Daniel Lencina @dani.lenci
Miércoles 15 de octubre de 2014
Más de 100 días de lucha, y cincuenta números publicados del Boletín de Lucha de Lear, nos remontan a la historia del movimiento obrero y su creatividad. Si tomamos como primer ejemplo la huelga norteamericana de los Teamster(camioneros) de Minneápolis, casi automáticamente pensamos en el “Organizer” (“El organizador”). En medio de una huelga durísima por el reconocimiento de su sindicato y aumento salarial, tiene a este periódico sindical como su pilar “organizador”, como su nombre lo indica. A mediados de los años 30s, los capitalistas descargan la crisis en las espaldas del pueblo trabajador. Millones de desocupados y el atropello de los más elementales derechos laborales, convertían a cualquier huelga en una batalla: sindicalizarse en los dominios del Tío Sam, era equivalente a ser un “comunista” que amenazaba el orden y la propiedad privada de los patrones y los banqueros de Wall Street. Por eso desde el inicio, el periódico se convirtió en la voz de los trabajadores, y la lucha de éstos, en el centro que reunió tras de si a hombres y mujeres, esposas y familiares, desocupados y jóvenes trabajadores, ganándose la simpatía de toda la población. Sus artículos, relataban día a día la huelga y eran una voz contra los medios que respondían a la “Alianza Ciudadana” (un conglomerado que reunía a la patronal de Minneápolis, y que tenía a la policía como su principal arma contra los trabajadores o, cuando no, a los rompehuelgas). Era una verdadera voz que contrarrestaba a “la gran prensa” que metía miedo, mentiras y confusión en la población. Se repartía en todos los barrios y hasta en las tabernas, se colaboraba en una alcancía para su sostenimiento. Luego de varios momentos de esta gran huelga, que tuvo decenas de heridos y un trabajador muerto, se llegó a la victoria. En aquél número, se dejaba constancia: “termina la huelga pero no concluye la lucha” (tomado de Farrel Dobbs “Rebelión Teamster”). Gran periódico que tuvo entre sus colaboradores, no sólo a sus protagonistas, los obreros en huelga, sino también a los fundadores del trotskismo norteamericano como James Cannon y Max Shachtman.
Para la misma época, en los años 30s, en la “década infame” en la Argentina , la prensa del movimiento obrero, iba de la mano con la organización independiente, en diversas tendencias (comunistas, anarquistas, socialistas y sindicalistas). En medio de lo que fue una de las huelgas generales de mayor importancia en la historia del país, como fue la de enero de 1936, toda la prensa juega un rol clave, ganando mayor peso la del partido comunista. “¿Es que la vida de un obrero vale menos que una bolsa de cemento?” Pero incluso así, el periódico de la CGT y sus circulares con la voz de Mateo Fossa, dirigente destacado del “Comité por la Defensa y Solidaridad de los Obreros de la Construcción ”resonaban en todos los rincones del mundo del trabajo, jugando un rol de propaganda política, uniendo lo que las patronales, el gobierno y su personal político quieren dividir, se contestaba: “el conflicto de los obreros de la construcción no es un hecho aislado y esporádico. Nos afecta a todos por igual, y es vitalmente necesario para el movimiento sindical, prestar la más amplía y generosa ayuda al mismo. Su triunfo significa el triunfo de todos. Su derrota es nuestra ruina. ¡Arriba los corazones proletarios! ¡A luchar por la causa de esos bravos y abnegados compañeros! (Por el Comité. El Secretario M. Fossa)" (tomado de Iñigo Carrera, N."La estrategia de la clase obrera - 1936").
Si cruzamos la cordillera, a mediados de 1973, los trabajadores chilenos ante el descalabro económico de las patronales que querían tumbar al gobierno de Allende y la UP, responden con control obrero y ocupan lugares estratégicos de la economía. Muchas de esas luchas enormes pueden verse en el gran film de Patricio Guzman “La Batalla de Chile”. Y para contrarrestar las opiniones de los poderosos capitalistas, los trabajadores editan un periodico que en un claro ejemplo de internacionalismo y en homenaje al Cordobazo argentino, titularán “El Cordonazo”. Ya para septiembre cuando Pinochet da el golpe militar, las fábricas más importantes y activas de este movimiento fueron el último y valiente reducto de la resistencia a la azonada fascista. En la Argentina la juventud y los trabajadores ganaban las calles al grito de “hermano chileno, no bajen las banderas que aquí estamos dispuestos a cruzar la cordillera”.
El desarrollo de los Cordones industriales fue un fenómeno que superó a la organización sindical de los trabajadores, la CUT , y que esbozaba una alternativa al gobierno de la UP, pero fue cortada de cuajo. Sin embargo nos dejaron enormes lecciones y motivos de orgullo obrero.
El Boletin de Lear, con el paso del tiempo, se inscribirá en la historia reciente de la clase trabajadora. En el fin de ciclo de un gobierno al servicio de las patronales yanquis y en el fin del mito que los sindicatos y el movimiento obrero son de Perón: los trabajadores, con su lucha, escriben su propia historia.
Daniel Lencina
Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.