Tras más de un mes de movilizaciones, que terminaron con la renuncia del presidente Bouteflika, la calle argelina sigue activa en rechazo a todas las instituciones del viejo régimen.
Jueves 4 de abril de 2019 17:58
El despertar del pueblo argelino, que quedó demostrado en mas de un mes de movilizaciones masivas en todo el país, logró poner al conjunto del régimen y de la casta política y sindical frente a sus principales contradicciones. Después de 20 años de presidencia, la renuncia de Bouteflika abre una nueva etapa en la cual la burguesía argelina busca cerrar la crisis a través de una supuesta “transición” democrática.
La renuncia de Bouteflika, un fusible de protección para el regimén
El presidente Abdelaziz Buteflika que gobernaba Argelia desde 1999, y está gravemente enfermo desde 2013, anuncio su renuncia el martes mediante una carta enviada al pueblo argelino y al presidente del Consejo Constitucional en la cual pide “perdón” por sus “faltas y errores”.
Su renuncia, que se hizo pública tras las masivas movilizaciones populares que cuestionaron no solo a la figura presidencial sino al conjunto del régimen y el estáblishment político y militar, también fue impulsada por las clases dominantes, directamente involucradas hasta ahora en su gobierno, para buscar una salida “transicional” encabezada sobre todo por Gaid Salah, jefe del Ejercito y ministro de Defensa.
Símbolo de la descomposición y del carácter senil del régimen argelino, Bouteflika es un fusible que las clases dominantes decidieron sacrificar frente a la masividad de las movilizaciones para proponer una transición democrática que permita cambiar lo menos posible las instituciones.
Desde el 22 de febrero, los sectores antiguamente aliados al gobierno se fueron dando vuelta uno a uno para pedir su renuncia. El último de ellos fue el Ejército, que de la mano de su jefe, Gaid Salah, anunció la semana pasada la aplicación del articulo 102 de la constitución, que permite pedir la renuncia del presidente por su incapacidad de dirigir el país. Este movimiento significó el abandono de Bouteflika por parte de las Fuerzas Armadas, que había sido el pilar histórico del gobierno.
Definitivamente dividido, el ex “clan Bouteflika” que reunía a las diferentes fracciones de las clases dominantes argelinas está buscando su recomposición de la mano del proceso que prometió Gaid Salah junto al actual presidente del senado Abdelkader Bensalah, aliado histórico de Bouteflika, como presidente interino que debería organizar nuevas elecciones en los próximos 90 días.
Por su parte, el nuevo primer ministro Noureddine Bedoui, anunció la formación de un gobierno de 27 ministros de los cuales 8 provienen del gobierno anterior, y en el cual Gaid Salah sería una de las figuras más importantes.
Está claro que lo que quieren hacer aparecer como una transición es en realidad una nueva estafa de una casta descompuesta, que busca cerrar la crisis de las movilizaciones argelinas por la vía institucional, poniendo al ejercito como “interlocutor” privilegiado frente a la movilización masiva en las calles.
Por su lado, las reformas que prometió hasta ahora el nuevo gobierno de Bedoui tienen un sabor a poco, como las que se ofrecieron en 2012 con el objetivo de frenar la expansión de la Primavera Árabe a Argelia.
Las nuevas movilizaciones que tendrán lugar este viernes 5 de abril están convocadas como una importante jornada de rechazo al régimen. En las calles ya se escuchó desde el viernes pasado el rechazo al jefe del Ejercito con gritos de “Fuera, Fuera Gaid Salah”.
Etapa de transición e intento de recomponer el bloque burgués
En el plano superestructural se consumó definitivamente la ruptura del bloque que sostenía al gobierno de Bouteflika. Esto quedó en evidencia con el arresto del empresario Ali Haddad, exjefe de la cámara empresarial local, que estaba directamente alineada con el viejo gobierno. Esto abre la puerta a que las diferentes fracciones de la burguesía, hasta ahora contenidas por el régimen y bajo la mano dura del presidente, empiecen a dejar al descubierto mas abiertamente sus oposiciones y juegos de intereses.
Haddad renunció este 31 de marzo, y fue arrestado a la frontera con Túnez llevando valijas llenas de dinero en efectivo. Su caso es ilustrativo de las peleas entre distintos sectores burgueses que el gobierno de Bouteflika lograba hasta ahora contener o tapar.
Enriquecida por la renta petrolera y mediante una subordinación absoluta a los intereses económicos de Francia y de la Unión Europea, la clase burguesa argelina jugó hasta ahora un rol voluntario de promotor de la sumisión al imperialismo Francés. Esto quedó claro en las declaraciones múltiples de Macron a favor de Bouteflika y llamando a una "transición democrática" en el país. Además, desde el punto de vista militar, Francia dispone de una base militar en el Sahel y tiene allí a un aliado geopolítico importante para asegurar el dominio sobre sus excolonias.
El viejo régimen sacó las lecciones de la primavera árabe de 2011 en Egipto, en cuanto al papel de dirección del Ejército en la escena política, intentando, a través de este nuevo gobierno, cerrar las brechas y orquestar una transición ordenada, sin tocar los fundamentos centrales del viejo régimen. Sin embargo nada indica que lo pueda hacer sin contradicciones.
Frente a la descomposición de la casta burguesa argelina y su dificultad para construir una transición hacia un nuevo bloque dominante, por la movilización masiva y el rechazo al régimen de 1999, se hace necesario mas que nunca el surgimiento de elementos de autoorganización que incluyan el cuestionamiento a las burocracias de la UGTA (confederación sindical) y de la UNEA (organización estudiantil), que vienen siendo los principales aliados del gobierno y del dominio imperialista francés sobre el país.