El extesorero del PP asienta su defensa en desvincularse de Francisco Correa y en rebajar tensiones con su ex partido. Suceda lo que suceda, tan solo hay corrupción en el horizonte.
Ivan Vela @Ivan_Borvba
Lunes 16 de enero de 2017
Foto: EFE
Ayer 16 de enero fue el día señalado para la reanudación del “macroproceso” del caso Gürtel. El juicio, que acumula ya más de treinta sesiones, tenía hoy en la Audiencia Nacional un invitado de lujo dentro de los círculos corruptos en el Estado español.
Luis Bárcenas compareció en la sala de San Fernando de Henares para defenderse de la acusación de fraude fiscal y por el cual la fiscalía pide para él 42 años de cárcel y 88,8 millones de euros de multa. Según las investigaciones, la acusación que recae sobre el extesorero es el fraude de más de 11,5 millones a Hacienda entre los años 2000 y 2009.
No obstante, el entramado del mayor proceso judicial por corrupción es tan complejo, que en una misma vista judicial se mezclan blanqueo de dinero, cajas B y comisiones fraudulentas. Las relaciones entre capitalistas y sus representantes políticos son tan lucrativas que no desechan oportunidad alguna para defraudar.
En lo referente a la acusación concreta que centraba la vista judicial de ayer lunes, Luis Bárcenas aseguraba que el dinero en sus cuentas suizas corresponden a una exitosa carrera como inversor bursátil y no pagos no realizados a la Hacienda pública como sostiene la Fiscalía Anticorrupción.
En este mismo punto, el extesorero puso especial empeño en desvincular a su mujer Rosalía Iglesias, presente a su lado en el banquillo de acusados, de toda responsabilidad en la gestión económica de la pareja.
Bárcenas ha asegurado ante el juez que todas las declaraciones de la renta “las realizaba yo con el asesor. Las hacíamos separadas o conjuntas según fueran más ventajosas. El asesor me las explicaba y yo firmaba lamía y ponía un garabato en la declaración de mi mujer”.
El caso Gürtel vuelve a incomodar al Partido Popular. Desde hace meses, tanto el extesorero como el Partido Popular han limado asperezas, o cuanto menos, no han ampliado la brecha. A la petición conjunta de ambos de demandar el cierre del “macroproceso”, se sumó, incluso para sorpresa del propio letrado defensor de Bárcenas, la retirada por parte de éste de la acusación al Partido Popular por la destrucción de los ordenadores de la sede de Génova.
En esta línea, hoy Luis Bárcenas ha asegurado la existencia de una caja B, una contabilidad “no oficial” confeccionada con su antecesor, Álvaro Lapuerta, entre 1990 y 2008, algo que siempre ha sido rechazado por la cúpula del partido conservador.
Respecto a este apartado, Bárcenas ha asegurado que eran “donativos de empresarios, pero a cambio de nada”. A esta “increíble” afirmación el extesorero ha añadido que la cantidad de esta caja B no se destinaba a las campañas electorales del PP, pues “la subvención por ley electoral era suficientemente generosa, se recuperaba el dinero”.
En la cita judicial no podía faltar, aunque fuera de palabra, el “cabezilla” de la trama, Francisco Correa. A lo largo de la vista, Bárcenas se ha esforzado profundamente en desvincularse de todo tipo de actividad corrupta de Correa, tanto él, como su ex partido. Bárcenas se ha retractado pues de su declaración de abril de 2014, en la que reconoció el pago “en negro” al Partido Popular por parte de proveedores concretos como agradecimiento por las concesiones de obra pública a sus empresas.
Para dar este giro de 180 grados en su declaración, Luis Bárcenas ha afirmado que “las condiciones en que hice mi declaración eran muy especiales -se encontraba en la cárcel-”. Además prosiguió con su defensa apuntando que “ninguna de las empresas de Correa ha recibido cantidades en efectivo. De la sede central del partido todo lo que se pagaba, se pagaba oficialmente, la subvención por la ley electoral era lo bastante generosa para que no hiciera falta pagar nada, no era necesario pagar nada”.
Frente a estas explosivas declaraciones, ningún dirigente del Partido Popular ha realizado declaraciones. Tras la celebración de su comité ejecutivo, ningún miembro del partido hizo referencia a las noticias que llegaban desde la sala de la la Audiencia Nacional.
Tan solo al finalizar la reunión Pablo Casado, responsable de comunicación, ha defendido la honorabilidad de los altos cargos del Partido Popular y desechado hacer valoraciones de la línea de defensa de Bárcenas.
La corrupción se vuelve a instalar, ya desde el inicio del nuevo año, en la puerta del Partido Popular y vuelve a desenmascarar la naturaleza corrupta de este Régimen, gobernado por y para el lucro privado de las élites capitalistas.