El programa Basta de Verso entrevistó a Valéria Müller docente y militante del Movimiento Revolucionario de Trabajadores (MRT), integrante de la Red Internacional de La Izquierda Diario. Müller nos cuenta qué sectores patronales están detrás de los bloqueos de ruta y las manifestaciones de la extrema derecha golpista y qué rol tendrían que jugar los sindicatos y organizaciones sociales para enfrentarla.
Viernes 4 de noviembre de 2022 01:35
"Bolsonaro, después de 48 horas de silencio luego de perder las elecciones por un margen pequeño, habló como un líder de la oposición de derecha, un líder de una fuerza social tanto institucional como "semi legal" en las calles. Después de las elecciones esto se probó tanto con los bloqueos de ruta de contenido golpista, como las manifestaciones de extrema derecha que llamaban a la intervención militar. Esos bloqueos fueron organizados por las patronales agrarias y de camioneros, con la complicidad de la Policía Rodoviária Federal (N.R.: la Policía Caminera).
Luego del discurso de Bolsonaro los bloqueos comenzaron a disminuir, aunque este último miércoles hubo manifestaciones golpistas frente a los cuarteles, que pedían la intervención militar. Incluso con cuestiones repugnantes como saludos nazis en Santa Catarina, donde hay una base significativa del bolsonarismo.
Frente a todos esto la posición del PT y las centrales sindicales ha sido esperar a que las instituciones funcionen, negándose a organizar a los trabajadores y el pueblo, un absurdo total frente a este avance de la derecha.
Es incierto todavía cómo seguirá la situación, pero no hay una relación de fuerzas para un golpe. Sectores de la gran burguesía como la Federación de Industrias de Sao Pablo, la Federación de Bancos y la fracción demócrata del imperialismo liderada por Biden, están porque Lula asuma. Incluso el Alto Mando militar (aunque no le desagradan estas manifestaciones) se estaba separando de Bolsonaro. Pero está todo bastante abierto por ahora.
Hay mucha expectativa con el futuro gobierno de Lula, pero también hay mucha polarización en el país: no va a ser un gobierno estable, que asume con una crisis económica internacional. La derecha salió fortalecida, pero puede ser que luchas de resistencia emerjan exigiendo las promesas de campaña de Lula. El hecho de que su vice sea Geraldo Alckmin, un conservador de derecha que como gobernador atacó a trabajadores y a la juventud, es el resultado de la conciliación del Lula y el PT con el régimen político que resultó luego del golpe institucional del 2016.
A lo largo de la campaña Lula y Alckmin fueron tejiendo alianzas con importantes sectores patronales y de la derecha conservadora como los sectores evangélicos. Eso explica porqué Lula dijo que su gobierno, "no será un gobierno del PT". Tendrá que ser un gobierno que se acomode a todo ese arco de alianzas derechistas que fue construyendo a lo largo de la campaña electoral. Eso explica las declaraciones de Lula contra el aborto, por ejemplo.
La cuestión entonces es que se trata de un régimen democrático aún más degradado y derechista. Además de que el nuevo gobierno, no tendrá el mismo margen económico que tuvo, principalmente en el segundo gobierno de Lula, para hacer concesiones. El mundo vive una crisis económica, con muchos elementos de desestabilización también. Y en el país la situación es bien distinta también. Por otro lado los grandes medios de comunicación, grandes sectores patronales presionan para un mayor giro "al centro".
Por todo eso, nosotros venimos insistiendo que para enfrentar a Bolsonaro o a el bolsonarismo como corriente de derecha, no será confiando en las instituciones. Los bolsonaristas quedan ahora con mucho peso en el Congreso, además de tener fuerza como sectores sociales. Lula ganó por un estrecho margen. Por eso es necesario confiar en nuestras propias fuerzas: las de los trabajadores, las mujeres, la juventud, para enfrentar esta ideología de extrema derecha. Para esto hace falta que los sindicatos, los movimiento sociales, los centros de estudiantes, etc. organicen una fuerza social que pueda enfrentar organizada a este fenómeno bolsonarista.
Justamente eso, es responsabilidad del PT que está en la dirección de importantes y gigantescas organizaciones obreras y de movimiento sociales. Pero lo que hicieron, incluso en el gobierno de Bolsonaro, fue negarse a organizar grandes manifestaciones en contra de cada uno de los ataques. Y cuando hubo movilizaciones, su rol ha sido controlarlas, separar una movilización de otra.
Nosotros hemos estado codo a codo con cada uno de los que buscaba enfrentar a Bolsonaro, pero entendemos que no se puede confiar en instituciones, como la la Corte Suprema por ejemplo. Es necesario que la clase obrera intervenga con sus propios métodos de lucha: la huelga, los piquetes de trabajadores, para eso también las organizaciones sindicales tienen que romper con su pasividad, para mandar a la extrema derecha al basurero de la historia".