El equipo del Mellizo consiguió un valioso empate 1-1 ante el bravo Nacional. El gol de visitante le brinda tranquilidad para la vuelta en la Bombonera. Mucha fricción, poco juego.
Augusto Dorado @AugustoDorado
Viernes 13 de mayo de 2016
Foto: Taringa
El público xeneize se acostumbró a ser protagonista en la arena internacional en lo que va del siglo. Del año 2000 en adelante logró éxitos resonantes que lo ubican entre los clubes más coperos del mundo. Supo disfrutar de grandes equipos, de momentos inolvidables con Riquelme, Palermo, el mismísimo Mellizo. Pero también se acostumbró a ganar y llegar lejos en las competencias más importantes, sobre todo la Libertadores. En lo que va de la edición 2016, muestra lo segundo; lo primero, lo sigue debiendo.
Anoche en el Parque Central –reducto en el que Nacional de Montevideo ofició de local- ofreció poco espectáculo. El local -otro club copero, de los más grades de América- tampoco aportó demasiado, para ser justos. Estuvo más cerca de ganarlo, pero el empate imparte justicia ante la poca generación de juego de ambos lados, salvo arranques aislados.
A los 5 minutos, Boca incursionó el área uruguaya (una jugada que concluye con centro al ras de Fabra que nadie logra conectar); prometía calzarse el traje de protagonista yendo al frente. Quedó en promesa. Lo que le siguió fue un compendio de roces, empujones, fricción, pelotazos, espera. Apenas una buena atajada de Orión ante un remate desde lejos del lateral Fucile que pescó un rebote, por el lado de Nacional, y un bochazo del 4 xeneize –Peruzzi- que pasó relativamente cerca de un palo. Nada más.
En el segundo tiempo vinieron los goles, como flashes de otro partido. Antes hubo una aproximación de Chávez y una oportunidad increíble perdida por Polenta ante un arco casi vencido de Orión. Pero se abrió el marcador a los 25 minutos de esa etapa con una guapeada del colombiano Fabra. Boca con ese gol de visitante capitalizaba una ventaja importante.
El empate llegó de un centro pasado, bajado de cabeza para Polenta que le cedió el honor a Fernández: con una volea circense estampó el 1-1. Todo ante la mirada atónita de la defensa de Boca que sólo en ese momento se quedó dormida, tal vez confundiendo su vestimenta alternativa (toda amarilla con finas rayas azules) con un pijama.
Un empate con aroma a triunfo para los dirigidos por Barros Schelotto porque le permiten salir con comodidad a jugar la vuelta en La Boca. Hasta empatando sin goles puede clasificar al equipo para las semifinales, para llegar lo más lejos posible, como se acostumbró la parcialidad azul y oro. No será un trámite porque Nacional sabe agrandarse en las difíciles. Hay garantía de lucha para la semana próxima. Lo que no está garantizado es el fútbol; ojalá aparezca.