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Red Internacional
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BRASIL - DESPUÉS DE DAVOS, EL TURNO DE MOODY’S. Aumenta la presión imperialista por ajustes más duros en Brasil

El 2015 fue marcado por la crisis económica y política en el país. Los capitalistas están siendo activos en garantizar, con apoyo de los gobiernos, que la crisis sea descargada sobre las espaldas de los trabajadores y la juventud. Cada sector patronal quiere sacar provecho, proponiendo una respuesta a la crisis que responda a sus intereses.

Jueves 4 de febrero de 2016

Las centrales sindicales burocráticas actúan como apoyo de los sectores patronales y del gobierno y no de los trabajadores. Por detrás del pedido de impeachment, hay un sector burgués que desea un ataque aun más duro del que Dilma ya está implementando y está preparando. Solo la resistencia activa de los trabajadores y la juventud puede impedir esos planes y hacer que la crisis sea pagada por los capitalistas.

El gobierno federal servil al capital financiero, ahora con Davos y el FMI

El pasado martes (2) llegó a Brasilia una misión de la agencia de clasificación de riesgo Moody’s para una nueva evaluación del país. La probabilidad casi segura es que sea la tercera de las grandes agencias de riesgo en rebajar la nota de Brasil para inversiones internacionales.

La semana pasada el FMI había afirmado que Brasil está en una “situación crítica”, siendo uno de los tres principales motivos de la crisis mundial; rebajó la previsión de crecimiento de Brasil en 2016 con una caída del 3,5% del PIB y afirmó que en 2017 seguiría estancado. El director del Departamento para el Hemisferio Occidental del FMI, Alejandro Werner, presionó por mayores ajustes en la economía y afirmó que el gobierno tendría que dar “señales claras” con mayores recortes y ajuste contra los trabajadores. Para el representante de las finanzas mundiales, aun estamos viviendo un “lento ajuste interno”. Werner elogió las medidas que el nuevo presidente Macri anunció en su primer mes de gobierno, todas en el sentido de atacar a los trabajadores y abrir espacio al capital financiero mundial.

El mensaje de Davos fue claro: más ajuste y más “apertura”. La presidenta Dilma se dice “aterrorizada” con las posiciones del FMI y, a través de su representante en el Fórum de Davos, el ministro de Hacienda Nelson Barbosa reafirmó sus compromisos con los ajustes. Y es bueno recordar que, cuando Barbosa asumió el cargo en lugar de Joaquim Levy, el hecho fue festejado por los petistas como una señal de posible “guiño a izquierda” del gobierno. Todo porque, para los petistas, significaría una salida de un representante abierto del capital financiero especulativo por uno “desarrollista” que podría implicar un nuevo momento de inyecciones de crédito para estimular la economía. Cambio que también había agradado a Lula, preocupado por la necesidad de una mínima recuperación económica para mejorar el escenario del PT en las elecciones de 2016.

El hecho es que Nelson Barbosa fue a Davos mandatado por Dilma para rendir cuentas a los representantes del imperialismo de que está haciendo los “deberes” pero no fue suficiente y el ministro terminó escuchando reclamos. Los hombres de las finanzas mundiales son implacables y exigen ataques más rápidos.

Barbosa reafirmó que está cumpliendo las “promesas” de ajuste hechas hace un año atrás en la misma sede de Davos por Levy, citando como ejemplos justamente los ataques que más sufrimos: el ataque al seguro de desempleo, sobre las pensiones y la corrección de precios en combustibles, energía y de cambio. Pero no dejó de resaltar que para él no era suficiente: “Esto no elimina el hecho de que aún queda mucho por hacer”. Solo le faltó arrodillarse para pedir la concesión de créditos (a intereses menores del que los pobres vienen pagando en sus gastos con tarjetas y cheques) al BNDES, a título de capital de giro para los global players “amigos” del gobierno en las ramas de agricultura y construcción. Escuchó que eran medidas “heterodoxas”, es decir, que no serían aceptadas dentro de la “ortodoxia” del ajuste. Barbosa implora por esto y jura que no estaría volviendo a la política del primer mandato “expansionista”, es decir, que su mandato está haciendo los deberes.

Demagogia para los trabajadores, más concesiones a los empresarios

Incluso si Barbosa y Dilma consiguen la “bendición” del imperialismo para obtener créditos, como vimos, no se trata de una medida que apunte a resolver la situación de los trabajadores que son los que están pagando la crisis, sino para los empresarios y capitalistas. El crédito para los trabajadores qué está siendo otorgado por el gobierno es de nuestro propio dinero, del Fondo General de Tiempo de Servicio (FTGS). Los recursos estatales son para los capitalistas.

Además, queda claro que incluso si ceden esa línea de créditos del FTGS es solo para decir que están pensando medidas para ayudar a los trabajadores a enfrentar la crisis, ya que la misma Dilma sabe que el endeudamiento de las familias es tan grande, llegando a comprometer un 46% del presupuesto familiar, que esa medida no podrá ser muy utilizada, tal como afirmó en una entrevista para la agencia UOL: “En una situación de depresión de la demanda, es difícil tener demanda por crédito. Ahora, percibimos que hay una demanda por capital de giro”. Es decir, no se trata de crédito para mejorar el consumo de los trabajadores, sino para las empresas. El desarrollismo y el guiño a izquierda son difíciles de encontrar.

Barbosa en Davos mostró nuevamente que su mayor preocupación está con los inversores internacionales. Luego de conversar con algunos de ellos afirmó que la “mayor angustia” (¡cómo sufren!) de los extranjeros es la necesidad de “mejorar la regulación en Brasil, como el sistema tributario” y prometió crear una agencia de fomento de inversiones extranjeras junto al Ministerio de Planeamiento, tipo un BNDES solo que para los monopolios imperialistas, y facilitar que el Estado brasilero financie cómo las empresas extranjeras vienen a rapiñar nuestros recursos. Es decir, promete mejores beneficios para el capital financiero internacional que llegue al país.

Reforma del sistema de Seguridad social: un gesto a los ajustadores

Como si no bastara, el gobierno sigue decidido a ganar terreno para aplicar una reforma del sistema de Seguridad social. Luego de haber atacado el año pasado co la reforma del factor 85/95 (nuevo criterio para el cálculo de la edad de jubilación) quiere ir por más y genera crisis con su base de las centrales sindicales. Este tipo de medida es parte de la estrategia de reforzar la reforma fiscal, para agradar el mercado internacional.

La llegada de Moody’s, en la víspera del carnaval, es apenas un medio para aumentar aun más la presión para que este tipo de ataque se consume, pasando de las palabras a los hechos, como reivindicaba el ex ministro Levy antes de dejar el cargo. Las agencias manifestaron su “preocupación” con la incapacidad del gobierno federal de recortar gastos. La sustitución de Levy por Barbosa se torna así un elemento de más chantaje. Para Moody’s, por ejemplo, Barbosa es considerado abiertamente como blanco natural de “desconfianza”, al ser tratado como una especie de contrapeso de Levy que buscaba un ajuste fiscal más rápido.

Rápidamente se hicieron humo las esperanzas de un “guiño a izquierda”. El capital financiero, especulativo especialmente en este país que es el paraíso de los altos intereses y de las ganancias rápidas, quiere más y el gobierno responde con reformas estructurales y otros gestos.

El escenario exige mayor atención y la movilización activa de los trabajadores, pues mientras el gobierno hace alarde de la reforma del sistema de Seguridad social, el ataque mayor puede venir de otro lado, silencioso, con medidas como el PLS 555 que por medio de la apertura de capital, avanza en la privatización de las empresas nacionales que aún sean 100% públicas.

Vega de donde venga, solo la organización y movilización independiente de la clase trabajadora, recuperando sus herramientas históricas de lucha, y construyendo las nuevas que se hagan necesarias, será capaz de enfrentar un desafío de esta magnitud.