En multitudinarias asambleas, estudiantes y profesores decidieron postergar el regreso a clases para seguir con las labores de solidaridad después del 19S; aquí damos cuenta del papel de las autoridades universitarias para acabar con la autoorganización e imponer el “regreso a la normalidad”.
Miércoles 4 de octubre de 2017

Después de la tragedia ocurrida el pasado martes 19 de septiembre, cientos de miles de jóvenes, entre ellos estudiantes universitarios tomaron las calles y demostraron el poder de organización que tiene la juventud.
Las muestras de solidaridad iban desde donar víveres y ayudar en centros de acopio, hasta enfrentar las medidas restrictivas de la milicia, la marina y la policía, y ayudar en el rescate de personas atrapadas dentro de los escombros.
Luego de una semana de muestras de solidaridad y organización independiente se hizo el anuncio por parte de las autoridades de la UNAM, UAM y el IPN, así como otras instituciones y centros de estudio, de reanudar las clases, acción que implicaba desmovilizar la organización solidaria y comenzar la “normalización” de la CDMX.
El descontento de las comunidad estudiantil se hizo presente pues desde que se agendaron las fechas para retomar clases, se comenzaron a convocar asambleas en distintos centros de estudio.
En las asambleas no sólo se demostró el interés de los estudiantes por ayudar, sino que también se evidenció que muchos no confiamos en las autoridades educativas, siendo en algunas escuelas como ESIQIE y ESIME UZ la desconfianza en las autoridades y sus protocolos de seguridad uno de los motivos por los cuales se acordará tomar las instalaciones.
En respuesta a la organización estudiantil los directivos de las universidades agotaron sus recursos para romper los acuerdos y acatar las órdenes de quienes, a sus intereses, convenía normalizar la ciudad.
Los intentos por frenar y/o destruir la organización iban desde infiltrar grupos de choque en las asambleas (porros), intentar negociaciones para tomar el control, amedrentar a los estudiantes, hasta actuar de manera autoritaria deslegitimizando los acuerdos de la comunidad.
Prueba del rol que juegan las autoridades es uno de los carteles difundidos en la ESIQIE dónde después de presentar un informe de revisión de las instalaciones que no sólo tenía errores, sino que no sustentaba más allá de la revisión preliminar, hacia el llamado a los alumnos a “preocuparse únicamente por sus estudios”, sin considerar que además de la inquietud por la seguridad tenemos el ferviente deseo de seguir ayudando a los más afectados.
Un método al que apelaron las autoridades para disolver la organización fue asegurar que los alumnos que quisieran participar en brigadas y también quienes hayan sufrido los estragos del sismo “tendrían todas las consideraciones para que se les generará justificante”, cuando la realidad para nosotros los estudiantes es que un justificante no elimina la inasistencia y en la mayoría de los casos no se nos permite la reposición de clase, talleres, prácticas e inclusive exámenes.
En la mayoría de las universidades donde se acordó el paro de labores para realizar actividades de acopio y brigadas fueron los directivos quienes de manera represiva y autoritaria rompieron con los acuerdos de los estudiantes que se generaron en asambleas multitudinarias. Y después de una semana de esto, ya hay casos de denuncia de represalias académicas a los estudiantes que han participado de la organización de brigadas y centro de copio.
Es por estas razones que quienes militamos en la Agrupación Juvenil Anticapitalista hacemos un llamado a la formación de organizaciones vivas dentro de las universidades que planten cara a la antidemocracia de las autoridades.
Queremos recrear en carne viva las mejores experiencias de autoorganización independiente al régimen, apropiarnos de las lecciones de la juventud que luchó en 1968, en la huelga de 1999, en el paro estudiantil del año 2014 y de la pelear por la gratuidad y defensa de la educación pública, contra la privatización, elitización y antidemocracia que impera en las universidades.
Además creemos que es fundamental poner nuestros conocimientos al servicio del pueblo pobre que siempre son los que sufren los estragos de este tipo de tragedias y como los estudiantes parisinos del ’68 pasar “del cuestionamiento de la universidad de clases al cuestionamiento de la sociedad de clases”.