El Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal de la UNC cuestionó el avance de las Autovías Punilla y Paravachasca y señaló que “resulta imprudente y desatinado continuar propiciando la devastación de los escasos ambientes nativos. Dialogamos con Santiago Benitez-Vieyra, investigador del CONICET, parte del consejo directivo en el IMBIV y uno de los firmantes de la nota.
Viernes 3 de junio de 2022 16:54
Foto: @asambleaparavachasca
Hace pocos días desde el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV), dependiente de la Universidad de Córdoba y CONICET, se dio a conocer un rechazo al avance de las obras de las autovías en las ruta nacional 38, en el valle de Punilla, y de la ruta provincial 5, en el Valle de Paravachasca. En el texto del comunicado señalan que éste “se debe no sólo a las irregularidades y deficiencias existentes en las diferentes etapas de planificación, estudio de impacto ambiental y audiencia pública sino y, principalmente, porque atentan contra la conservación de los ecosistemas nativos de Córdoba y los bienes naturales que éstos proveen, sin que se propongan además, mecanismos de restauración y remediación adecuados para los ecosistemas involucrados en ambas propuestas.” La nota, además, hace mención al contexto global de crisis ambiental y climática, señalando que “resulta imprudente y desatinado continuar propiciando la devastación de los escasos ambientes nativos remanentes en la provincia, en especial de las áreas con máxima categoría de conservación”.
Estas rutas impulsadas por el gobierno provincial han recibido múltiples cuestionamientosde parte de asambleas ambientales, vecinos, especialistas y comunidades indígenas. Uno de los principales argumentos es que “las autovías no son prioridad” contraponiendo la preferencia del gobierno de Juan Schiaretti por estas obras con los reclamos históricos de la zona, como el acceso a salud y educación, y la mejora del sistema de transporte público, lo cual además reduciría la dependencia de los vehículos particulares y ayudaría a descongestionar las rutas actuales. Sin atender estas críticas reflejadas en las audiencias públicas, el gobierno avanza actualmente con la realización de las autovías.
Dialogamos con Santiago Benitez-Vieyra, investigador del CONICET, parte del consejo directivo en el IMBIV y uno de los firmantes de la nota.
¿Cuáles son las críticas que se hacen al avance de las autovías en Punilla y Paravachasca?
Un punto de coincidencia de todos los reclamos es sobre la prioridad y los recursos invertidos en estas obras en contraposición a las necesidades manifestadas por la población. Desde el IMBIV también quisimos reflejar este ángulo, en el contexto de una crisis global tanto climática como de biodiversidad, donde Córdoba no es ajena, resulta inaceptable que se ignore esta crisis y se avance en la degradación de los ambientes de la provincia, no se encare la restauración de los ya degradados y no se piense en planes para enfrentar las consecuencias de esta crisis global que ya estamos enfrentando.
Córdoba no tiene un papel marginal en esta crisis, es una provincia que sufrió tasas de deforestación altísimas durante años, donde se producen incendios que afectan centenares de miles de hectáreas, donde avanza la contaminación de los suelos y del agua y donde también está presente la actividad minera que modifica irreversiblemente el paisaje.
En el IMBIV muchos grupos de investigación trabajan no solamente para analizar estos impactos, sino también para mostrar cómo toda esta degradación termina afectando a toda la sociedad.
Pensemos, por ejemplo, en la provisión de agua para consumo humano. Necesitamos que las sierras conserven una vegetación saludable, bosques y pastizales nativos, para que tengamos un abastecimiento continuo y seguro de agua. También como defensa frente a fenómenos meteorológicos extremos. Otro aspecto que a veces ni se considera es que los ambientes naturales constituyen un patrimonio cultural y para la recreación que no solo es aprovechado por la industria del turismo, sino que brindan una mejor calidad de vida a toda la sociedad.
La creación de nuevos caminos tiene impactos que son bien conocidos y que se van a ir acumulando en el tiempo, por ejemplo al favorecer la urbanización o aumentar la frecuencia de incendios. Cualquier daño a los ambientes naturales va a afectar no solamente a la gente que vive en los valles de Punilla y Paravachasca, sino que tiene un impacto regional. La crítica es a un modelo que no prioriza el ambiente. Y al no hacerlo, pone en riesgo a la población.
Escuchamos desde los promotores de la autovía que es una mejora para los vecinos, pero ¿quienes son los verdaderos beneficiarios?
Justamente, la única dimensión que promociona el gobierno es la mejora en el transporte, considerando sólo el transporte automotor. No soy especialista, pero creo que hay muchas soluciones para ese tema, incluyendo reforzar los sistemas de transporte público. Incluso hay vías de ferrocarril que podrían utilizarse. La realidad es que esta supuesta mejora en el transporte tiene otros beneficiarios, que son los interesados en emprendimientos urbanísticos, que desean tener accesos rápidos a la ciudad de Córdoba. También muchos señalan que estas rutas están en el marco de proyectos más amplios y sirven para el movimiento de commodities, para el transporte biocéanico.
Pero volviendo a lo primero, es un síntoma más de cómo se subordina lo público a los intereses privados. Son los empresarios inmobiliarios los que determinan dónde urbanizar y generalmente el modo de urbanización elegido son los barrios cerrados, pensados para una fracción de la sociedad que dispone de recursos como para vivir en lugares que se publicitan como “en contacto con la naturaleza”. Los costos de esta obra incluyen alterar cuencas hídricas, pasar por encima de reservas naturales y de sitios arqueológicos, de sitios de importancia para los pueblos originarios. ¿Quién va a pagar por todo eso?
Pero lo que tenemos que pensar es que este beneficio que obtiene este sector involucra costos que sufre toda la sociedad como te decía antes. Muy diferente sería la situación si la planificación urbana y regional fuera decidida de forma democrática, con consulta informada a las comunidades, con la opinión de los expertos en diferentes áreas y considerando también las necesidades de la población de acceder a la vivienda y disfrutar de un ambiente saludable.
Córdoba no es la excepción dentro del país, donde casi en cada provincia hay un conflicto ambiental de envergadura, la megaminería, los agrotóxicos, la destrucción de humedales. A la vez hay sectores que impulsan un “neodesarrollismo” al que proponen como la vía para sacar al país de la pobreza.
Si, creo que muchas veces esto toma la forma de una extorsión o de una repetición de la vieja teoría del derrame, acompañada de una ridiculización de las posiciones contrarias. El discurso es más o menos siempre el mismo, que una actividad x creará puestos de trabajo, que dinamizará la economía, que aportará recursos para sostener políticas sociales o, más crudo, que servirá para garantizar los pagos de la deuda externa. Con matices esta ha sido la política de los últimos 30 años, al menos, el consenso de los gobiernos nacionales y provinciales.
Lo que no indican es que el extractivismo tiene un impacto negativo en los territorios donde se realiza, en las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población e incluso sobre otras actividades económicas.
Otro aspecto, que directamente me produce rechazo es presentar cualquier crítica como contraria a los conocimientos científicos o como una propuesta para volver a una forma de vida primitiva. Así se ve en la discusión sobre el trigo HB4, o sobre la producción agropecuaria en general, sobre las salmoneras de Tierra del Fuego, sobre las megagranjas porcinas o sobre la necesidad de extraer metales mediante la megaminería y creo que no hay nada más alejado de la realidad. Porque la ciencia es una construcción social y declarar que hay una única voz autorizada es de un reduccionismo extremo y, en realidad, es una manera de ocultar los verdaderos intereses detrás de una propuesta bajo el manto de “lo científico”.
Esto se ve con la construcción de las autovías, donde se reduce toda discusión al interés por un agilizar el transporte automotor y de mercancías, sin considerar otros ángulos con igual o mayor complejidad. Miradas que pueden provenir tanto de la ecología como de las ciencias sociales y de conocimientos de los propios habitantes de esos lugares. Así se aborda también la discusión sobre el sistema de producción de alimentos con consumo intensivo de agroquímicos, como si fuera un tema exclusivo de la biología molecular y no fuera necesaria una mayor complejidad de análisis.
Creo que las instituciones científicas, la misma universidad no pueden permanecer ajenas a los problemas socioambientales. Y es también el llamado a poner ese conocimiento que producimos al servicio de las verdaderas necesidades de la población.
Apoyo del IMBIV a las comunidades afectadas por el desarrollo de las Autovías Punilla y Paravachasca
Enlace para descargar la nota: https://t.co/Thfbn6Y8K3
— IMBIV-CONICET-UNC (@IMBIVCONICETUNC) May 20, 2022