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Red Internacional
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MUNDO OBRERO / MICHOACÁN. ArcelorMittal: huelga en el coloso de la siderúrgica

Ante la falta de respuesta a los reclamos de los trabajadores, que desde junio de 2015 pararon en demanda de mejores salarios, los mineros michoacanos de Lázaro Cárdenas estallaron una histórica huelga para exigir a ArcelorMittal el cese a los despidos y el alto a las violaciones a su Contrato Colectivo.

Nancy Cázares

Nancy Cázares @nancynan.cazares

Jueves 10 de marzo de 2016

ArcelorMittal es la siderúrgica más grande a nivel mundial, con participación en el mercado automotriz, de construcción, de electrodomésticos e industria en general. Mientras anualmente produce 116 millones de toneladas de acero y obtiene un beneficio neto de 7 mil millones de euros, tiene a sus más de 310 mil trabajadores laborando en condiciones de inseguridad e inestabilidad, percibiendo salarios miserables.

El pasado 4 de marzo, trabajadores de la siderúrgica Lázaro Cárdenas, decidieron estallar la huelga, indignados por sus bajos salarios, los despidos y las violaciones a su Contrato Colectivo de Trabajo.

Hasta el cierre de esta edición, más de 3500 trabajadores mantienen bloqueados los accesos a la empresa, pese a que la Junta Local de Conciliación y Arbitraje se negó a reconocer la huelga, argumentando que se trata sólo de un “paro ilegal de labores”. Esta decisión de la Junta, además de ser un intento de restar importancia al proceso, así como de negar e invisibilizar la huelga como un método efectivo para la lucha por los derechos laborales, podría ocasionar más despidos en la planta por inasistencias.

La celeridad con que las autoridades y la patronal pretenden resolver el conflicto no es gratuita: el puerto de Lázaro Cárdenas está ubicado en una de las zonas contempladas en la nueva Ley Federal de Zonas Económicas Especiales, aprobada en diciembre de 2015 por la Cámara de Diputados.

Estas “zonas económicas especiales” no son sino puntos estratégicos para la importación y exportación de productos. Otras zonas contempladas en esta ley son Chiapas y el corredor del Istmo de Tehuantepec, abiertos a los océanos Pacífico y Atlántico. Con el discurso de que esta ley “revitalizará territorios con largo atraso” y “desarrollará proyectos de transformación”, el gobierno federal operó uno de los pasos más importantes para la implementación de las Reformas Estructurales: la apertura de puertos clave al capital extranjero.

De esta ley se dice que, se implementará un régimen aduanero especial para incentivar a los inversionistas, pero no se dice que articulada con la reforma laboral, la energética y el atropello de conquistas históricas, traerá para la población devastación ambiental y una mayor precarización en los salarios y en los niveles de vida, de por sí ya bajísimos en zonas como Chiapas y Oaxaca.

Ante este panorama, es urgente que otros sectores de la población apoyemos la lucha de los mineros de Lázaro Cárdenas y hagamos nuestras sus justas demandas. La lucha de los trabajadores michoacanos es también la lucha en contra de la entrega de nuestros recursos y el aumento a la subordinación al capital extranjero. Denunciemos que mientras nuestros trabajadores perciben salarios de miseria, los concesionarios no pagan impuestos, no se les multa cuando incurren en faltas y operan con total impunidad en casos de violación y asesinato, como ocurre con las maquiladoras en la frontera y empresas como Mazda.

Cada día que ondea la bandera de huelga en las puertas de la siderúrgica, el coloso ArcelorMittal (que tiene el 10% del mercado mundial) pierde entre 8500 y 10 mil toneladas de acero. Sin ninguna confianza en las promesas de los patrones ni en las instituciones, los trabajadores deben tomar fuerza de sus métodos de lucha y organización, de la combatividad forjada con largos años de lucha en contra de abusos e injusticias y, principalmente, de la mucha experiencia que tiene consigo el movimiento minero mexicano. Ahí está Sicartsa y las familias rotas por el asesinato de dos mineros en 2006 a manos de la policía. Desde el norte Pasta de Conchos levanta sus puños exigiendo justicia contra la patronal asesina. No hay lugar para la conciliación.