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Red Internacional
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LECCIONES DE GUERNICA. Axel Kicillof: de criticar a Keynes por su "ilusión estatalista" a defender al rentista inmobiliario

Un breve recorrido por el derrotero de las posturas keynesianas del gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, que finalizaron en el desalojo de las familias de Guernica. Los límites de conciliar la gran propiedad privada con los derechos de las mayorías trabajadoras.

Domingo 8 de noviembre de 2020 13:43

El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, durante la campaña electoral 2019 respondía ante quienes lo asociaban al marxismo aclarando, "Soy peronista porque en el país ha representado poner un modelo industrial por encima de un modelo financiero. En economía me considero más keynesiano" (La Nación, julio 2019).

Así mismo, Kicillof, les recordaba a los periodistas que su graduación como Doctor en Economía en la Universidad de Buenos Aires fue con una tesis sobre la obra del economista, John Maynard Keynes, la cual fue publicada como libro bajo el nombre, “Fundamentos de la Teoría General, las consecuencias teóricas de Lord Keynes” (Eudeba, 2007).

Ese mismo año, Kicillof, como titular del grupo de economistas organizados en el CENDA (Centro de Estudios para el Desarrollo Argentino) publicaba un documento citado en Página 12 en el cual sostenían la importancia de la intervención del Estado en las inversiones productivas frente a la inestabilidad de las decisiones de inversión privada.

“La inversión productiva organizada por el Estado parece ser la única receta que aporta verdadera ‘sustentabilidad’ al crecimiento acelerado, a prueba del humor cambiante o de las oportunidades especulativas de los empresarios”.

Bajo estas prescripciones, Kicillof, se acercaba en aquellos años a las fórmulas de política económica de Keynes que él mismo en su libro editado en 2010, “Siete Lecciones de Historia del Pensamiento Económico” calificaba de “osadas” tras varios años antes definirlas como una mera “ilusión” o "quimera reformista" en el documento de trabajo “Tres Keynes en la Teoría General” publicado en 2002 por el CEPLAD.

Keynes y la “eutanasia del rentista”

El economista británico, John M. Keynes, recordemos que en su obra “La Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero”, consideraba que era necesario instrumentar medidas urgentes ante la gran depresión de la década de 1930, involucrando a los Estados en asumir todas aquellas inversiones que no fueran rentables para los empresarios y, de esta manera, ir generando una abundancia de capital que bajara las tasas de interés y las rentas, porque por esa vía, él consideraba que se podía ir dejando a un lado a los especuladores financieros e inmobiliarios. En palabras de Keynes:

“Aunque este estado de cosas sería perfectamente compatible con cierto grado de individualismo significaría, sin embargo, la eutanasia del rentista y en consecuencia, la del poder de opresión acumulativo del capitalista para explotar el valor de escasez del capital. Hoy el interés no recompensa ningún sacrificio genuino como tampoco lo hace la renta de la tierra.”

Keynes alentando la inversión del Estado, sin proponerse afectar la propiedad privada capitalista; si no por el contrario, consideraba que por medio del Estado podía regularse al sector rentista y estimular un capitalismo donde las inversiones se realizaran a modo de obtener un ingreso que cubra los costos de producción, el desgaste de las maquinarias, la habilidad y el riesgo de la inversión, un modelo teórico que finalizaba en una suerte de capitalismo con rentabilidad casi cercana a cero. Algo extraño y bastante ilusorio, aunque para nada desinteresado. Así lo explica la economista, Paula Bach, “en esta hipótesis histórica es donde toma cuerpo con más fuerza el hecho de que Keynes persigue conciliar las tendencias a la socialización de las fuerzas productivas con la propiedad privada.”

Sin dudas, la apuesta política de Keynes era muy audaz, aunque no estaba exenta de las tendencias a la socialización de los medios producción propias de una época signada por la revolución y contrarrevolución que abrió la crisis de 1930 y que tenía, a su vez, la influencia en todo el mundo de la URSS –que aunque burocratizada bajo los mandos de Stalin- expresaba una relación de fuerzas más general a favor de la clase trabajadora frente al gran capital. Por su parte, lord Keynes consciente de los intereses de su clase apelaba a evitar justamente que los problemas agudos del capitalismo sean resueltos por medio de la acción revolucionaria de la clase trabajadora. Así Keynes explicaba su propósito:

“Además, será una gran ventaja en el orden de los acontecimientos que defiendo, que la eutanasia del rentista, del inversionista que no tiene ninguna misión, no será algo repentino, sino una continuación gradual aunque prolongada de lo que hemos visto en Gran Bretaña, y no necesitará de un movimiento revolucionario”.

Paradojas de la propiedad privada capitalista

Salvando las distancias del momento histórico, las recomendaciones de política económica a “lo Keynes” encuentran un contraste significativo con la decisión de avalar el desalojo de las familias de Guernica, en beneficio de un negocio inmobiliario, que terminó adoptando el gobernador Kicillof, a pedido de la Justicia y la derecha mediática. Una decisión incluso contraria a las expectativas de la población del Conurbano, como el reconocía un año atrás en una entrevista con Carlos Pagni, a quien Kicillof le aclaraba, “¿Por qué es peronista el Conurbano?. Es peronista porque lo que quiere es justicia social, bienestar, quiere progreso". (publicado en el libro, “Y ahora, ¿qué?”).

Por medio de este derrotero llegamos a una suerte de paradoja, que de algún modo u otro recae sobre aquellos y aquellas economistas que guiados por las ideas de Keynes, cuestionan los límites para el avance de las fuerzas productivas por parte del gran capital, como es el hecho de los negocios inmobiliarios que contribuyen a que existan más de 3,5 millones de familias sin vivienda propia en el país y los efectos mismos de los patrimonios de los millonarios que reproducen a escalas cada vez mayores la desigualdad en la distribución de los ingresos y la riqueza; sin embargo, terminan deteniéndose justo ante lo que hay que afectar o, en el peor de los casos, al revés, justificando de algún modo lo actuado desde el Estado a favor de los especuladores al dejar correr el desalojo de las familias sin techo. En el caso de Guernica incluso se trata de tierras que como develó una investigación de la Revista Crisis fueron parte de un negocio que involucró a un ex funcionario de Videla y se realizó meses antes de las elecciones de 1983.

La decisión no deja de ser interesada, tal como explicamos antes, los motivos de Keynes al promover la “eutanasia del rentista”, terminan siendo parte de una operación ideológica de descargar las responsabilidades sobre sectores del gran capital, “los rentistas” en este caso, cuestión que es útil al momento de dejar abierta la puerta para que exista “otro” capital interesado en la inversión y, sobre todo que ésta inversión contemple un fin social como si el capital no buscara la ganancia como fin último. De esta suerte, y sin mediar una explicación profunda sobre el tema, menos aún en un país bajo las exigencias de ajuste fiscal del FMI y con peso aplastante de la extorsión del capital financiero que lucra con la deuda pública, estiman que se podría reconciliar la rentabilidad del gran capital con las necesidades vitales de las mayorías trabajadoras. Solo el pago de intereses al FMI de esta semana por 300 millones de dólares equivale a la construcción de 5 mil viviendas de tres dormitorios. En Guernica el censo del Serpaj indicó que eran 1440 familias las que estaban asentadas.

Sin embargo, recordemos que en última instancia no es el "mérito" la condición de existencia de los grandes propietarios de las industrias, las tierras, las minas, etc.; sino como explicaran Marx y Engels en El Manifiesto Comunista, la gran propiedad “existe precisamente en la medida que no existe para esas nueve décimas partes” de la sociedad que son privadas de toda propiedad y por ese motivo se ven obligadas a obtener lo necesario para vivir vendiendo su propia fuerza de trabajo. Por esto mismo, no basta con la crítica de la gran propiedad privada y sus consecuencias sociales, se necesita avanzar dando vuelta su razón de ser, si pretendemos una salida de fondo a favor de las mayorías. Desde luego, esto comienza, poniéndose del lado de las familias sin vivienda y dando una pelea codo a codo en defensa del derecho a la tierra y la vivienda.

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Gastón Remy

Economista, docente en la Facultad de Cs. Económicas de la UNJu. Diputado provincial del PTS - FITU en Jujuy, Argentina.

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