Denuncia. Brasil envía municiones para la represión en Perú: una trama de complicidades

El sábado 14 de enero llegaron a Perú casi 30 mil cartuchos de gases lacrimógenos provenientes de Brasil. Fue un pedido hecho por la Policía Nacional del país cordillerano para fortalecer una represíón que ya se cobró más de 60 vidas. Una trama de complicidades con el gobierno golpista.

Un avión Hércules de la Fuerza Aérea de Perú aterrizó el sábado 14 en Perú. La inmensa aeronave militar llevaba en su bodega 28.960 cartuchos de gas lacrimóneno provenientes de Brasil, para apuntalar a una represión brutal encabezada por el gobierno de Dina Boluarte, que ya asesinó a más de 60 manifestantes en el convulsionado país cordillerano.

El envío fue despachado, a pedido de la Policía Militar, por la empresa Cóndor Industria Química de Brasil. Se trata de una carga por casí U$S 500 mil solicitada a fines de diciembre por el Estado peruano. Tal es el alcance de la represión, que las fuerzas de seguridad prácticamente agotaron los gases lacrimógenos, de ahí que se haya hecho este pedido de urgencia, fundamentado en la resolución Ministerial N 031-2023.

Si bien la solicitud fue realizada en los últimos días del año saliente, es decir bajo el gobierno del derechista Jair Bolsonaro, el envío fue despachado ya entrado el 2023, es decir, bajo el gobierno de Lula da Silva que no hizo nada para detener una medida que, a todas luces, refuerza la represión de un gobierno golpista, asesino e ilegítimo. Un documento confirma que el Estado peruano, a través de las autoridades de la PNP (Policía Nacional de Perú), solicitó al gobierno brasilero la visita de una delegación para trasladar la venta acordada. El permiso fue otorgado y las municiones lacrimógenas ya son lanzadas en Perú.

No es casual esta actitud cómplice del gobierno brasilero con la represión del gobierno de Baluarte. Por el contrario, es lógico. Como venimos denunciando en La Izquieda Diario, tanto el gobierno de Lula, como el gobierno de Alberto Fernández y el Frente de Todos, vienen desplegando una política de complicidad más que elocuente: en primer lugar, reconocieron al gobierno golpista de Boluarte, línea que ratificaron con creces durante la cumbre de la Celac, donde borchornosamente se omitió condenar la represión en el convulsionado país.

El gobierno brasilero fue más allá: durante la cumbre de la Celac se reunieron el canciller brasilero, Mauro Vieiera, y su par peruana, Ana Cecilia Gervasi, donde estrecharon lazos al punto de acordar, a pedido de Brasil, una cumbre entre Lula y la golpista Boluarte. Un gobierno con pretensiones progresistas, legitimando a cara lavada a un gobierno asesino surgido de un golpe institucional blindado por las fuerzas represivas.

El despacho de gases lacrimógenos a Perú por parte del gobierno de Lula hace acordar, nada menos, que al lamentable envío de pertrechos que hizo el gobierno de Mauricio Macri al gobierno golpista de Jeanine Añez en Bolivia, en noviembre de 2019.

Esta denuncia parte de preceptos tan básicos que hasta Amnistía Internacional solicitó al Estado Español que omita vender pertrechos al gobierno peruano. Pero Lula actúa como cómplice de la represión asesina.

La actitud de Lula es coherente con los preceptos de Washington para Perú, que es la de apuntalar el golpe. Luego de este bochorno nadie podría sostener seriamente que Lula ni ningún gobierno expresan una política que defiende una "autonomía regional": acá hay alineamiento con el imperialismo yanqui.

Lula podría haber vetado el suministro de cartuchos por la empresa Cóndor y no lo hizo. Después que ningún desprevenido funcionario de estos gobiernos pregunte cómo se fortalece la derecha: se fortalece en políticas vergonzosas como estas.