Entrevista a jóvenes de Pablo Nogués para saber más acerca de esta problemática.
Viernes 26 de agosto de 2016
La campaña contra la inseguridad trajo, entre otras cosas, 15 mil nuevos policías municipales. Diferentes jóvenes del barrio La Cabaña nos cuentan el trato que reciben de parte de los “pitufos”.
“Se nota mucho un cambio. Ahora te paran más, te miran mal, te hacen sentir zarpado” nos dice joven, que no llega a los 20 años y vive en La Cabaña. “Están todo el tiempo viendo que haces y que no haces. Salís a dar una vuelta por el barrio y sentís que están viéndote todo el tiempo”.
“Bueno la policía siempre tuvo el mismo trato con todos. Siempre coimeros y se creen dueños de la calle. Siempre tratan de intimidar a los demás pero yo esa no me la creo”.
Otro joven al ser preguntado sobre este problema. “Tuve inconvenientes con policías locales. También con unos que iban de civiles, la pase mal, muy mal, lo peor fue una vez me pegaron a la salida del boliche”.
“Yo vi como a los pibes que paran le buscan cualquier cosa. Les revisan todo, le sacan todo para poder encontrarle algo.” Pero lo que buscan los “pitufos” va más allá de los bolsillos “hay un perseguimiento por el pibe que anda vestido deportivo, de visera, básicamente un pibe de barrio. Y si, es así, hay un perseguimiento por parte de la policía” Como habitualmente se dice, “portación de cara”.
No es de sorprender que la policía municipal, repita el accionar tan conocido de otras fuerzas. Es que no se trata de una nueva policía sino de una vieja institución, que la juventud de los barrios conoce desde hace tiempo.
“Cuando te paran te putean, te hacen la psicológica. A veces hasta te tenés que sacar las zapatillas para mostrarles que no tenés nada. Una vez me revisaron, no me encontraron nada y me tiraron las zapatillas lejos para que las vaya a buscar descalzo”.
Otro ejemplo de lo mismo. “Estaba con mi novia caminando, pasaban con el patrullero y le decían cosas, piropos, nos sentimos re incómodos, pero que les íbamos a decir”
Por último, un entrevistado nos deja su conclusión: “Ya no quiero más policía en el barrio”.
