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Red Internacional
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Reseña. Bolivia, 1952: la Revolución de Abril a debate

Juan Hernández docente e historiador especialista en historia latinoamericana, reseña el libro de Eduardo Molina "Revolución Obrera en Bolivia – 1952. Crisis, guerra e insurrección en el corazón de Sudamérica", editado en el 70 aniversario de la Revolución por Ediciones IPS.

Viernes 14 de abril de 2023 00:04

La reciente publicación del libro Revolución Obrera en Bolivia - 1952, de Eduardo Molina (1955-2019), es un aporte relevante al estudio y la comprensión de la Revolución Boliviana de 1952. El autor, militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y de la Fracción Trotskista – Cuarta Internacional (FT-CI), vivió largos años en Bolivia, adquiriendo un amplio conocimiento sobre la historia y la cultura del país, en particular las luchas sociales y políticas que atravesaron su historia contemporánea.

Estos conocimientos adquiridos a lo largo de los años, están volcados en este voluminoso libro que, como se aclara en la Presentación, no es una investigación académica, sino un ensayo histórico realizado “desde una perspectiva estratégica por el autor, es decir, al servicio de la actividad revolucionaria en el presente”. En esta tarea, Molina recupera una gran cantidad de trabajos históricos, testimonios, documentos, ensayos, entrevistas, materiales diversos, analizados e interpretados desde una perspectiva marxista que busca no sólo reconstruir los rasgos fundamentales de los procesos históricos sino también desentrañar las causas profundas de los mismos.

La obra contiene una Introducción y seis Partes. En la Introducción se plantean los problemas fundamentales a encarar y la perspectiva teórica general con la que se pretende abordar los mismos. Las Partes I a IV remiten a los antecedentes de la Revolución de 1952: las particularidades del desarrollo histórico de Bolivia, el impacto de la crisis de 1929, la guerra del Chaco y la crisis final del Estado oligárquico, la posguerra chaqueña y finalmente el sexenio (1946-1952), ya en los prolegómenos del estallido revolucionario. Las Partes V y VI constituyen el corazón del libro, dedicados al estudio de las Jornadas de Abril y los acontecimientos inmediatamente siguientes: la fundación de la Central Obrera Boliviana (COB), la dualidad de poderes, el gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), la actuación de la izquierda y la lucha política post-revolucionaria. El libro cuenta con un Prólogo y un Epílogo, escritos por Javo Ferreira, dirigente trotskista boliviano.

Desde nuestra mirada, el principal aporte de este libro es el detallado estudio de las Jornadas de Abril, que le permite al autor captar la compleja dinámica del proceso político-social iniciado con el primer acto de la Revolución. El resultado de este esfuerzo es el desentrañamiento de la dinámica golpe de Estado (fallido) / insurrección / revolución, cuya naturaleza no es fácil de percibir dada la vertiginosidad con la que se precipitaron los acontecimientos. Como es conocido, el 9 de abril de 1952 estalló en La Paz un complot tramado por el MNR, que contaba con la adhesión del general Antonio Seleme Vargas, jefe del Cuerpo de Carabineros. El objetivo del mismo era formar un gobierno provisional presidido por Seleme, que se comprometiera a celebrar nuevas elecciones en reemplazo de las anuladas por los militares, en las que habían triunfado los candidatos del MNR. Pero la intentona fue rechazada por el alto mando del ejército, que decidió atacar a los rebeldes acantonados en el centro de la ciudad. La crisis política permitió la irrupción de las masas populares en la lucha abierta entre las facciones que se disputaban el poder.

Molina realiza una excelente descripción de los escenarios físicos en los que se dirimieron las relaciones de fuerza, en las ciudades de La Paz y Oruro, detallando con precisión las concentraciones obreras, los campamentos mineros circundantes, los asentamientos populares y el emplazamiento de las fuerzas militares. Es particularmente impactante la descripción de los combates librados por los trabajadores. En La Paz, se luchó denodadamente en El Alto, en el distrito fabril de Villa Victoria, en las cercanías del cementerio, en torno al gran cuartel de Miraflores, heroicos combates que terminaron con la victoria de la insurrección. En Oruro, los mineros y el pueblo tomaron el cuartel del Regimiento Camacho, rechazaron tres contra-ataques, y finalmente libraron una batalla campal en el sur de la ciudad, venciendo a los efectivos militares e impidiendo su marcha hacia La Paz.

Sobre estos hechos sólo existían hasta ahora trabajos y reconstrucciones parciales. El gran aporte de la obra es ofrecer un cuadro de conjunto, que permite apreciar el cambio de las relaciones de fuerza a lo largo de los tres días de lucha. El autor demuestra que este abrupto pasaje -del golpe de Estado fallido del MNR a la insurrección obrera triunfante en no más de 72 horas- fue el resultado de un proceso de acumulación de experiencias y conciencia de clase de los trabajadores en los años previos, minuciosamente descriptos en los capítulos precedentes. Queda claro que el golpe de mano del MNR, para volver al poder en una salida concertada con parte de la cúpula militar, sólo fue el detonante de la situación revolucionaria emergente.
A partir de este núcleo central, el libro abre diversas líneas de interpretación y estudio controversiales. En este espacio nos limitaremos a señalar algunas de ellas.

El autor se pregunta porqué, si fueron los obreros y los trabajadores los principales protagonistas del triunfo de la revolución, terminaron entregando el gobierno al MNR, un partido que no tenía ningún interés en la profundización de la misma. La pregunta es compleja desde su misma formulación, al establecer una distancia entre los trabajadores y el MNR, que numerosos testimonios ponen en duda. Pese a todas sus limitaciones, el MNR era, en 1952, un partido con amplia influencia en los sectores populares, conquistada mediante la apropiación simbólica del martirologio de Gualberto Villarroel (1946) -del cual se proclamaron continuadores-, y el encabezamiento de la lucha contra la rosca oligárquica en los últimos años del sexenio, cuando se consolidó el liderazgo de Víctor Paz Estenssoro en el partido y de Juan Lechín en el movimiento obrero. Proclamado el gobierno de Paz Estenssoro-Siles Zuazo, la inclusión en el gabinete presidencial de los “ministros obreros” -el denominado “cogobierno MNR-COB”- le permitió al nacionalismo ocupar el vacío de poder y, a la larga, resolver la inicial dualidad de poderes a su favor. El gobierno de Víctor Paz impulsó un programa de reformas -voto universal, nacionalización de la minería, reforma agraria, reforma educativa, conexión con el Oriente- que dio contención momentánea a las aspiraciones de las masas y a la vez reorientó el desarrollo capitalista del país.

En relación a la izquierda trotskista, el libro plantea una mirada hiper-crítica, ya presente en otras obras de esta corriente historiográfica -como las de Liborio Justo o Sándor John- que relativiza logros importantes del trotskismo en Bolivia, corporizado en el histórico Partido Obrero Revolucionario (POR). Entre ellas, su muy temprana organización partidaria (1935), su precoz orientación militante hacia los campamentos mineros, su decidida intervención en el Congreso Extraordinario de la Federación Minera de noviembre de 1946, en el cual se aprobó, a su iniciativa, la célebre Tesis de Pulacayo, o la posterior constitución del Bloque Minero Parlamentario (una alianza electoral entre el POR y la Federación Minera), todo lo cual cimentó un sólido vínculo con los trabajadores mineros. Planteos como la escala móvil de horas de trabajo y de salarios, el armamento de los trabajadores, la ocupación de las minas o la formación de milicias obreras, que en su momento sorprendieron por su radicalidad, fueron adoptados por los mineros a iniciativa de los militantes trotskistas. No hay ninguna necesidad de relativizar estos aciertos tácticos, para efectuar el necesario balance crítico de la orientación general del POR, en especial inmediatamente después del triunfo de la insurrección, cuando en lugar de plantear la independencia del movimiento obrero y la resolución de la dualidad de poderes a favor de los trabajadores, aceptó la inclusión de los “ministros obreros” en el gabinete del MNR y centró su intervención en la presión al ala izquierda del oficialismo.

La interpretación de la Tesis de Pulacayo, documento central de la Federación Sindical de los Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), adoptada en noviembre de 1946, es otro aspecto controversial del libro. La Tesis, escrita como es conocido por Guillermo Lora, requiere lógicamente una apropiación crítica, dada el tiempo transcurrido. Pero su caracterización como documento “semi-etapista”, a partir de la exégesis de uno de sus párrafos –claramente mal redactado- cuando desde el principio ubica las transformaciones revolucionarias a realizar en Bolivia, como parte de la revolución socialista a nivel internacional, luce como una exageración. Hay algo, por otra parte, que no se puede obviar: es la Tesis Política de una organización sindical, no es, ni podía ser, un documento programático partidario.

Estas y muchos otros debates interesantes sugiere este notable estudio, cuya lectura es sumamente recomendable para quienes quieren adentrarse en la historia de nuestros pueblos latinoamericanos. Cumple con creces el objetivo trazado por su autor, de servir a la actividad revolucionaria en un doble aspecto: descubriendo la anatomía de una insurrección triunfante, y aportando al debate sobre los problemas estratégicos del poder obrero y la revolución social.