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Red Internacional
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Justicia para Claudia Torres. Autoridades de la UAM aprovechan feminicidio para ampliar medidas securitaristas

Una joven víctima de feminicidio estudiante y trabajadora fue encontrada cerca de la UAM, unidad Lerma. El trágico hecho está siendo utilizado por las autoridades universitarias para aumentar el número de policías lo que no soluciona el problema, sino que en el fondo tiene como intención mantener bajo control a estudiantes como a trabajadores.

Miércoles 7 de diciembre de 2022

El 30 de noviembre del 2022 se reportó la desaparición de Claudia Torres Méndez, joven de 19 años. A decir de sus familiares, la también estudiante de la Universidad Tecnológica del Valle de Toluca salió temprano con dirección a una tienda departamental en donde laboraba. Sin embargo, Claudia nunca llegó a su destino, por lo que se levantó el reporte de persona desaparecida.

Desafortunadamente, la joven fue encontrada asesinada al día siguiente en la colonia El Panteón, en el municipio de Lerma, Estado de México, a media cuadra de su domicilio.

Los familiares informaron que luego de identificar el cuerpo la Fiscalía General del Estado de México detuvo al presunto culpable y, según la versión de la FGEM, éste confesó el crimen y el lugar donde abandonó el cuerpo.

La UAM Lerma aprovecha para colocar a más policías

Luego de tan trágico acontecimiento, la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Lerma, emitió un comunicado en donde lamentaba los hechos y señaló una serie de medidas a tomar:

1) Mayor presencia de elementos de seguridad en las inmediaciones de la Unidad y en el camino que recorre diariamente el alumnado de la Universidad y

2) El establecimiento de un sendero seguro que incluya la instalación de botones de pánico y un mayor número de cámaras de vigilancia.

El problema con la primera medida es que está más que comprobado que los elementos de seguridad (ya sea pública o privada) en las universidades no sirven para garantizar la seguridad de los estudiantes, trabajadores y académicos, sino para inhibir y reprimir la organización independiente y cualquier expresión de inconformidad hacía las políticas de las autoridades universitarias.

El segundo punto también es cuestionable, pues los botones de pánica han demostrado más de una vez su ineficacia pues o no funcionan o no se atienden; mientras argumentan la implementación de cámaras para la “seguridad” lo cierto es que las mismas nunca funcionan o son intervenidas cuando se trata de esclarecer un caso de violencia, mientras que han sido utilizadas para espiar al movimiento estudiantil. De lo anterior ejemplos sobran. En muchos casos de feminicidios las cámaras instaladas en la zona “no graban” los hechos, por estar descompuestas o porque los encargados no quieren entregar las grabaciones. Por ejemplo, en el caso del feminicidio de Lesvy Osorio, luego de movilizaciones que exigían el esclarecimiento del caso, se denunció que al ser entregadas las grabaciones las mismas habían sido manipuladas.

Además, es indispensable que toda acción o medida que se tome en pro de la seguridad de la comunidad emane de las mismas comunidades, pues son las que saben de primera mano cómo se vive la violencia, y porque queda claro que con protocolos implementados desde arriba no se resuelve el problema de raíz, puesto que se trata de medidas arbitrarias que en su mayoría de las ocasiones también resultan ineficaces. Es la comunidad de estudiantes, la gente que vive en las inmediaciones y la sociedad en general quienes, a través de la organización, deben decidir que medidas implementar para hacer frente a la violencia.

Para enfrentar esta violencia patriarcal de raíz y más allá de la sentencia contra ciertos individuos es necesario organizar un potente movimiento de mujeres para luchar contra la opresión patriarcal y por nuestros derechos, con la implementación de un plan integral contra la violencia, que no solo actúe luego de que ya ocurrió un caso de violencia sino que implemente medidas para quebrar las condiciones de vulnerabilidad que permiten que la violencia se reproduzca; e incorporar nuestras demandas laborales y en defensa de la educación pública.

Hagamos efectivo que “si tocan a una, nos organizamos miles”, dejando en claro que no vamos a permitir que nos sigan arrebatando a ni una más. ¡Por todas nosotras, por nuestras alumnas y por sus madres! Por la organización democrática de las mujeres, independiente del gobierno y la derecha.

En este camino, para implementar medidas que avancen en la erradicación de la violencia contra las mujeres, es vital que pongamos nuestras fuerzas en las calles para desarrollar un movimiento nacional de mujeres, en clave anticapitalista, socialista y revolucionaria, que desnude que los verdaderos responsables de la violencia hacia las mujeres son el Estado y sus instituciones, pues entre sus pilares fundamentales están la opresión y explotación de las mujeres.

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