Las aspiraciones de Erdogan a entrar en la UE se alejan desde el golpe fallido. Mientras Europa teme una oleada migratoria ante la fragilidad del acuerdo con Turquía. Aumenta la tensión.
Miércoles 17 de agosto de 2016 15:37
La relación entre ambos países cruza uno de los momentos más críticos desde que se iniciaran las negociaciones para el ingreso del país eurasiático a la comunidad europea desde hace más de una década. El punto de inflexión fue el golpe fallido del 15 de julio en Turquía. A partir de ese momento comienza la guerra de comunicados.
Los discursos a favor de la reintroducción de la pena de muerte, las “purgas” en distintos sectores de la sociedad y la negativa de Erdogan a “suavizar” la represiva ley antiterrorista, amenazan el pacto migratorio con la Unión Europea. Erdogan se apoya en la posición geográfica de privilegio que tiene su país entre ambos continentes para hacer temer la llegada de nuevas oleadas de refugiados y presionar en las conversaciones sobre su entrada en el bloque comunitario. La crisis de refugiados por los conflictos bélicos en Medio Oriente como foco de tensión podría aumentar si este pacto se rompe, que desde su vigencia, el número de migrantes que llegan a Grecia se redujo de 1700 diarios a 89. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, admite que el pacto peligra, por otro lado, Bruselas no ha esbozado públicamente ninguna alternativa si fracasan las negociaciones.
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El ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Mevlüt Cavusoglu, acusó este lunes al bloque de “ejercer hostilidad hacia su país” y no descartó que “el pacto migratorio pueda cancelarse antes de octubre”. Si bien las relaciones entre la UE y Turquía se desgastaron en los últimos tiempos, la tensión entre ambos países se profundizó tras la intentona golpista del 15 de julio, ya que Ankara critica a Bruselas su tibia condena al golpe.
Además, Cavusoglu lanzó una filosa declaración al diario alemán Bild: “Nos hemos esforzado como prácticamente ningún otro país en cumplir todas las condiciones para un ingreso en la UE. Pero lo que estamos recibiendo de una parte de la UE son exclusivamente amenazas, insultos y un bloqueo total. Me pregunto: ¿qué crimen hemos cometido? ¿Por qué esta hostilidad hacia Turquía?”.
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La relación entre Turquía y la UE se viene sosteniendo en los últimos meses por el interés europeo de frenar el flujo de refugiados que expulsa la guerra en Siria e Irak. Esta relación está atravesada por un complejo equilibrio: Turquía aceptó recibir refugiados llegados a las costas griegas a cambio de una ayuda de 3.000 millones de euros en dos años, pero también con compromiso europeo de permitir a sus ciudadanos circular sin visado por la UE.
Para el punto de libre circulación, Bruselas exige que Ankara cumpla 72 requisitos, de los cuales aún no garantiza siete. El principal desacuerdo es la relajación de la dura ley antiterrorista, que ampara la detención de jueces, periodistas, académicos y estudiantes. Las amenazas de Turquía con romper el acuerdo ponen el plazo hasta octubre si no se permite a sus ciudadanos circular libremente por el bloque comunitario. Bruselas comunica que “Si Turquía quiere la liberalización de visados en octubre deberá cumplir con los requisitos pendientes”. Sigmar Gabriel, vicecanciller alemán lanzó que “en ningún caso, ni Alemania ni Europa pueden dejarse chantajear".
A esta situación se le agrega el acercamiento diplomático entre Turquía y Rusia. Esta política exterior turca aleja las hipótesis de una escalada de tensión luego del derribo del caza ruso en territorio turco en noviembre pasado. Ankara sostiene que iniciar la reconciliación con el presidente Putin por parte de Erdogan este martes en San Petersburgo no es un mensaje a Occidente. Pero el ministro de Exteriores turco, Mevlüt Çavusoglu, sostuvo el miércoles que si Europa pierde a Turquía "será por sus errores". "La UE adoptó una postura favorable al golpe", afirmó el jefe de la diplomacia turca. Otras fuentes del gobierno, en cambio, llaman a la calma y aseguran que Ankara no tiene previsto romper relaciones con la UE ni con la OTAN y que el pacto con Rusia es parte de su política multilateral.
El panorama en Medio Oriente sigue profundizando la complejidad de los conflictos y la lejanía de una salida estratégica por parte de los distintos actores que buscan distintos intereses.
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