Es alentador y renueva las energías ver la cantidad de trabajadores y trabajadoras que aceptaron fotografiarse para estampar un grito de revuelta contra la opresión. Trabajadores y trabajadoras del subte dijeron BASTA a la homofobia, trabajadores y trabajadoras de la Universidad de San Pablo dijeron NO a las violaciones. Muestran así que pueden ser una alternativa de lucha y organización para todos los sectores oprimidos y, más que eso, son pasos gigantes en la conciencia de la clase.
Jueves 27 de noviembre de 2014
Fotografía: facebook
En la última semana las páginas del diario Folha de São Paulo y de Estadão publicaron fotos de trabajadoras y trabajadores de la Universidad de San Pablo (USP) con carteles contra violaciones ocurridas en el campus universitario. Esta semana, trabajadores y trabajadoras del subte de San Pablo están ganando espacio en las redes sociales con fotos de apoyo a Danilo y Raphael, una pareja que fue agredida en el subte de San Pablo. Estos son ejemplos que encierran muchas ideas.
La burguesía utiliza todas las formas de opresión para dividirnos, a la vez que ha ido cooptando a muchos movimientos que antes se decían radicales, buscando institucionalizar la lucha contra las opresiones. De esta manera, los sectores dominantes, a través de sus gobiernos, perpetúan la opresión mientras intentan hacer pequeñas concesiones para presentarse como progresista.
Pero, ¿dé que le sirve a la clase dominante la existencia del racismo, el machismo y la homofobia? Ninguno de sus intereses está por fuera de su necesidad vital: perfeccionar las formas de explotación y aumentar sus ganancias. Que los trabajadores se opriman entre sí o que no le den ninguna importancia a la lucha de los sectores oprimidos son dos premisas fundamentales para mantener intactas las bases de este sistema de explotación.
Pero cuando los trabajadores se dan cuenta que frente a cada mujer violada, a cada trabajadora asediada, o a cada homosexual asesinado, la lucha de toda la clase obrera retrocede, cuando los trabajadores logran ser concientes de esta situación, comprenden que nuestros enemigos son la burguesía, los patrones y los gobiernos. Por lo tanto, no podemos tolerar que en nuestra clase se reproduzcan los prejuicios burgueses que no solo oprimen sino que imponen patrones de belleza, comportamientos y formas de relación social y afectiva.
Al mismo tiempo, cuando los trabajadores se dan cuenta que pueden levantar las banderas de amplios sectores oprimidos de la sociedad, comienzan entonces a plantearse como alternativa a esa burguesía que busca cooptar a los sectores que se rebelan. Sea con los besos gay en las novelas globales, sea con programas de acción afirmativa o con cupos para mujeres en los cargos de poder, son concesiones que muchas veces la burguesía se ve obligada a dar, como paliativo, para contener los anhelos de las masas oprimidas.
Es en este momento que los trabajadores disputan con la burguesía su “hegemonía”, es decir, la posibilidad de que mujeres, negros, homosexuales vean en trabajadores y trabajadoras una clase que puede, si está armada con una estrategia revolucionaria, abrir el camino a la liberación de los trabajadores y de toda la humanidad, terminando con las formas de opresión. Esto no puede suceder en los marcos de un sistema basado en la desigualdad, como es el capitalismo, y por eso la burguesía solo puede vendernos ilusiones de concesiones mínimas, que no alteran en nada esta sociedad de explotación. Los llamados “reformistas” contribuyen a ese desenlace.
Es alentador y renueva las energías ver la cantidad de trabajadores y trabajadoras que aceptaron fotografiarse para estampar un grito de revuelta contra la opresión. Trabajadores y trabajadoras del subte dijeron BASTA a la homofobia, trabajadores y trabajadoras de la Universidad de San Pablo dijeron NO a las violaciones. Muestran así que pueden ser una alternativa de lucha y organización para todos los sectores oprimidos y, más que eso, son pasos gigantes en la conciencia de la clase para que con firmeza enfrentemos la opresión que la burguesía inyecta en la clase obrera.
Saludamos a las trabajadoras y trabajadores del Movimiento Nuestra Clase, que el último 15 de noviembre votaron la realización de estas dos campañas y también a quienes, en forma independiente o como parte de otras organizaciones políticas, aportaron a esta iniciativa. La construcción de un nuevo tipo de sindicalismo en Brasil permitirá encarar de manera contundente y revolucionaria la lucha contra todas las formas de opresión. Sin dudas será una novedad explosiva en el movimiento obrero.