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Red Internacional
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OPINIÓN. Bienvenidos al Norte

Ante la crisis migratoria una multitud de voces reclaman el derecho a emigrar, pero me pregunto: ¿No deberíamos también reclamar el derecho a no tener que emigrar?

Miércoles 2 de septiembre de 2015

Estamos asistiendo desde los televisores de nuestras casas a una visión terrible, miles de refugiados sirios, afganos y de otros países de Asia y África cruzando el Mediterráneo, atravesando Grecia, Macedonia y Serbia, para entrar en la UE por Hungría y así alcanzar como sea los primeros países de la zona Euro (Alemania, Dinamarca, Suecia, etc.).

Las imágenes de los trenes caldera que los transportan hacinados, nos recuerdan a las imágenes de los trenes en la India. Pero cuando entrevistan a cualquiera de esos refugiados, podemos ver que pese a la distancia, son como nosotros. Son estudiantes, familias completas, trabajadores, con la ilusión y las expectativas puestas en mejorar, no solo es huir de la guerra, la miseria y la muerte, sino también encontrar un futuro mejor, trabajar de sus profesiones, muchos cargados con todos sus títulos, esperanzados de vivir mejor o quizá solo vivir.

Vienen de países que pese a que podamos creer que están muy lejos, son territorio conocido para los Gobiernos y la Patronal Europea. Son los países que Europa y EE.UU. llevan siglos colonizando. Donde se olvidan de los discursos complacientes y demagógicos que nos dan de comer en el “primer mundo” y retoman las prácticas coloniales que nunca abandonaron. Son los países a los que se saquea, se juega con ellos, como simples peones en la política internacional. Todo vale con tal de conseguir petróleo, gas… y si en el camino, hay que destruirlo todo, aupar a dictadores o grupos fanáticos y financiarlos, es lícito, con tal de mantener el estatus de Europa.

Mientras esto sucede, acudimos impasibles al espectáculo que nos muestran las televisiones con titulares como: “Hungría recurrirá al Ejército para frenar la llegada de inmigrantes”. Se multiplican por doquier discursos de extrema derecha, metiendo miedo con que el “Estado del bienestar” se vendrá abajo si “somos más”. Estamos asistiendo a discursos propios del nazismo, en boca de políticos que dicen ser de centro como el Ministro de Exteriores español. Por si fuera poco, el PSOE, se enorgullece de cómo trató la crisis de los cayucos hace años, realizando devoluciones en caliente.

Dentro de poco nos dirán que el Ejército húngaro se sintió acosado (igual que la policía municipal en España) y “tuvo que disparar” contra la población civil. Que por otra parte cabe destacar que los ejércitos son los mejores defensores de los intereses de las clases dirigentes.

Por otra parte hay una gran multitud de voces que reclaman el derecho a emigrar, pero me pregunto: ¿No deberíamos también reclamar el derecho a no tener que emigrar? A no tener que salir de tu hogar, para salvar la vida o para “progresar”, por culpa de una mafia que se llama neoliberalismo.

Exigir un puesto de trabajo y unas condiciones de vida dignas no son ni pueden ser una mera consigna pasajera sino una importante necesidad histórica para los trabajadores y los pueblos. Porque la necesidad de vivir es la íntima necesidad de nacer, amar, luchar, trabajar y morir en la propia tierra si así lo queremos, o en otra, pero sin tener que sentirnos “ajenos”.

Por desgracia estamos asistiendo a un espejo, del que tenemos que aprender. Los refugiados que estos días pasan por debajo de alambradas de espino, podríamos ser nosotros mañana. No se trata solo de ser solidario sino de comprobar que es necesaria la unidad de clase, la unión de trabajadores, para luchar contra las injusticias que hoy afectan a millares de personas, que el día de mañana nos afectaran a todos nosotros. En un futuro, nos veremos obligados abandonar nuestra tierra de origen por culpa del neoliberalismo imperialista (muchos ya lo tienen que hacer) si no nos decidimos a luchar los trabajadores por cambiar nuestra realidad.