La Selección aspira a llegar a la final. Debe superar a Colombia, pero ¿se afirma el ciclo del DT más allá del resultado? Brasil por su parte ya es finalista, pero no “enamora” a su gente.
Augusto Dorado @AugustoDorado
Martes 6 de julio de 2021 00:25
Messi en el encuentro frente a Brasil por la Copa América 2019 ¿Se repetirá el cruce en la final de este 2021?
La Copa América va llegando a su desenlace. Cuando esta noche Argentina y Colombia se midan en el Estadio Mané Garrincha de Brasilia, se terminará de configurar la final que ya tiene a Brasil esperando rival. Aún con esta instancia indefinida, es buen momento para hacer un balance de este torneo tan accidentado que venia a los tumbos desde el año pasado. Lo más importante que deja es una foto del momento que atraviesan las dos principales “potencias” futbolísticas del continente, Brasil y Argentina.
¿El desinterés mais grande do mundo?
Por el lado de los locales, arrancaron la Copa con buen nivel venciendo a una Venezuela diezmada por los contagios de COVID en su plantel, tuvo puntos altos de despliegue futbolístico como en la victoria 4-0 a Perú en la fase de grupos y cuenta con un Neymar superlativo, en estado de absoluta gracia, que compite con Messi para consagrarse como la gran figura del torneo. La verdeamarelha aun en los momentos en que le costó imponerse en instancias decisivas, se mostró como la mejor selección de esta copa, incluso en el triunfo acotado ante Chile en cuartos; frente a Perú en semifinales fue protagonista en gran parte del encuentro y el equipo de Gareca apenas un sparring que se reaccionó tarde.
Sin embargo, el Brasil de Tite juega con un condicionamiento: cierta frialdad de su público, por varios motivos. El principal, la situación sociopolítica: Bolsonaro impuso por capricho la realización de la Copa América en su país con niveles récord de contagios y muertes por COVID, lo que no hizo más que echarle leña al fuego del descontento popular. Se expresó en las calles, donde en la jornada de protesta del fin de semana último hasta la torcida de Palmeiras repudió al primer mandatario (y eso que se supone que Bolsonaro es simpatizante de Palmeiras). Pero también se manifestó tácitamente en los bajos niveles de rating de los partidos de la verdeamarelha: en cuartos de final contra Chile, el noticiero de la red O Globo (el canal más fuerte de la TV brasileña) y luego la novela Imperio midieron más del doble. El hecho de que esta señal haya perdido los derechos de transmisión también fue un factor que incidió negativamente en los planes de Bolsonaro. Se presume que la semifinal anduvo un poco mejor y probablemente la final (sobre todo si se configura con Argentina como rival) también puede concitar mayor interés. Pero el entusiasmo del público con la Copa América está desinflado: desde lo futbolístico, no se considera una competencia demasiado relevante; desde lo político, parece expresar el descontento con su presidente que, aunque el equipo salga campeón y Bolsonaro pueda volver a colarse en la foto, nada indica que pueda transformarlo en capital político. Para nada.
Selección Argentina: ¿arrancó la “Scaloneta”?
Para el seleccionado albiceleste en cambio el panorama es de mejoría en relación al momento del cual viene. Con Lionel Scaloni asumido a fines de 2018 luego de la experiencia “traumática” de Sampaoli con el plantel (cuerpo técnico del cual era parte el actual DT), el cuadro de situación de la selección parecía crítico: pintaba más de lo mismo o peor, porque Scaloni ni siquiera ostentaba los logros que Sampaoli sí acumuló en su paso por Chile. El arranque del ciclo en el torneo sub-20 de L´Alcudia parecía afirmar los temores y las dudas. Sin embargo, el exfutbolista formateado por Pekerman, el juvenil que fue clave en el equipo sub-20 campeón en Malasia ´97, obtuvo una conquista: la relación con Lionel Messi, a quien conocía desde el Mundial de Alemania 2006 (también los dirigió Pekerman) siendo la Pulga un principiante con la celeste y blanca y el otro Lionel un lateral experimentado. Evidentemente esta relación nació en un marco de respeto mutuo construido dentro de una cancha y no desde las pizarras.
Armar un equipo basado en una nueva generación de jugadores para ir logrando el recambio con los históricos que ven pasar las hojas del almanaque (ya se acerca a los 35 la camada de los últimos mundiales) y hacerlo alrededor de mantener a Messi como eje (obviamente) no resultaba tarea fácil. Sin embargo, Scaloni lo fue encontrando: incorporó a varios futbolistas que están lejos del “radar” y no queda otra que darle la razón: acertó con la inclusión de Guido Rodríguez, Nicolás González, Romero; en sostener a Acuña y De Paul, y confiar el puesto de arquero a Dibu Martínez, a expensas de un consagrado como Armani ; y aunque se le pueda reprochar la insistencia en un Leandro Paredes que no se halla, también demostró apertura a la hora de intentar cambios hasta encontrar el mejor equipo. Y Messi, feliz.
Será un rival difícil Colombia, que cuando quiere juega, pero aun cuando Argentina se quede en el camino, el saldo es positivo: empieza a cimentarse un equipo. Y eso, a la larga, aporta más seguridad que preocupaciones.