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Atenas, para fugarse del sótano del mundo

Violeta Bruck

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Atenas, para fugarse del sótano del mundo

Violeta Bruck

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A propósito de la última película de César Gonzalez, Atenas.

A modo de respuesta activa frente al ajuste creciente hacia el cine independiente de ficción y documental emergen nuevas películas que crean y recrean la producción audiovisual. Como un "cross a la mandíbula" a los tanques de Hollywood y las carreras al Oscar que por estos días ocupan las páginas de los suplementos de espectáculos, Atenas, de César Gonzalez, aparece en las pantallas con un cine propio, rabioso, urgente y a la vez pensado en todos sus elementos de lenguaje.

Una joven, Perséfones (Débora González), sale de la cárcel pero su camino no la conduce a la libertad. Salir a la calle, buscar vivienda, laburo, comida, son laberintos cerrados en una sociedad en donde la explotación de una clase sobre otra rige todos los aspectos, y si dentro de esa situación se nace mujer, la opresión se duplica. La solidaridad y la esperanza vienen desde abajo, en quienes viven las mimas experiencias. Juana será quien marque este camino junto a otros personajes que están en la misma y dejan claro que nada se puede esperar de los sectores del poder, su Estado y sus representantes.

La película destaca un gran trabajo en la caracterización de los personajes. Los pibes y pibas del barrio conocen de las experiencias de encierro, violencia policial, desocupación y maltrato, la interpretación es fresca, transparente alejada de todos los estereotipos y exageraciones que se ven a diario en series de tv o películas “con contenido social”. Los personajes que ocupan alguna posición de poder, sea en el Estado, como pequeños o grandes patrones, y hasta quizá con alguna idea “progre”, se demuestran también en forma transparente y así se descubren sus miserias. El trato humano marca esta opresión de clase, “vos te victimizás” le dice una psicóloga del Patronato a quien es justamente una víctima; “¡ustedes no saben trabajar!”, acusa un patrón a los pintores mientras se toma un trago junto a su amigo proxeneta; “¿podés calmar este bebé?”, pide una madre a la niñera mientras sigue con sus ejercicios de meditación en el jardín, y así… En esta sociedad está claro quién da las órdenes. César reflexiona que construyeron estos personajes “Un poco por el cansancio de la hegemonía de la representación en el perdón que se le brinda siempre a la caracterización de los burgueses en el cine… se amaga a ridiculizarlos pero se los termina complejizando, y para mí esa supuesta complejización es una muestra de complicidad”; por otro lado, en relación a las clases populares y las minorías, “allí se ridiculiza más que de lo que se complejiza, toda minoría es representada con una uniformidad de sentimientos muy obscena”.

Por eso Perse, de pocas palabras, trasmite con sus gestos, su mirada y sus silencios; pequeños diálogos cotidianos cuentan mejor que extensos parlamentos. Como una forma de destacar gestos y rostros, en distintos momentos se incorpora un recurso narrativo en donde se rompe el raccord, es decir, durante un diálogo la imagen corta a planos cortos de rostros en silencio y así se produce un extrañamiento, una forma de develar la poesía en la realidad.

El recorrido de la película, como lo sugiere el título y el nombre de su protagonista que remite a la mitología, es el de una tragedia griega. También hay otra relación, la civilización antigua donde se desarrolló la filosofía y el arte, la ciencia y la democracia, creció a costa del trabajo esclavo, con seres humanos considerados como bestias. Y en este sentido César se pregunta "¿Cuán lejos estamos hoy de eso?". La acción y las imágenes que construye Atenas interpelan el presente, la esclavitud moderna como continuación de una historia de siglos.

En el texto que difunde la película se abren una serie de interrogantes. “¿Es posible fugarse del sótano del mundo? ¿Deja el hombre a la mujer soñar? ¿No es una pesadilla si además de mujer naciste pobre y recién salís de la cárcel?”. Porque hay un sistema que conspira contra cualquier gesto, contra cualquier voluntad, y esto está presente en cada escena.

La propia realización de la película se transforma entonces en un desafío a esta realidad. César Gonzalez, que nació en 1989 en la Villa Carlos Gardel y estuvo 5 años en prisión, se hizo cineasta y construyó un equipo con muchos de sus amigos y vecinos. Los actores de Atenas vienen trabajando en las películas anteriores, junto a Diagnóstico Esperanza y Qué puede un cuerpo completan su “trilogía villera”, y su formación aporta nuevas formas creativas. La experiencia artística colectiva que construyen cuestiona también el mundo del arte y su propio sistema, forma, contenido y proceso creativo se conjugan para dar la pelea.

En los títulos finales se agradece especialmente a una serie de directores, desde Eisenstein, Rossellini, Godard, Vardá, Gleyzer, Birri, Rouch, Rocha, Mizoguchi, entre otros; cada uno a su manera y en distintos momentos históricos aportaron con su cine a cuestionar la imagen dominante y su ideología, a construir nuevos lenguajes, nuevos mundos imaginarios. El cine nace con el surgimiento del capitalismo que rápidamente lo convierte en un negocio, pero también nace con el surgimiento de la revolución social, que desde los primeros años entusiasma a miles de artistas y está en la base de una tradición crítica que encuentra ecos y se renueva constantemente. Aunque cada año se inviertan más millones en productos envasados para el consumo masivo, no partimos de cero y películas como Atenas se suman para engrosar la crítica a las ideas dominantes y su construcción de la imagen.

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Violeta Bruck

@Violeta_Bk
Nació en La Plata en abril de 1975. Prof en Comunicación Audiovisual (egresada UNLP). Miembro de Contraimagen, realizadora de los documentales Memoria para reincidentes y La internacional del fin del mundo