el epicentro del poder político. Dejó un hito en la historia con las Coordinadoras Interfabriles del Gran Buenos Aires que en ese momento establecieron las bases para la coordinación, haciendo reuniones y acciones entre delegados, comisiones internas y seccionales combativas. Aunque los sindicatos burocráticos convocaran, eran desbordados por las bases.

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Cartografía para la lucha de clases urbana

En toda huelga general es crucial afectar ramas importantes de la producción y de la reproducción social. En un país exportador de materias primas los puertos son vitales y ciertas manufacturas como el acero y los autos, también se destacan. Ni hablar de los insumos esenciales para que todo funcione como el combustible y la electricidad. Desde el punto de vista del transporte de pasajeros se pueden identificar centros de trasbordo donde coinciden los circuitos de trenes y colectivos. El bloqueo de los centros industriales y de logística, así como de las autopistas vecinas, actuaría sobre puntos vulnerables.

Desde la reproducción social (como son la educación, la salud o los cuidados) las trabajadoras mujeres son mayoría y han demostrado un rol de liderazgo desde donde llegar al conjunto de la sociedad. [3] David Mc Nally, ya lo destacaba en “La vuelta a la huelga de masas”:

“Docentes, mayoritariamente mujeres, son trabajadoras en el ámbito de la reproducción social organizada públicamente y remunerada. Esto les da una conciencia única de las necesidades vitales de sus estudiantes y sus hogares, y un impulso para plantear demandas en nombre de sus estudiantes. Cuando esto sucede, sus luchas en el lugar de trabajo pueden extenderse a la comunidad más amplia de la que forma parte la escuela e incluso provocar levantamientos en comunidades enteras.”

Como la producción y reproducción capitalista tiene una dimensión geográfica, un enfrentamiento de esta escala tiene que afectar múltiples puntos. Si tuviéramos que distinguir los principales centros de gravedad del capitalismo en Argentina podríamos empezar mencionando el Área Metropolitana de Buenos Aires, el Litoral por su Hidrovía y la Patagonia por su matriz energética.

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Convergencia de poderes

Siguiendo la distinción conceptual de la socióloga Beverly Silver [4] a este “poder estructural”, esta capacidad de los trabajadores para influir en la economía a través de su posición en sectores estratégicos, se suma el poder “asociativo”, que se refiere a la capacidad de unirse y luchar colectivamente. En el tablero actual, los delegados independientes, los sindicatos y seccionales combativos, las organizaciones de izquierda, se postulan como oposición en los sindicatos conducidos por el peronismo. Tienen presencia en los gremios aeronáuticos, ferroviarios, gráficos, neumáticos, rurales, estatales, docentes, personal de salud, telefónicos, alimentación, subterráneos, etc. Un objetivo es hacer confluir ambos poderes utilizando los lugares conquistados y orientar el movimiento, en la medida de las posibilidades, a nuevas posiciones estratégicas cada vez más determinantes. En ese camino chocamos con las agrupaciones de la burocracia sindical haciendo todo lo posible por neutralizar este potencial y dividir en reclamos sectoriales.

Fundamental es la convergencia de las asambleas barriales con el poder de los trabajadores. La autoorganización no es algo nuevo, como vimos tiene sus raíces en la historia Argentina. Más reciente en el 2001 y los últimos años en los conflictos provinciales de Neuquén y Jujuy, donde se organizaron por sus derechos contra esos gobiernos. Si tenemos en cuenta la multiplicación de iniciativas en cada lugar y localidad, podríamos usar la metáfora militar de “guerra de montaña”, que se refiere a un terreno de lucha dispersa, mientras por otro lado la unidad en grandes acciones y movilizaciones que apuntan al centro del poder, que llamaríamos “guerra de llanura”. Combinando ambas formas de lucha se amplía la libertad de acción del movimiento. Una convergencia como esta puede articular una paralización efectiva, un golpe al capitalismo argentino que desorganice al gobierno, y eventualmente también planificar cómo asegurar los servicios y el abastecimiento necesario para una lucha más larga y generalizada.

El movimiento puede crecer y proponerse despertar la conciencia de las mayorías. Seguro tengamos avances y retrocesos. En la intensidad de estas peleas, la audacia personal es parte de una voluntad colectiva frente al miedo individual que quiere meter el poder mediático y los partidos del orden. Podemos hacernos fuertes y ganar poder en determinados lugares, nuevas trincheras que sean palancas para construir la huelga general política. Milei lanzó el plan de guerra de los capitalistas. Lancemos el plan de guerra de los trabajadores.


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NOTAS AL PIE

[1Para profundizar sobre el tema ver capítulo 1 de: Albamonte, Emilio y Maiello, Matías, Estrategia socialista y arte militar, Buenos Aires, Ediciones IPS, 2017.

[2Enzo Traverso, Revolución. Una historia intelectual, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2023

[3Varela, Paula (coord.) (2021) Mujeres trabajadoras: puente entre la producción y la reproducción. Lugar de trabajo y militancia en la Nueva Ola Feminista

[4Beverly J. Silver, Fuerzas del trabajo. Los movimientos obreros y la globalización desde 1870, AKAL, 2005.
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José Domenech

@josedome88
Profesor y diseñador gráfico. Aficionado a los mapas. Es militante del Partido de los Trabajadores Socialistas y delegado del sindicato docente en La Matanza.