Miranda Mendoza fue secuestrada el pasado 20 de agosto. Exigieron un rescate de 5 millones, imposible de reunir para sus padres y al día siguiente apareció ya sin vida. Al día de hoy las autoridades de la UNAM han guardado silencio.
La Izquierda Diario México @LaIzqDiarioMX
Sábado 1ro de septiembre de 2018
Miranda Mendoza realizaba sus estudios en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Oriente, perteneciente a la UNAM.
El pasado 20 de agosto la menor de edad fue secuestrada al salir de sus clases en el plantel. Esa misma noche un grupo criminal exigió a los padres de la joven 5 millones de pesos por el rescate de su hija.
Al igual que cientos de estudiantes Miranda se desplazaba desde un municipio del Estado de México para cumplir sus estudios en el nivel bachilleratos y en un par de años poder continuar sus estudios en la licenciatura.
Los padres cuyos ingresos no permitían el acopio de tan cuantiosa magnitud de dinero fueron sorprendidos solo un día después con la noticia de que el cuerpo de su hija había sido encontrado sin vida.
La comunidad del plantel quedó conmocionada por los acontecimientos, que fueron confusos durante los días posteriores al crimen. Sin embargo, a medida que pasaban los días era evidente que el crimen cometido contra la comunidad universitaria, la juventud principalmente no podía pasar desapercibido.
Lo que resulta más imperdonable es el silencio con el cual las autoridades del CCH Oriente y el conjunto de la institución educativa han venido invisibilizando la violencia estructural que viven los estudiantes en los distintos planteles y facultades y que en esta ocasión cobró la vida de una compañera. Más expuesta aun a la violencia por el solo hecho de ser mujer.
El cruce de brazos no es de sorprender, puesto que el más reciente caso de conflicto que se lleva a cabo en CCH Azcapotzalco, en el cual las autoridades fueron las que enviaron grupos de golpeadores contra la comunidad organizada y más recientemente el silencio por el de sus homólogos en CCH Oriente dejan claro que los estudiantes son la última de las preocupaciones para la dirección.
Es justamente en el caso del CCH Azcapotzalco donde la organización estudiantil fue la que se propuso en primera a visibilizar los problemas que enfrenta la comunidad así como a pensar soluciones a éstas y otras cuestiones.
Para el caso de Miranda no pueden ser otros más que los estudiantes organizados quienes puedan visibilizar este horrible caso de violencia así como repudiar la violencia estructural que padecemos miles de jóvenes estudiantes y trabajadores.