En el marco de un paro nacional de los trabajadores estatales decenas de miles de personas marcharon en todo el país contra los despidos, el ajuste y el protocolo represivo del gobierno de Macri.
Jueves 25 de febrero de 2016
Fotografía: Mario Frias Casado
Este miércoles las calles de las principales ciudades de Argentina se vieron sacudidas por importantes movilizaciones de rechazo al ajuste y los despidos que el gobierno de Mauricio Macri lleva adelante. Pero en la agenda también estuvo, y no como tema menor, el rechazo al protocolo represivo que la ministra de Seguridad Patricia Bullrich intenta implementar.
Este protocolo, ampliamente repudiado por organizaciones políticas y de derechos humanos, tiene el objetivo de reprimir la protesta social, impidiendo cualquier tipo de corte o bloqueo de calles y rutas, como así también las manifestaciones o acampes que no sean previamente informadas al gobierno.
Una de las primeras noticias de la jornada fue el masivo piquete que protagonizaron sectores del sindicalismo combativo y la izquierda en la esquina de las avenidas Corrientes y Callao, en peno centro de la Ciudad de Buenos Aires. Allí estuvieron los principales referentes del Frente de Izquierda como el ex diputado y candidato presidencial Nicolás del Caño, la actual diputada nacional Myriam Bregman y el ex diputado provincial Christian Castillo, todos ellos del Partido de Trabajadores Socialistas.
También estuvieron presentes figuras reconocidas del sindicalismo combativo y de izquierda como Claudio Dellecarbonara (Subte), Rubén Matu (de la autopartista Lear) o los integrantes de la Agrupación Marrón clasista de ATE que componían una nutrida delegación, entre otros.
#ParoNacional Trabajadores de @MarronClasista en Corrientes y Callao contra los despidos y #NoAlProtocoloRepresivo pic.twitter.com/x2okhD4nge
— Marcela Soler (@PTSPrensa) 24 de febrero de 2016
El piquete, desafiando el tan anunciado protocolo represivo del gobierno, le imprimió parte del carácter a la jornada, defendiendo el derecho a la protesta y a la movilización sin trabas ni represión. La guardia de infantería que se había hecho presente con el objetivo de aplicar el protocolo “antipiquetes” se terminó retirando mientras que los manifestantes cortaban completamente ambas avenidas.
AHORA la infanteria se retira. Corte total en Corrientes y callao. Asi arranca el Paro del 24F. @valeriafgl pic.twitter.com/wegni6xJu1
— Juan Andrés Gallardo (@juanagallardo1) 24 de febrero de 2016
Miles en las calles
Durante la jornada se dieron movilizaciones en todo el país. La convocatoria central se dio en la Ciudad de Buenos Aires. Allí marcharon hasta la céntrica Plaza de Mayo diversos sectores políticos y sindicales, desde las dos CTA (Central de los Trabajadores Argentinos, que está dividida entre un sector kirchnerista y otro dirigido por la centroizquierda), hasta la izquierda clasista agrupada en el Frente de Izquierda.
Fueron más de 25 mil personas las que tomaron el centro de la ciudad y se manifestaron. En el resto del país las cifras fueron también significativas. En la patagónica provincia de Neuquén se registró la movilización más importante de los últimos años, con una participación cercana a las 10.000 personas; en Córdoba fueron más de 2.000; en Rosario más de 3.000, lo mismo que en Mendoza; San Salvador de Jujuy fue recorrida por más de 2.000 y Salta por 1.500, por solo citar algunas ciudades salientes.
Quedó en evidencia que amplios sectores de trabajadores respondieron al paro y a la movilización. Esta alta participación demuestra que, a pesar de las dilaciones que venían llevando adelante desde la conducción de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado), había y hay mucha bronca contenida, así como una fuerte disposición a encarar la pelea contra el ajuste y los despidos que se vienen produciendo masivamente en el Estado.
El paro fue la expresión más clara de una resistencia que se viene notando en múltiples peleas puntuales que necesitan unificarse. Esa resistencia es dejada a la deriva por las conducciones sindicales burocráticas que le dan aire y una tregua al gobierno de Macri, a pesar de que éste ni siquiera se pone a tono con sus “expectativas”.
Precisamente por eso, la enorme movilización y paro de ayer impone a las direcciones sindicales como las de ATE y las dos CTA una obligación: la continuidad del plan de lucha. Esa es la exigencia que venían realizando –desde antes de la medida- la izquierda y sectores combativos y anti burocráticos dentro de los mismos estatales, como la agrupación Marrón Clasista, algo que dejaron claro en el corte de calle que realizaron en la mañana del miércoles.
Esta exigencia no puede estar solo dirigida a esos sectores sino al conjunto de la dirigencia sindical como los que forman parte de la Confederación General de Trabajadores (hoy dividida en tres sectores que no han enfrentado a Macri), que deberían abandonar la tregua y ponerse al frente de un plan de lucha que resista todas las consecuencias del ajuste.
Si algo es evidente después del Paro de ayer, es que este primer golpe no puede ser el final sino el inicio de una política que ataque a fondo el ajuste y sirva para derrotar la llamada “modernización del Estado” que ya ha implicado el despido de 25.000 trabajadores estatales.
Una posición independiente en la jornada
La izquierda y sectores del sindicalismo combativo plantearon, desde temprano, una posición política independiente de la conducción de ATE que, producto de la presión del gobierno y los grandes medios de comunicación, había reiterado que “no habría piquetes” en la jornada.
En ese marco, la izquierda defendió claramente el derecho a la manifestación, denunciando el carácter ilegal del protocolo impulsado por la Secretaria de Seguridad.
Precisamente, lo que dejó de manifiesto durante la jornada es que, a pesar del discurso mediático, el protocolo tampoco cuenta con la legitimidad social necesaria para reprimir la protesta de los trabajadores. Más en un marco signado por el ajuste y el despido de miles de trabajadores estatales.
Esto también plantea la posibilidad y necesidad de redoblar la ofensiva contra esa reaccionaria herramienta. Ya son cientos los pronunciamientos de rechazo de organismos de DDHH, personalidades de la cultura y de la política.
La correcta denuncia de las organizaciones sindicales como ATE al protocolo no puede quedar solo en el terreno de la pelea legal. Hay que redoblar las medidas de acción y lucha hasta que se anule el protocolo y hasta derrotar la política de ajuste y despidos en el Estado.
Redacción
Redacción central La Izquierda Diario