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Red Internacional
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Con 590.000 muertos. Bolsonaro defendió en la ONU un "tratamiento precoz" contra el coronavirus

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, defendió hoy, al abrir la Asamblea General de la ONU, el uso de medicamentos sin comprobación científica contra el coronavirus, atribuyó a las cuarentenas el aumento de la inflación y sostuvo que no hay corrupción en su Gobierno, investigado por el escándalo de un intento de compra fraudulenta de vacunas.

Martes 21 de septiembre de 2021 13:23

El presidente ultraderechista brasileño, Jair Bolsonaro, defendió este martes el llamado "tratamiento precoz" contra la covid-19 ante la Asamblea General de la ONU y dijo no entender "cómo" muchos países y parte de la prensa global se oponen.

"Apoyamos el tratamiento precoz", dijo Bolsonaro, el primer líder en pronunciarse ante la Asamblea General, en alusión a un polémico cóctel de remedios promovido por su Gobierno frente a la pandemia y que incluía remedios de dudosa eficacia, como la cloroquina.

"Yo fui uno de los que hizo ese tratamiento inicial", indicó en referencia a cuando contrajo covid-19, y dijo no entender "cómo muchos países y parte de los medios de comunicación se pusieron en contra", y agregó que "la historia" dirá quién estaba correcto.

Bolsonaro, que este lunes antes de iniciar la Asamblea General de la ONU tuvo que comer en la calle de un restaurante de Nueva York por no tener certificado de vacunación, es un abierto negacioncita de la peligrosidad del coronavirus. Desde el primer día dijo que solo se trataba de una "gripecita" e hizo todo lo posible por mantener la economía abierta a pedido de los empresarios y en conjunto con los gobernadores de todos los signos políticos.

Producto de esta política, Brasil se convirtió en uno de los países más afectados del mundo y suma casi 591.000 muertes por coronavirus, supera los 21,1 millones de casos y, aun con las cifras a la baja, ha tenido en las últimas dos semanas un promedio de 556 muertes por día.

También se resiste a la mascarilla, aunque la usó al llegar al recinto de la ONU, llegó a ufanarse este lunes ante el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, de no haberse vacunado, lo cual justificó en que ya tuvo covid y que eso le ha dejado "una tasa de inmunización muy alta".

El presidente, que está siendo investigado por la responsabilidad de su gobierno en casos de corrupción durante la compra de vacunas y por la gestión de la pandemia, evitó hablar ante la ONU de esos escándalos y por el contrario aseguró que vino a salvar al país que "estaba al borde del socialismo, ahora nuestras empresas estatales son lucrativas”, y que "ahora tiene "un presidente que cree en Dios, que respeta a la Constitución, valora a la familia y debe lealtad a su pueblo".

Ni Brasil se encontraba al borde del socialismo, ni las empresas son más lucrativas. Lo que hubo en Brasil luego del golpe institucional contra Dilma Rousseff en 2016, fue una aceleración en los planes de ajuste que ya venía llevando adelante el propio PT y que incluyó reformas laborales, previsionales, congelamiento de sueldos, y ya con Bolsonaro en el poder una ola de privatizaciones de varias de las principales empresas públicas.

Bolsonaro también dijo sin tartamudear que Brasil no ha tenido casos de corrupción durante 2 años y 8 meses. Sin embargo, solo el escándalo de corrupción de Covaxin (compra irregular de vacunas) asciende a 2 mil millones de reales.

Además de este caso de corrupción con las vacunas, muchos otros escándalos se unen a la lista. Toda la familia de Bolsonaro ha convertido la corrupción en un negocio familiar, lleno de empleados fantasmas y estafas de todo tipo desde que el presidente era diputado. Por no hablar de la relación con las milicias de Río de Janeiro, en las que su familia está envuelta hasta el cuello.

En medio de las protestas de los brasileños residentes en Nueva York que se vieron en el día de ayer, la estrategia de Bolsonaro fue presentar ante la ONU una "agenda positiva" sobre su gestión política. Sin embargo, con la pandemia dominando el centro del debate, la situación de Bolsonaro es complicada.

Hay casi 600 mil vidas perdidas gracias a la negligencia y la negación del gobierno brasileño. El hambre ha llegado a más de 20 millones y otros 100 millones se encuentran en situación de inseguridad alimentaria. La crisis de la economía, la inflación y el desempleo están batiendo récords diarios en Brasil. Todos estos factores hacen difícil que el discurso edulcorado y favorable a su gestión de Bolsonaro pueda convencer al mundo de un Brasil que no existe.