En la asunción del ultraderechista Jair Bolsonaro como presidente “heredero del golpe” de Brasil, la sorpresa para muchos fue el saludo efusivo de Evo Morales que por tuit afirmó que tanto él como Bolsonaro “son socios estratégicos que miran el mismo horizonte de la Patria Grande".
Mirta Pacheco @mirtapacheco1
Miércoles 2 de enero de 2019 00:00
El primer día del 2019 arrancó con un acto institucional en Brasil, que representa una mala noticia tanto para trabajadores, las mujeres y el pueblo pobre brasilero y todos los que luchan por defender las libertades democráticas.
Lógicamente estamos hablando de la jura para presidente de Jair Bolsonaro, que recibió el saludo de varios mandatarios, entre ellos el presidente de Chile Sebastián Piñera, también de signo derechista. La misma ideología que enarbola por ejemplo, el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, también presente en la ceremonia.
Pero también en Brasilia se hizo presente el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, que no solo saludó efusivamente a Bolsonaro sino que luego lanzó un tuit donde mientras lo llamaba “hermano”, planteaba que tienen la misma mirada estratégica sobre la patria grande.
Acompañamos en su posesión al Hno. Presidente, @jairbolsonaro, con la convicción de que las relaciones Bolivia-Brasil tienen raíces profundas de lazos de hermandad y complementariedad de nuestros pueblos. Somos socios estratégicos que miran el mismo horizonte de la #PatriaGrande.
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) 1 de enero de 2019
Esto causó sorpresa (a la que le siguió un estruendoso silencio de radio), a muchos seguidores de Evo, que en Argentina se encuentran mayoritariamente entre quienes se reivindican afines al kirchnerismo. Los mismos dirigentes de ese sector, con Cristina Kirchner a la cabeza, hablaban del “sueño de la patria grande” en referencia a una Latinoamérica unida y con sus pueblos viviendo en libertad y bienestar.
Como si eso fuera posible sin enfrentar y romper con los imperialismos, responsables del saqueo de nuestros suelos y riquezas. Entre esos imperialismos, Estados Unidos es el de mayor injerencia y poder en nuestra región, su “patio trasero” como históricamente se ha denominado a América Latina.
Lo que sí fue notorio es la verborragia a favor del ultraderechista Bolsonaro, de parte del presidente de Bolivia. Porque ni Piñera fue tan lejos, es más el chileno declaró: “a Jair Bolsonaro lo vamos a empezar a conocer y evaluar a partir de hoy“.
Esta frase indica por un lado que la derecha chilena espera que Bolsonaro cumpla su plan de guerra –lo cual dependerá de muchos factores y no solo de la voluntad política del “heredero” del golpe institucional-, pero también que es consciente que para ellos, los políticos que representan el poder del gran capital, una cosa es hablar en campaña electoral y otra “hacer” cuando ya se ocupa el cargo.
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Más cauto, Piñera, no se desvivió en elogios.
Pero si hacemos un poco de memoria y nos remontamos a los hechos y dichos, en verdad no es tan sorprendente que Evo Morales haya tenido estos gestos políticos tan benevolentes para quien apenas asumió ratificando su plan de guerra contra las trabajadoras y trabajadores (“reformas estructurales”), contra las mujeres y las personas LGTBI (“combatir la ideología de género”).
Si pensamos en la ideología retrógrada que tiene Bolsonaro en cuanto a los gays, lesbianas, travestis, etc. Evo no se queda atrás. En 2010 realizó un discurso diciendo el disparate de que la homosexualidad era producto de la alimentación en base al pollo, que contiene “muchas hormonas femeninas y por eso los hombres salen así…”
Fue un verdadero vendaval de críticas las que recibió en aquel momento, tanto en su país como internacionalmente.
Seis años después, en 2016, producto de la lucha de la comunidad LGTBI boliviana, junto con varias organizaciones que defienden los derechos de las minorías, en el país andino se logró aprobar la Ley de Identidad de Género.
Pero, ¿qué pasa en Bolivia con los derechos de los trabajadores?
Ya a fines del 2017 Evo realizó un ataque a la salud pública, que en ese país viene atravesando una profunda crisis, con centros de salud en condiciones precarias, sin tecnología, aparatología, etc.
Primero fue extender la jornada laboral de los médicos de 6 hs. a 8 hs, con el mismo salario, medida que fue derrotada por la movilización de los trabajadores de salud. Luego, con el intento de implementar un nuevo código del sistema penal, se proponía entre una de sus medidas, criminalizar las prácticas médicas. Esto llevó a que en Bolivia las fuerzas represivas del Gobierno del MAS terminaron el año con una brutal represión a médicos, enfermeras y estudiantes de medicina que se movilizaron contra esta medida que finalmente no fue implementada. Evo Morales iba girando cada vez más a adoptar medidas neoliberales.
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Ya en el año que dejamos atrás, quien se considera “hermano” del representante de la ultra derecha brasileña, aprobó una “ley de Etanol” (Ley de Aditivos de Origen Vegetal) que fundamentalmente favorece a los agroindustriales de Santa Cruz, en detrimento de tierras aptas para cultivos de alimentos, siendo Bolivia el país de la región con mayores niveles de inseguridad alimentaria, seguida por Nicaragua y Guatemala.
La última medida del 2018 fue el anuncio de su cuarta re elección, habilitada por el Tribunal Supremo Electoral. Esto provocó el enojo de una oposición que el 6 de diciembre organizó varios bloqueos en la mayoría de los departamentos de Bolivia.
Además que le obsequió a la derecha, en bandeja de plata, una bandera democrática.
El disgusto se debe a que Morales inscribiéndose junto a su vicepresidente Álvaro García Linera, como candidatos para la elección primaria de este nuevo año, pasa por encima de la Constitución del Estado Plurinacional, que dice que los presidentes y vice, solo pueden ser re electos de manera continua, una sola vez.
Pero no solo eso, sino también que ignora el referéndum vinculante que se realizó en 2016 donde el No a la cuarta re elección, ganó por un 51,3%. Evo Morales se dispone así, a fortalecer en forma cada vez más autoritaria, la figura presidencial.
¿Quién le hace el juego a la derecha?, vendría bien a esta altura hacerse esa pregunta.
El saludo tan amigable de Evo hacia el xenófobo, misógino y enemigo de los trabajadores Jair Bolsonaro, también obedece a cuestiones más prácticas: el déficit comercial que Bolivia tiene en favor de Brasil.
Desde el 2016 la balanza comercial con ese país más grande de América del Sur, arroja resultados negativos por más de 100 millones de dólares (según datos del Boletín Electrónico Bisemanal del Banco Ganadero), a pesar de las ventas de gas.
Tal vez Evo Morales persigue la vana ilusión que adornando con palabras bonitas a quien representa la consumación del golpe institucional en Brasil, vasallo de Estados Unidos, esos resultados negativos para Bolivia, se inviertan.
Mientras tanto, él mismo sigue internamente atacando a los trabajadores y conciliando con la derecha andina.