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Red Internacional
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Medio Oriente. Bombardeo de Beirut: Israel arrasa un barrio entero y mata al líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah

Se confirmó la muerte de Hassan Nasrallah, junto con la de al menos seis personas, con 91 heridos por los bombardeos israelíes de este viernes en el suburbio sur de Beirut, capital del Líbano, según informó el Ministerio de Salud.

Viernes 27 de septiembre de 2024 20:54

Desde la guerra de 2006, los suburbios del sur de Beirut no habían sido objeto de un ataque tan brutal por parte del ejército israelí, que ya ha golpeado la ciudad varias veces esta semana.

Las primeras noticias indicaban que el jefe de Hezbollah, Hassan Nasrallah, había escapado al intento de asesinato, pero en las últimas horas tanto Israel como desde Hezbollah se confirmó su muerte. Todavía se desconoce la suerte de otros altos mandos. En un ambiente apocalíptico, los equipos de rescate trabajan en los suburbios del sur, buscando cuerpos enterrados bajo los escombros.

En la noche de este viernes se reportaron nuevos bombardeos israelíes sobre la capital libanesa.

Los ataques se dieron horas después del discurso de Benjamin Netanyahu ante las Naciones Unidas (ONU), en el que el Primer Ministro israelí rechazó cualquier alto el fuego e indicó que continuaría sus ataque contra el Líbano. Durante ese discurso la mayoría de los presentes en la sala principal de la ONU se retiraron, mostrando que el gobierno israelí cuenta con cada vez menos aliados en su ofensiva criminal que sigue en Gaza y se extiende al Líbano.

El gobierno argentino de Javier Milei es uno de los pocos que sigue mostrando su apoyo incondicional a Israel, mientras Estados Unidos, Francia y otras potencias, que han actuado como aliados de Israel, pidieron al gobierno de Netanyahu que acate un alto al fuego. Estos reclamos no impiden que Estados Unidos siga financiando la máquina guerrerista israelí.

Israel recibió hace unos días un paquete de ayuda de 8.700 millones de dólares de Estados Unidos para apoyar sus actuales esfuerzos militares y mantener una ventaja militar cualitativa en la región. El anuncio se produjo tras las conversaciones entre el director general del Ministerio de Defensa de Israel, Eyal Zamir , y la subsecretaria de Defensa en funciones de Estados Unidos para Políticas, Amanda Dory , según el Ministerio de Defensa de Israel.

El ejército israelí aseguró que el objetivo del atentado era el cuartel general de Hezbollah en los suburbios del sur de la ciudad, cerca del hospital Rasoul al-Aazam, próximo al aeropuerto de Beirut. En un segundo comunicado, el ejército israelí afirmó que el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, se encontraba allí en el momento de la explosión y que era el principal objetivo del ataque. Finalmente se confirmó la muerte del líder Nasrallah; este ataque podría tener repercusiones regionales e incitar a Hezbollah a responder con menos moderación.

A la vista de las explosiones, los israelíes utilizaron potente munición antibúnker, capaz de alcanzar objetivos en el interior de edificios residenciales. Las imágenes del lugar del bombardeo ya dan una idea aterradora de la magnitud de la destrucción.

La ofensiva de Israel en el Líbano abrió una nueva situación en Medio Oriente, cuyos contornos aún no están definidos. ¿Se va inevitablemente a la tercera guerra del Líbano? ¿Habrá alguna respuesta de Irán? ¿Tiene una estrategia Netanyahu o se trata de otro movimiento táctico? Son preguntas que por ahora no tienen respuestas categóricas.

Hace unos días en un mensaje muy esperado, el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, no dio demasiadas precisiones de cómo respondería la organización a semejante ataque. En su mensaje, Nasrallah reconoció el impacto del golpe recibido –“el mayor en términos de seguridad y humanidad, sin precedentes en la historia de la resistencia en Líbano”, dijo–. Aunque también aseguró que el golpe no debilitó la resolución del grupo y definió la guerra como un “ciclo”.

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Desde el punto de vista político, Netanyahu espera que la ofensiva le permita recomponer su gobierno, que enfrenta una crisis por diferencias explícitas de los mandos militares con los objetivos de la guerra en Gaza, divisiones en el gabinete, en particular con el ministro de defensa Y. Gallant, que hace sinergia con la “calle”, que rechaza su política de negarse a negociar la liberación de los rehenes que aún permanecen en manos de Hamas, y que se manifiesta en oleadas masivas de movilizaciones intermitentes. La última movilización exigiendo un cese del fuego inmediato fue el 2 de septiembre cuando cientos de miles salieron a repudiar a Netanyahu por la ejecución de seis rehenes en Gaza. La protesta incluyó una huelga general de 8 horas convocada por la Histadrut, la central sindical sionista. El límite de estas protestas es que en el marco de un giro a la derecha de la sociedad israelí, no han surgido sectores significativos que cuestionen el proyecto colonial del estado sionista.

La supervivencia del gobierno de Netanyahu (y por lo tanto su libertad personal) está indisolublemente ligada a su sociedad con los partidos de la extrema derecha religiosa y de los colonos, es decir, a la continuidad y eventualmente expansión de la guerra. Como el objetivo de “erradicar a Hamas” es una quimera, Bibi oscila entre los sectores más ultras que pujan por una suerte de “solución final”, es decir, la expulsión de la población palestina de Gaza y Cisjordania, y una versión moderada de esta misma estrategia que implica reocupar militarmente algunas zonas de la Franja de Gaza, como aparentemente estaría tratando de hacer ahora en el norte de la región.