Argentina es el octavo país más grande del mundo según su superficie terrestre. Pero además, posee una gran plataforma continental, que se amplía a partir de un reconocimiento de la ONU. ¿Cómo será el nuevo mapa? ¿Implicará esto un reconocimiento de la soberanía sobre Malvinas?
Miguel Fernández Geógrafo | Universidad Nacional del Comahue
Miércoles 30 de marzo de 2016
Argentina es el octavo país más grande del mundo según su superficie terrestre. Pero además es uno de los países que, gracias a su geología, como prolongación natural del territorio posee una Plataforma Continental Natural (que es el área submarina que llega hasta los 200 metros de profundidad) más grande del planeta, que en gran parte coincide con las 200 millas náuticas (370 km) de la Plataforma Continental Legal.
Desde el año 1966 “La soberanía de la Nación Argentina se extiende (…) hasta una profundidad de doscientos metros o, más allá de este límite, hasta donde la profundidad de las aguas suprayacentes permita la explotación de los recursos naturales de dichas zonas” (Ley de Soberanía en el Mar Argentino Nº 17.094, Art. 2, en consonancia con lo estipulado por la Convención de Ginebra sobre la Plataforma Continental de 1.958). Mientras que en el año 1991 la Ley de Espacios Marítimos Nº 23.968 considera en su artículo 6 que “La plataforma continental sobre la cual ejerce soberanía la Nación Argentina” extiende hasta las 200 millas marinas (unos 370 kilómetros) en caso que el borde exterior no llegue a esa distancia.
El pasado domingo 27, la canciller Susana Malcorra hizo público que la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPL), órgano dependiente de la ONU, acepta la presentación hecha por Argentina luego de 20 años de estudios. Es decir que ya no son un límite ni los 200 metros de profundidad ni los 200 millas de distancia a la costa, sino otros criterios considerados por Argentina para definir la extensión natural de la plataforma continental.
El reconocimiento implica un crecimiento de área soberana de casi 1.800.000 kilómetros cuadrados (un 35 % más de lo conocido hasta hoy).
Se pretende presentar este hecho como un reconocimiento de los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas por parte de la ONU. Sin embargo, la resolución aprobada en forma unánime no es necesariamente vinculante en las reuniones en el Comité de Descolonización que es donde se “dirime” diplomáticamente el conflicto del Atlántico Sur. De hecho, las Malvinas se encuentran a menos de 200 millas y dentro de la plataforma continental natural (menos de 200 metros de profundidad) y este argumento no ha sido suficiente para la recuperación de forma diplomática. Es decir que, podría tratarse de un nuevo argumento formal, pero… ¿Por qué entonces sería determinante la nueva resolución? ¿Quién obligaría a Inglaterra a reconocer la soberanía sobre las Islas?
Por otro lado la soberanía en el área nueva es solo sobre el subsuelo, no sobre los recursos del mar, por lo que Argentina no tendría autoridad sobre los recursos pesqueros y la navegación allí.
Recordemos que las riquezas pesqueras de nuestro mar (dentro de las 200 millas) suscita la pesca ilegal y depredatoria por parte de barcos extranjeros que no tienen ningún control, ya que es imposible que Argentina, con los recursos que destina a esta área, pueda certificar que los barcos que pescan en el área de exclusividad económica cumplan con los parámetros de rigor ecológico, es decir que no pesquen más de lo recomendado por los científicos marinos, con métodos menos agresivos (en el afán de solo llevarse las especies de mayor valor comercial dejan morir enormes cantidades de especies menos valoradas) y que paguen los correspondientes impuestos. Hace dos semanas un barco pesquero chino fue hundido por un buque guardacostas cuando pescaba prácticamente en la costa al sur de Chubut.
En fin, la aceptación de la propuesta argentina (presentada en el 2009) es un gesto que se enmarca, “casualmente”, en la visita de Obama a la Argentina. Se da mientras a nivel nacional se desarrolla una política de entrega y sumisión abierta por parte del gobierno de Macri. Es por eso que en la práctica será difícil, cuando no imposible, que este reconocimiento formal tenga algún impacto real en la recuperación de la soberanía de territorios y recursos.