El 7 de Octubre de 1989 Los Redondos lanzaban el disco más rockero de todo su repertorio. A 30 años de un álbum que marco el paso a la masividad de la banda.
Martes 8 de octubre de 2019 10:05
“El tipito tiene el enojo del prisionero con el culo domado a bastonazos y parece condenado a la violencia por falta de placer. Ha alborotado bajo la suela de una bota, frenéticamente hasta quedar sin aliento, inerte como una bolsa”. BBEL
Hacia 1989 todo estaba más podrido en el país. La Argentina pasaba momentos inciertos en un verano donde la muerte se transmitía en vivo por la Divina TV Führer. Una profunda crisis política y económica golpeaba al deteriorado alfonsinismo luego del retorno a la democracia burguesa en la primavera del 83. El levantamiento carapintada de años anteriores había debilitado y herido institucionalmente a un gobierno lleno de problemas de todo tipo. La hiperinflación hacía estragos a los bolsillos de la siempre tan castigada clase trabajadora. La caída del Muro de Berlín y de todo el llamado "socialismo real" era inminente. En medio de todo este torbellino comenzaba a preconfigurarse Bang Bang. En Febrero del 89 los estudios Del Cielito en Parque Leloir fue el sitio elegido para grabarlo, debido a que era un lugar cómodo, espacioso y con un sonido más crudo al estilo sala de ensayo.
“Los LP anteriores los habíamos grabado en Panda, y no sé cómo nos llegó la noticia del Cielito, que estaba bien equipado, que había buenas condiciones. Fuimos a verlo y de movida nos atrajo la experiencia de poder encerrarse ahí, estar 15 días conviviendo sin tener que cumplir horarios”. Entrevista a Skay Beilinson para la Revista El Musiquero, Noviembre de 1989.
A pesar de tener el estudio a su disposición todo el tiempo que quisieran, las canciones no tuvieron demasiadas tomas, con alguna excepción. Gustavo Gauvry fue el técnico de grabación. Patricio Rey va a mantener su independencia de las productoras multinacionales, y allí radicara su estrechez de fronteras.
“No te estoy contando una historia que me pasó, tal cual me pasó. Para eso te llamo por teléfono. Aunque esté basado remotamente en una experiencia personal, lo que yo escribo es ante todo un disparador para permitirme imaginar”. (Recuerdos que mienten un poco - autobiografía de Carlos Solari. Conversaciones con Marcelo Figueras).
Las letras de Los Redondos no se explican, se sienten en cada nervio craneal de esas personitas que forman parte de este perverso mundito.
El disco comienza con “Héroe del whisky” y un riff que te envuelve entre sonidos onomatopéyicos de Solari. La guitarra artesanal londinense de Beilinson empieza a garabatear las primeras notas. El bajo de Daniel Bucciarelli también se hace sentir. Los chispazos entre Solari y Symns, antiguo monologuista de la banda, se hacen evidentes en algunos pasajes de la canción.
“Rock para los dientes” tiene un tempo rápido, agitado, apresurado como un reflejo de esta sociedad consumista y alienada. La batería se mantiene pareja sostenidamente y los solos de Beilinson en guitarra y Dawi en saxo construyen y le dan continuidad a este rock ligero. La parabellum del buen psicópata es casi hardcore y además hay mucha inventiva de Skay (riff inicial y solo promediando la canción), si no fuera por el saxo final que hace vibrarlo todo. Beilinson y Dawi siguen casi siempre una línea melódica compartida y hacen una dupla contundente al unísono con sus instrumentos. Rick Anna fue invitado a oprimir teclados.
“¿De dónde salió el título La parabellum del buen psicópata?”
“Era una forma de aggiornar la parábola del buen samaritano. Muchas veces dije que al hombre del futuro, aquel que tenga éxito en la tarea de adaptarse y sobrevivir, no le va a quedar otra que ser un psicópata”. (Recuerdos que mienten un poco).
“Amores como flechas van cruzando el cielo y te acribillaran”…
Skay tiene las influencias de Hendrix, Beatles y Stones pero a la hora de tocar siempre imprimió un sonido propio en donde muchas veces las cuerdas dobles estuvieron presentes. Los arreglos del flaco en este disco tienen un peso predominante a la hora de hacer una valoración total del trabajo grupal.
La escritura de Solari no proclama, sugiere. Es un francotirador disparando en distintas direcciones. Hay algo recurrente en este disco como en la mayoría de los discos de Patricio Rey. La garganta etílica del rocker se toma su tiempo para entrar a la canción y expresar su lirica. En Bang Bang su voz magnética está en plenitud.
“Un Pacman en el Savoy” tiene swing. Sigue con la tónica de esos riffs adictivos de Beilinson, festivos, envolventes y afilados. A mover el culito con “Nadie es perfecto”. Un rockito energético con base clásica, al estilo Berry de los 50. Te levanta como sea y te mantiene con los músculos activos. El señor de los vientos lo hace una vez más con un solo que te eriza la piel. “Y ahora el tipo arropa como un bolchevique, y con la soga al cuello va”…
Bang Bang tiene en su nombre el estilo comic donde por primera vez incorpora en su interior las letras. En cuanto a la música, suena agresivo, afilado y con un sonido garage. Gauvry fue quien terminó de darle forma a la redondez del álbum participando sobre el final el técnico Mariano López, aunque sin éxito. Gauvry le imprimió un sonido más áspero, hard, con distorsión y reverberencia y eso lo hizo diferente a los anteriores de la banda. A partir de esta placa PR va a cambiar de liga, del under a los estadios sin escalas. Es el ultimo en aparecer en formato vinilo y la banda se consolida en su formación de cinco integrantes.
El arte de Cohen es potente. El 3 de Mayo de 1808, los soldados franceses fusilaron a un grupo de españoles que osaban rebelarse contra la tiranía napoleónica. El ojo de Goya vio desde su lente ese acontecimiento y pintó un cuadro donde un pelotón de fusilamiento asesinaba a un mártir y una masa desesperada seguiría el mismo camino. Rocambole se inspiro en ese cuadro, mantuvo las estructuras solo cambiando a los fusiladores que ya no eran los franceses sino enfermeras de la Cruz Roja subrayando la decadencia de los valores. Y claro, dibujó a Goya mirando por la ventana. Un Goya con pinta de inspector y con un perro al lado con cabeza de pistola alemana.
“Tiene que ver con la descripción más cruda de lo que nos pasa, de una mirada rocker a un mundo que no viene muy bien pero que igual apuesta a su ilusión. Un rocker es un tipo que no se cansa de creer en sus ideales. No es la cosa decepcionada del darkie, sino todo lo contrario porque siempre vale la pena esa fracción de belleza que uno puede atesorar en un momento. Creo que estas son las únicas confirmaciones sobre el valor de esta vida, porque el resto es vorágine y dolor”. Carlos Alberto Solari en Revista Canta Rock.
Ese preámbulo del frontman nos da pie para llegar a “Esa estrella era mi lujo”. Distinta al resto no solo porque es la única balada del álbum, sino porque fue concebida prácticamente en el propio estudio. Track romántico, algo poco frecuente en el sonido redondo. Esa estrella te desgarra y todo el tiempo está marcada por el compás emocional. La intro te va preparando para todo lo que sigue. Punteos definiendo el pulso sufrido y un saxo que pareciera estremecerse en llantos. Beilinson y Dawi juegan juntos y tiran paredes constantemente una y otra vez. Interpretación fantástica de Solari tocando fibras íntimas. La lirica es dolorosa, delicada, directa al corazón, sin vueltas. Los acordes de Skay son en realidad notas sutiles, sencillas y efectivas, con mucho guiño a Mark Knopfler. La gola del entrerriano se tensa sobre el final y nos deja un tono tanguero y melancólico. Es una canción de amor... sí, de amor letal. Patricio Rey está liquidado de amor.
“Era todo?, pregunté (soy un iluso), no nos dimos nada más, sólo un buen gesto. Mordí el anzuelo una vez más (siempre un iluso), nuestra estrella se agotó, y era mi lujo”…
Carmen Castro más conocida como la negra Poly fue el nexo entre la banda y lo exterior. Comenzó distribuyendo los discos casa por casa en un esfuerzo descomunal. También tiene el crédito de ser manager cuando en esa época solo hombres ocupaban ese puesto. En la revista Cerdos y Peces nos cuenta algo al respecto.
“Toda mi vida viví en grupos, es mi pasión unir a la gente. Yo soy esa. Ya voy a tener tiempo de estar sola, cuando sea más grande. Por ahora sigo aprendiendo, experimentando, haciendo. Yo corro con las tribulaciones deshacer. Y puedo asegurar que me dan mucho trabajo. Esta es mi vida, alguien tiene que cumplir esa función y a mí me provoca mucho placer. Existe el riesgo de caer en el situacionismo, pero siempre hay un riesgo”.
Otro rock and roll bien arriba con “Maldición va a ser un día hermoso”. Desempolvado por Solari de los viejos tiempos, la letra es una especie de sátira de la vida rutinaria. El señor Beilinson lanza bellos dibujos de guitarra con claras reminiscencias a Creedence. El solo de Dawi sigue generando emociones en las almas desangeladas.
Los Redondos van a masificarse a partir del concierto en el estadio de hockey de Obras con capacidad para 25.000 personas a fines de ese 89. El elemento de la violencia y el descontrol ya comenzaba a preconfigurarse también. Así lo explica Sidotti para la revista La Mano en el año 2009.
“Yo estaba sentado en la butaca y sentía que se movía todo, fue como un terremoto loco! Se corrió el escenario entero… había un bloque de gente que no sé de donde había salido. Se prendieron las luces y la gente hizo como una estampida de pogo”.
“Ropa sucia” es espesa, con mucha potencia y distorsión. Un sonido crudo y sucio de la gloriosa viola Gibson de Skay. Hay ribetes de “Glass Onion” de los Beatles. La letra nuevamente remite a una prosa tanguera. “Vivir solo cuesta vida”.
Cierra el disco a todo trapo la guerrerista “Nuestro amo juega al esclavo”. Bélica, fulgurante y violenta en el epilogo de una década donde la piel ardía por todas partes. Es la hermana de “Crua Chan” de Sumo con acento de gaitas. La guitarra de The Edge está envuelta por la SG de Skay y sus bends. Otra rica lirica de Carlos Alberto que se ve prestigiada además por el efecto de eco logrado, y el cual le da más cuerpo al aspecto vocal que tanto obsesionaba al entrerriano en el estudio. Sidotti, al cual no habíamos destacado demasiado en el álbum, representa la bota castrense y se despide con unos tambores excelsos. Patricio Rey está jugando a la guerra, es el fin.