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Red Internacional
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Violencia. ¿La golpearon por ser linda?

Qué hay detrás en los ataques entre las mujeres jóvenes.

Úrsula Vivas @ursulavivas

Viernes 3 de octubre de 2014

Hace algunos días, trascendió la noticia de una joven agredida por una chica de su barrio. Pilar Almirón, una joven de 16 años de Villa Constitución, fue atacada por otra chica en el baño de un club; con una botella rota le hirieron la cara dejándole un corte largo y profundo.

Este no es un caso aislado. El viernes en Formosa, dos chicas desfiguraron a su vecina de 15 años, cuando regresaba a su casa del barrio Las Rosas de la ciudad de Formosa. Según reconstruyó la hermana de la víctima, las agresoras eran dos hermanas que le dijeron que ya no iba a tener más un “rostro bonito” y que “nadie la iba a querer”.

En julio pasado, otro hecho similar sacudió Entre Ríos, cuando se conoció la historia de una adolescente que agredió con un vidrio a una compañera de colegio, ganadora de varios concursos de belleza.

Los relatos de las jóvenes agredidas son impactantes. Lo que también impacta es la liviandad y naturalidad con la que los medios hegemónicos dan cuenta de estos episodios, donde los estereotipos de belleza calan hondo. Los casos de femicidios, brutales golpizas a mujeres, y otras situaciones de violencia de género, atestan los titulares por estos días y no es de extrañar que en este marco, las jóvenes reproduzcan los mismos niveles de violencia.

Casos como el de Melina o el de Paola Acosta son testigos de los padecimientos a los que son sometidas las mujeres, inmersas en un mundo profundamente machista e injusto, donde son un objeto de maltrato, prescindible, recusable. “Las cifras del horror”, como reza un reciente artículo de La Izquierda Diario, da cuenta de una situación que dista de ser excepcional: en Argentina cada 30 horas muere una mujer en un caso de violencia de género.

Los medios de comunicación reproducen los estereotipos sociales de género basados en la discriminación a las mujeres. Los ideales de belleza que son impuestos a diario en las campañas publicitarias, en la cotidianidad, se muestran como preceptos deseosos de alcanzar.

Mientras algunas lo desean, y otras no, esos parámetros muestran la brecha con la realidad cuando surgen casos como los de Pilar Almirón. En un ambiente donde el modelo de belleza, de lo atractivo, es impulsado por los medios y las grandes marcas, sumado al contexto de misoginia y opresión brutal hacia las mujeres, el hilo a veces se corta por lo más fino y son las mismas mujeres las que, en vez de tomar estos casos como un motivo de lucha, se convierten en ejecutoras y reproductoras de la misma violencia.