El hito más característico de Buenos Aires, protagonista de la mayoría de las postales y selfies de quienes visitan la ciudad, testigo de multitudinarias manifestaciones políticas, sociales y deportivas, erigido para homenajear el cuarto centenario de la primera fundación de la ciudad, fue inaugurado el 23 de mayo de 1936.
Jueves 23 de mayo de 2024 10:32
Inauguración del Obelisco. Foto: Horacio Coppola
Este monumento de hormigón que se eleva a 67,50 metros de altura por encima de la Plaza de la República, inspirado en los obeliscos del Antiguo Egipto y construido en apenas treinta y un días, despertó más antipatía que simpatía en sus primeros años de existencia. Esta impopularidad, sumada al desprendimiento de alguna de las lajas de piedra que revestían originalmente la estructura, llevaron en 1939 al Concejo Deliberante a sancionar, por 23 votos a 3, una ordenanza para su demolición por “razones económicas, estéticas y de seguridad pública” que sin embargo fue vetada por entonces el intendente De Vedia.
El revestimiento original del Obelisco fue posteriormente recubierto con revoque y pintura, para evitar más accidentes. Y con el correr de los años los porteños se fueron habituando al monumento. Además, a medida que avanzó la construcción de la Avenida 9 de Julio, se fue generando una mejor perspectiva para apreciarlo, tornando su presencia más amigable con el espacio urbano.
Modernización porteña durante la Década Infame
Su construcción respondió a un gesto modernizador por parte de las autoridades de la ciudad, bastante alejado de un plan urbanístico. En plena Década Infame , los años de la restauración conservadora encabezada por el general Agustín P. Justo, que implicaron: represión estatal de las luchas obreras, exclusión de la representación política de las amplias mayorías, corrupción en sus diversas formas y fraude electoral “patriótico”, la ciudad pretendía aggiornarse adoptando formas estéticas vinculadas a las vanguardias europeas de entreguerras, desde la Bauhaus de la República de Weimar hasta la arquitectura estatal fascista del régimen de Mussolini.
Esta modernización de la capital, reaccionaria y por ende sin ampliación de derechos sociales y políticos a sus habitantes, llevada a cabo por la elite gobernante, incorporó a cuentagotas algunas de las soluciones surgidas de las nuevas ideas urbanísticas que se debatían a nivel mundial. El ensanche de la avenida Corrientes, la apertura de la Diagonal Norte, la expropiación y demolición para la construcción de un eje Norte-Sur (futura Avenida 9 de Julio), y el trazado de la Avenida General Paz como consolidación del límite de la Capital Federal, fueron obras realizadas en esta década modernizadora.
A tono con la nueva arquitectura de líneas puras que proponía entonces el llamado Estilo Internacional o Racionalismo, (de lo cual Buenos Aires ya tenía algunas muestras en los nuevos rascacielos: el Comega en el Bajo, el Safico subiendo por avenida Corrientes, o el Kavanagh en Plaza San Martín) la intendencia de la ciudad encarga al joven arquitecto Alberto Prebisch, el diseño de una plazoleta con un obelisco, a construirse en el cruce de la ensanchada avenida Corrientes, con la nueva Diagonal Norte y la futura Avenida 9 de Julio.
Prebisch, de 37 años, vinculado a la vanguardia artística porteña que orbitaba a la revista Sur, había realizado algunos proyectos para su directora, Victoria Ocampo. Es considerado uno de los impulsores del llamado Racionalismo arquitectónico de origen europeo en la Argentina. Antes de ocupar el cargo de Intendente de Buenos Aires, luego del derrocamiento de Arturo Frondizi, había realizado algunas de las mejores obras de arquitectura moderna en el país, como es el caso del Cine-teatro Gran Rex de Buenos Aires.
En palabras de su autor: “Se adoptó esta simple y honesta forma geométrica porque es la forma de los obeliscos tradicionales. Se le llamó Obelisco porque había que llamarlo de alguna manera. Yo reivindico para mí el derecho de llamarle de un modo más general y genérico: Monumento...Sólo me resta el deseo de que la arquitectura que ha de rodearlo esté regulada por la pureza geométrica de su forma, que será así como la nota inicial del piano con que un director regla el tono de un coro…”
La ubicación del Obelisco, además de jerarquizar un importante cruce de arterias, guarda una intención simbólica, ya que en la manzana demolida para su construcción estaba situada la Iglesia de San Nicolás de Bari, en lo alto de cuya torre flameó por primera vez en la ciudad, en 1812, la bandera azul y blanca ideada por Manuel Belgrano.
Construcción con alto riesgo
Su construcción estuvo a cargo de un consorcio de empresas integrado por las alemanas GEOPE, Siemens Bauunion y Grün & Bilfinger y fue realizada por una plantilla de 157 trabajadores, en su mayoría de origen italiano. Durante la excavación de los cimientos, murió el obrero José Cosentino, al caer en uno de los pozos. Levantar una torre semejante en tan poco tiempo exigía seguramente un intenso ritmo de trabajo, que conspiraba contra la seguridad de los albañiles, en una época de auge de la sobreexplotación laboral.
El día a día de las obras fue registrado por el fotógrafo Horacio Coppola, contratado por la intendencia para documentar la construcción. Coppola junto a su socia Grete Stern, formados en la escuela de fotografía de la Bauhaus, realizaron el encargo pero además filmaron por cuenta propia un muy interesante cortometraje, Así nació el obelisco , que dedica gran parte de sus imágenes a mostrar a los obreros en plena tarea. Allí se puede observar además las escasas condiciones de seguridad en las que se trabajaba: ausencia total de cascos y arneses para los trabajadores, que realizaban su labor a gran altura sin ninguna protección.
Un mojón de la historia argentina
El Obelisco no es el punto más alto de la ciudad, pero si uno de los de mayor carga simbólica. Por su ubicación estratégica, ha sido el lugar elegido para las más diversas manifestaciones populares. En los multitudinarios actos de cierre de la campaña electoral de 1983, o durante la rebelión del 19 y 20 de diciembre de 2001, el Obelisco aparece como objeto escenográfico en muchas de las imágenes que documentan esos momentos históricos. Hacia el fin de la dictadura sus muros fueron intervenidos por el "siluetazo" , una intervención de artistas, estudiantes y organismos de Derechos Humanos, una pegatina de las siluetas de los desaparecidos sobre los edificios más emblemáticos de la ciudad.
Más recientemente, durante los festejos luego de que la Selección Argentina de fútbol ganara la final del mundial de Qatar, el Obelisco fue rodeado por la alegría colectiva de cientos de miles. Y hasta fue tomado literalmente por manifestantes, que treparon a su cúspide para expandir el festejo.
El Obelisco cumple 88 años como ícono de Buenos Aires, no sólo por su interés turístico, sino sobre todo como punto de referencia de las más importantes manifestaciones políticas, sociales y culturales de la historia argentina.