En el presente artículo Diana Assunção y Marcelo Tupinambá debaten sobre la profunda crisis que atraviesa actualmente el PSOL (Partido Socialismo e Liberdade) de Brasil, cuya dirección mayoritaria ha encolumnado al partido detrás de la fórmula presidencial conformada por Lula y el neoliberal Geraldo Alckmin –una figura comparable a Macri en Argentina–. Ambos autores son dirigentes nacionales del Movimento Revolucionário de Trabalhadores (MRT) de Brasil que forma parte internacionalmente de la FT-CI y de la Red Internacional de diarios La Izquierda Diario.
En este artículo buscamos establecer un diálogo con los votantes, simpatizantes y también militantes del PSOL que en los últimos años han visto a este partido como una alternativa a la izquierda del PT. En particular, dialogamos con las corrientes y militantes que se reivindican socialistas y que recientemente han lanzado la carta “El PSOL en la encrucijada”. Ante la mayoría del PSOL que se diluye en la candidatura de Lula-Alckmin, y la inminencia de la unión con la Red de Marina Silva [1], hay que discutir ¿cuál sería la política correcta frente a esta línea mayoritaria? En nuestra opinión, ha faltado a lo largo de los años, y sobre todo ahora, una defensa decidida de una política de independencia de clase, que no puede ser sustituida por políticas que en la práctica acaban siendo “un poco más de izquierda” pero que se sitúan en el campo de un programa puramente antineoliberal –como la candidatura de Glauber Braga [2]– y manteniendo una subordinación, por ejemplo, a las burocracias sindicales. Consideramos que este es un debate central para no repetir errores que se convierten en trágicos para los trabajadores y los jóvenes.
Hay un importante debate entre los trabajadores, la juventud y la izquierda brasileña sobre cómo encarar la lucha contra Bolsonaro y la extrema derecha. Este incluye importantes divisiones en la izquierda: por un lado están quienes rechazaban el golpe institucional, pero de alguna manera se adaptaban al PT, y por otro los que para diferenciarse del PT acabaron adaptándose al golpe. Hoy, es natural que en el contexto de una situación todavía marcada por fuertes elementos reaccionarios y después de años de ataques históricos desde el golpe institucional y bajo un gobierno Bolsonaro-Mourão, sin ver una alternativa en el terreno de la lucha de clases, amplios sectores consideren que el único camino es el institucional y por lo tanto “habría que apoyar a Lula”. El punto es que esta orientación electoral fue construida por el propio PT, que durante todo el gobierno de Bolsonaro se negó a desarrollar cualquier lucha seria para enfrentar los ataques, para decir ahora que no queda más que elegir a Lula. Lo que estamos viendo en la actualidad es que el PSOL se subordina a esta política transformando la búsqueda de un mal menor contra Bolsonaro en una estrategia, que incluso incluye a Geraldo Alckmin.
La dirección del PSOL está llevando a cabo con entusiasmo y orgullo este giro a la derecha que abre una crisis histórica en el PSOL. Al mismo tiempo están preparando una unión con la Rede de Marina Silva, un partido burgués financiado por el banco Itaú. Esta combinación es la culminación de un proceso que cambia el carácter del PSOL. El entusiasmo es, sin embargo, una forma vergonzosa de ocultar la crisis de su propio proyecto. Todos los días hay nuevas migraciones de parlamentarios del PSOL hacia la derecha, yendo al PSB (Marcelo Freixo y Wesley Teixeira), el PDT (David Miranda), al PT (Jean Wyllys, Douglas Belchior), al PCdoB (Isa Penna) para nombrar algunos del último período. Son sectores que el PSOL ha cobijado y proyectado durante años y que buscan mejores alternativas electorales, ya sea detrás de Lula, del ex gobernador de Ceará, Ciro Gomes o en partidos burgueses como el PSB de Alckmin, Tabata Amaral y tantos otros golpistas. Esto no significa que el PSOL se esté liberando de sus alas oportunistas, sino que el estado de desarrollo de la orientación oportunista del PSOL está tan avanzado que lleva a varios de sus principales portavoces y a otros de menor peso a buscar partidos que les ofrezcan más proyección en esta vía capituladora. Las consecuencias de esta política de derecha todo indica que continuarán.
Esto ocurrió unos años después de la efusiva celebración del “crecimiento de la bancada del PSOL”. Ahora el PSOL, ignorando esta fuga de diputados, o como respuesta a ella, vuelve a lanzar el eslogan “construir una bancada histórica”. ¿Una bancada histórica al servicio de la política de la derecha con sus miembros yéndose a estos partidos? Sin embargo, el agujero que supuso la salida de estos diputados amenaza los fondos y recursos del partido, que en el caso del PSOL realmente pone en riesgo la existencia del partido, a través de la cláusula de barrera [3]y la respuesta a esta situación están siendo las negociaciones para fundar una Federación entre el PSOL y la Rede Sustentabilidade, que ya aprobó la reforma de las pensiones en São Paulo, está en contra del derecho al aborto y estuvo a favor del golpe institucional y el encarcelamiento arbitrario de Lula, además de haber dado votos a la reforma de las pensiones de Bolsonaro [4]. Con las candidaturas de Guilherme Boulos y Marina Silva para la Cámara de Diputados pretenden ganar otros escaños para la Federación, asegurando que el PSOL supere la “cláusula de barrera”. El discurso de la mayoría del PSOL es declarar que siguen siendo partidos “separados”, sin embargo están obligados a actuar juntos durante 4 años con un programa y un estatuto común, y ser una sola fuerza en el Congreso Nacional. Es decir, un típico acomodamiento electoral para seguir garantizando la financiación del Estado burgués.
Por primera vez desde su fundación en 2005, el PSOL no tendrá candidato propio a la presidencia. En los estados, están empezando a desarrollar una parodia de la misma política que llevan adelante a nivel nacional. En São Paulo, Guilherme Boulos, que siempre utilizó el lema “derrotar a los tucanos en São Paulo” [en referencia al PSDB], retiró su candidatura para apoyar a Fernando Haddad del PT en el marco de la lista Lula-Alckmin. Es decir, aún no se han explicado cómo van a derrotar a los tucanos (PSDB) en São Paulo aliados con el hasta ahora tucano Geraldo Alckmin. En Río, la mayoría quiere seguir a Marcelo Freixo. Esta adaptación es claramente un salto de calidad, pero no significa que el PSOL de los últimos años estuviera llevando a cabo una política que fuera en otra dirección. La verdad es que lo que se estaba desarrollando era una sucesión de políticas e iniciativas que preparaban el camino para lanzarse de cabeza a la candidatura Lula-Alckmin.
Estos problemas del PSOL no son nuevos
La ruptura de caudillos electorales con el PSOL, viene desde hace años, no es algo nuevo. La primera fue Heloísa Helena, candidata presidencial en 2006, cuando obtuvo el 6 % de los votos y en Río el 17 %. Fue un primer momento del PSOL que tuvo elementos más progresistas, canalizando electoralmente un proceso de rupturas con el PT por izquierda, que tenía su base principal en la administración pública. Pero desde el principio, este partido buscó construirse detrás de caudillos electorales y con sectores que tenían un discurso político centrado en la “lucha contra la corrupción”, en lugar de centrarse en los problemas de la clase trabajadora y en una estrategia basada en la lucha de clases, con figuras como Heloísa Helena y Randolfe Rodrigues, que rompieron con el PSOL para construir la Rede Sustentabilidade de Marina Silva.
Para sacar lecciones hay que ver que este problema de adaptación a la política burguesa sobre cómo tratar el problema de la corrupción no es exclusivo de las alas más derechistas del partido, y que ahora han roto con él, sector del que Marcelo Freixo siempre ha sido uno de los pilares. También es un eje de la política del MES de Luciana Genro y, lamentablemente, de la propia CST, que fue parte fundamental de su adaptación a la ofensiva golpista desde 2015.
El PSOL también ha protagonizado otros episodios macabros, como el del cabo Daciolo, que también fue exaltado por el ala izquierda del partido y por el propio PSTU, y luego se separó. O Janira Rocha, ex diputada del PSOL de Río de Janeiro y principal figura del partido a nivel regional durante un tiempo, que ahora es abogada de la pastora evangélica Flordelis.
Pero el problema siempre fue más allá de las cifras sueltas, fue una búsqueda permanente de alianzas electorales que nunca tuvieron como principio la independencia de clase. Una política que no comienza en estas elecciones, sino que empeora cualitativamente en ellas. Desde el MRT venimos advirtiendo y combatiendo públicamente las sucesivas capitulaciones del PSOL ante la falta de independencia de clase. En medio de la ofensiva del golpe institucional, y cuando el PSOL mantenía su independencia organizativa del PT y de los partidos burgueses, nuestra organización pidió la afiliación democrática al PSOL, frente a la legislación electoral antidemocrática, para poder presentar candidatos. Adoptamos esta táctica en base a criterios políticos, analizando los principios, basándonos en situaciones en las que no se podía formar ningún tipo de coalición que perjudicara la independencia de clase. En varios casos tuvimos que retirar candidaturas, como la de Maíra Machado en Santo André o la de Carolina Cacau en Río de Janeiro, a causa de las coaliciones locales del PSOL con la Red o por la existencia de candidatos policiales.
Al mismo tiempo, es necesario analizar la política del PSOL cuando conquistó puestos ejecutivos. En este proceso, este partido tuvo sus episodios trágicos, como la alcaldía de Clecio Luis en Macapá, que enfrentó una huelga de maestros repitiendo los métodos de los gobiernos burgueses tradicionales y también fue parte de la Red. Otro ejemplo más reciente de esta política es el de Edmilson Rodrigues, actual alcalde de Belém, que fue elegido con un vice-alcalde del PT en su lista, en una coalición que incluía a partidos que van desde la Red, el PDT, el PCdoB hasta UP, y que también contaba con el apoyo del PCB. Desde el inicio de su mandato, Edmilson intentó aprobar una reforma de las pensiones municipales, tras los ataques nacionales contra los trabajadores. La reforma sólo no se aprobó por el enorme rechazo de los trabajadores municipales, que en lugar de ver satisfecha una demanda mínima como era el reajuste acorde con el salario mínimo, tuvieron que organizar huelgas y movilizarse contra el recorte salarial que pretendía aplicar el gobierno municipal.
Desgraciadamente, lo cierto es que poco se han visto, a lo largo de esta trayectoria de más de 15 años del PSOL, luchas políticas abiertas y públicas del ala izquierda del partido que llegaran a abrirles crisis a la mayoría que llevaba adelante estas políticas, lo cual no podía hacerse con notas ocasionales poco leídas en sus páginas web. Algunos argumentan que el debate se hizo a nivel interno, pero esta es una cuestión que está lejos de resolver el problema: ¿por qué el ala izquierda del partido respetó el “centralismo” de las decisiones del partido si los caudillos electorales y el ala derecha nunca se disciplinaron a el? El hecho es que, públicamente, el PSOL siempre ha aparecido unificado en las elecciones, lo que crea una situación ahora más difícil para que el ala izquierda del partido pueda presentarse como una alternativa más fuerte.
Ahora, la principal política del ala izquierda del PSOL ha sido defender la precandidatura de Glauber Braga. Pero, ¿de qué sirve, frente a una política de disolución de la candidatura Lula-Alckmin, defender un programa que ni siquiera puede considerarse anticapitalista? Las corrientes del PSOL como la CST, que en Argentina construyen con nosotros el Frente de Izquierda y de los Trabajadores - Unidad, pueden encontrar allí un claro ejemplo de la diferencia entre una política de independencia de clase, como la del FIT-U, y una política meramente antineoliberal, con un barniz de neodesarrollismo, como es el [programa reformista de Glauber Braga, que levanta con orgullo la “tradición brizolista”, es decir, una tradición de retórica desarrollista que formó parte de la gestión del capitalismo brasileño. Como señalamos en este artículo de debate sobre el programa presentado por Glauber Braga, ni siquiera defiende el no pago de la fraudulenta deuda pública, y plantea la “revisión constitucional del papel de las Fuerzas Armadas y de la policía estatal”, una política de control de las fuerzas represivas del estado burgués racista brasileño, posiciones típicas de alguien que fue del PSB y no tiene trayectoria de independencia de clase, como desarrollamos en este artículo. Mientras tanto, el sueño de la dirección mayoritaria de un PSOL “amplio y plural” languidece con cada ruptura pública de sus parlamentarios, lo que desanima a estos dirigentes, pero buscan una respuesta en negociar para 2023 una posible experiencia ministerial en un futuro gobierno Lula-Alckmin. Para ello se apoyan en el gurú teórico Valério Arcary, que tergiversa las lecciones de Trotsky, Lenin y Marx para justificar la subordinación a la fórmula de Lula-Alckmin y camuflar el carácter de la Federación con la Red de Marina Silva.
En este sentido, es necesario avanzar en la correcta política de rechazo a la línea mayoritaria de la dirección del PSOL. La política de presentar un “mal menor para el mal menor”, es decir, la candidatura de Glauber Braga con un programa antineoliberal frente a la debacle del partido de todos modos, ya ha fracasado. Está claro que esto es sólo “propaganda” y no tiene la menor posibilidad de ser efectiva en la realidad. La crisis que debe afligir a miles de votantes y militantes del PSOL que siempre han luchado contra Alckmin viéndose involucrados en el mismo proyecto con este enemigo de clase, exige una actitud responsable del ala izquierda del PSOL, que por lo tanto tendría que ser mucho más decidida. No hay otro camino que romper con el PSOL para luchar por una alternativa y un polo de independencia de clase. Es luchando por este contenido que formamos parte del Polo Socialista y Revolucionario, del que ya forman parte varios de los que firman la carta “PSOL en la encrucijada”, con la contradicción de continuar en el PSOL sin una política clara para dar una señal a la vanguardia y a los votantes del PSOL: que este salto de calidad a la derecha termina de cambiar el carácter del PSOL y no será aceptado.
Los acontecimientos actuales que abren una división dentro del PSOL son la expresión de la relación entre la ausencia de toda democracia interna en el partido y la estrategia electoralista con la “dictadura de las figuras públicas y parlamentarias”. La cuestión es que esto tampoco cayó del cielo. Hoy la derecha del PSOL, a través de sus figuras, impone una orientación fuera de los órganos democráticos del partido, y esto no es una debilidad momentánea, sino una parte estructural de la estrategia electoralista de los “partidos amplios”. Esto explica también que esta misma derecha del PSOL haya tenido que tener siempre “mano dura” contra la propuesta de entrada del MRT en 2015 y 2017, cuando el MRT, siendo una voz pública de la independencia de clase a través de Esquerda Diário, propuso entrar en el PSOL con nuestras propias banderas para dar la batalla por una política que pudiera potenciar la experiencia de masas a la izquierda del PT y que no fuera capitalizada por la derecha. Desde ese momento sabían que esto significaría que nos enfrentaríamos a la política de la dirección mayoritaria que estaba llevando esta experiencia con el PT al callejón sin salida del mal menor electoralista e institucional.
Nuestro llamado como MRT
Presentamos una serie de debates que consideramos centrales para que a partir de las crisis en curso se fortalezca una perspectiva revolucionaria en la izquierda brasileña. Hacemos estos debates porque consideramos que la construcción de un partido revolucionario de trabajadores en Brasil es un proceso que se da a partir de rupturas y fusiones, en el que los debates para superar los errores del pasado son fundamentales.
Por ello, venimos llamando a los compañeros del ala izquierda del PSOL a romper inmediatamente con esta organización, y a dar una batalla común en este momento por un polo de independencia de clase en el Polo Socialista y Revolucionario, del que formamos parte con el PSTU, la CST y otros sectores del PSOL, además de una serie de grupos, colectivos y activistas, como un paso en el reagrupamiento de la izquierda socialista. Consideramos que el Polo debe estar vinculado a cada una de las luchas que surjan, luchando contra la política de las burocracias para no dejar ninguna lucha aislada, así como construir una referencia de independencia de clase también en las próximas elecciones. El PSTU ha ido presentando a sus candidatos para que el Polo pueda debatir su apoyo y ha dado afiliaciones democráticas a todos sus integrantes. Esto permite que todos los sectores del Polo presenten a sus candidatos, con libertad para defender sus propias posiciones políticas, como haremos nosotros con nuestros candidatos del MRT.
En el Polo también tenemos un debate programático fraternal, que no tiene como objetivo que una organización imponga su programa a otra, sino llegar a puntos de acuerdo para nuestra acción común. Al mismo tiempo, cada organización tiene derecho a expresar libremente sus propias posiciones. Uno de los debates es, por ejemplo, nuestra relación con corrientes ligadas a la tradición estalinista como el PCB y la UP, que muestran su política de conciliación de clases y dentro de la institucionalidad burguesa en su apoyo a gobiernos burgueses llamados "progresistas", como internacionalmente en Venezuela y otros que reivindican como Brizola en Brasil. Ahora, ante la guerra de Ucrania, el PCB se alía con Putin y exalta el papel de Rusia y China cuando actúan en asociación para proyectar la influencia bonapartista de sus propios capitalismos en Europa del Este y Asia Oriental. El PCB también formó parte de la coalición electoral Lula-Alencar en 2002 junto con el Partido Liberal, actual partido de Bolsonaro. La UP forma parte de una tradición ortodoxa del estalinismo, el sepulturero de las revoluciones. Consideramos que la unidad de nuestra clase es importante en el terreno de la lucha de clases y en la lucha por imponer un plan de luchas a las direcciones mayoritarias del movimiento de masas, pero que para construir proyectos políticos es necesaria la independencia de la tradición estalinista.
En este sentido, el mayor ejemplo de independencia de clase que tenemos es el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT-U) argentino, que defiende un gobierno obrero en ruptura con el capitalismo como parte de un programa de transicional -como puede leerse aquí y es la principal fuerza política en las calles para enfrentar el acuerdo del gobierno de Fernández con el FMI. Un referente de independencia de clase, que une a diferentes sectores de la izquierda, donde cada uno debate libre, franca y fraternalmente sus diferencias políticas, algo que no impide la unidad en torno a los puntos de acuerdo y ha permitido que la izquierda socialista se fortalezca en el país en los últimos años. Nuestra organización hermana, el PTS, encabeza el FIT que se diferencia completamente de los neorreformistas que han fracasado, con proyectos similares al del PSOL, como Syriza en Grecia o Podemos en el Estado español (o incluso el NPA francés, en profunda crisis por su línea oportunista de seguir a Jean-Luc Mélenchon) siempre tan celebrados por esas mismas figuras del PSOL que acabaron en el PDT, el PSB, el PCdoB o que ahora se preparan para sumergirse en la fórmula Lula-Alckmin.
Tener debates estratégicos como estos, combinados con una experiencia común en la lucha de clases y la lucha por un polo de independencia de clase, nos pondrá en mejores condiciones para la batalla por la construcción de un partido revolucionario en Brasil e internacionalmente. Y es que toda la trayectoria del PSOL, que se formó a partir de importantes rupturas tras la primera experiencia de un gobierno ajustador de Lula (2003-2004), hace casi veinte años, siendo un partido a la izquierda del PT, pero sin delimitación programática y estratégica, debe hace reflexionar a toda la vanguardia de la clase trabajadora y de la juventud para pensar qué tipo de partido es necesario construir, para no repetir, una vez más, esta trágica experiencia.
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