Framing Britney Spears, un documental sobre la princesa del pop y el tutelaje sobre las mujeres. ¿Por qué #FreeBritney y qué nos dice de la opresión de género? Columna de Cultura de El Círculo Rojo (jueves de 22 a 24 por Radio Con Vos, 89.9).
Celeste Murillo @rompe_teclas
Viernes 19 de febrero de 2021 11:16
Escuchá acá la columna completa
La semana pasada se estrenó el documental coproducido por el diario estadounidense The New York Times y la plataforma Hulu presentaron Framing Britney Spears. El documental se centra en la vida de la cantante y la tutoría legal que mantiene su padre (Jamie Spears) sobre su persona y su fortuna.
Britney Spears tiene uno de los recorridos más frenéticos de la industria de la música. En menos de 10 años, los medios ayudaron a su coronación y a sacarla del trono y cuando estaba en el suelo, la siguieron pateando. De este lado de la pantalla, la fascinación fue la misma mientras Britney era la chica sexy de Louisiana que rompía los récords con “Baby One More Time” y cuando la humillaban públicamente por comportarse de forma dudosamente responsable con sus hijos, por hartarse de la persecución de los paparazzis o por engordar.
En 2008, después de un divorcio escandaloso y de que su exmarido le quitara la custodia de sus hijos, el padre de Britney (Jamie Spears) asumió el control de su carrera y de su vida. No fue una decisión de la cantante, sino de una corte del estado de California: fue considerada una persona menor de edad y el poder judicial dispuso a su padre como tutor legal por “cuestiones de salud mental”, primero de forma temporal y luego, permanente. La figura legal que utilizaron fue la de curaduría (en inglés en conservatorship).
Durante estos 13 años, la cantante peleó en varias oportunidades para recuperar el control sobre su vida. El 11 febrero de 2021, la corte de California rechazó su pedido pero aceptó que Britney Spears tenga su propio representante en la curaduría que, contra su voluntad, mantiene su padre.
Britney y nosotras
La vida de Britney Spears está muy lejos de la vida de la mayoría de las mujeres, tiene una fortuna cercana a los 60 millones de dólares. Pero, como sucedió con las denuncias de las actrices de Hollywood con el hashtag Me Too, ver los recovecos de la opresión de género entre las ricas y las famosas permiten reflexionar sobre qué pasa con las mujeres que trabajan, que llegan justo a fin de mes, que se hacen cargo de sus familias.
La figura legal de curaduría suele utilizarse sobre personas mayores, especialmente cuando sufren demencia, para protegerlas de posibles estafas o maltratos. La figura legal no incluye tratamientos de salud forzados ni supervisión médica y puede ser aplicada sobre las personas o la su propiedad.
Que sea posible durante tanto tiempo obligar a una persona adulta, capaz de particular en actividades económicas y creativas tiene que ver, en parte, con que en nuestras sociedades se sostiene, de formas sutiles y variadas, la idea de que las mujeres somos personas que hay que tutelar de alguna forma. Puede ser directamente prohibiendo actividades (lo que se conocía como el “patriarcado institucionalizado”) como en algunos países, donde las mujeres no pueden manejar o no participan de la vida política o cuando el Estado decide sobre la posibilidad de interrumpir voluntariamente un embarazo.
Hasta 1926, las mujeres argentinas éramos iguales a los menores de edad: la mujer casada quedaba subordinada a la potestad del marido. Aunque cambió, pasaron décadas hasta que las mujeres pudieran divorciarse o decidir sobre sus hijos e hijas, y casi un siglo para decidir sobre su cuerpo.
Las leyes se modificaron pero las concepciones no evolucionaron “naturalmente”, fueron cuestionadas por la movilización de las mujeres en alianza con otros sectores oprimidos. Nada se cayó solo.
Esos cambios no borraron que las mujeres sigamos siendo oprimidas en una sociedad atravesada por muchas desigualdades, que se nutren de esa opresión y, a su vez, las refuerzan. Aun cuando existe la igualdad formal (leyes que dicen que somos iguales), la desigualdad se confirma en la vida real con la brecha salarial, la dependencia económica, la sobrerrepresentación en la precariedad y la pobreza, que marca la vida de la mayoría de las mujeres.
Britney y Maradona
Que tenga cierta legitimidad tratar como menor de edad a una mujer adulta (con el argumento “Britney está loca”), que compone música, graba, actúa y genera un montón de dinero, habla más del estatus de las mujeres en general que de Britney en particular. No es objeto de este debate si debería hacer un tratamiento médico o psicológico, si necesita ayuda para tomar decisiones.
Es, como mínimo, llamativo que varones en una situación similar no hayan visto su autonomía en peligro. Diego Maradona es un ejemplo cercano, atravesó momentos muy malos pero no hubo en general un clamor para reducirlo a un menor de edad, por cuestiones de salud mental.
El lugar en el que está hoy Britney Spears es la culminación de un recorrido de sexismo y cosificación. En su ascenso le hicieron preguntas sobre su virginidad, sobre sus tetas y sus novios, era un objeto de deseo y de entretenimiento. Ya cuesta abajo, fue tratada más duramente que cualquier varón famoso que no se ocupa de sus hijos. La humillación se transformó en parte de la industria que la rodeaba.
La imagen de Britney Spears se transformó en la imagen de “no estar bien”, de descontrol, de dejar de cumplir lo esperado. No fue necesariamente una rebelión, aunque así fue abrazada por una parte del público. En un texto publicado por la revista Anfibia, Tamara Tenenbaum reflexiona sobre cómo se enlazan locura y feminidad en diferentes momentos y sitúa a Britney como un episodio de esa historia: “Britney encarna un tipo particular de loca característico de la sociedad de los medios masivos que también le tocó ser a Winona Ryder en los ‘90: la loca famosa, la que nos muestra su vergüenza en tiempo real, la que nos mostró su éxito y nos deja regocijarnos en su caída”.
¿Vieron que hay muchos memes que dicen “Si Britney sobrevivió al 2007, vos podés con esta pavada”. En cierta medida es cierto, pero “sobrevivir”, no arruinar su carrera y “volver a la normalidad” (que sería no pegarle a un auto, no hacer escándalos) fueron sinónimo de perder la autonomía durante 13 años, algo más parecido a permanente que temporal.
En el mismo artículo leemos: “el modo en que una sociedad trata a la figura de la ‘loca’ -escondiéndola o exaltándola- habla de la relación de esa época o de ese grupo social en particular con la idea de normalidad”. Cómo se trata lo normal y lo opuesto, cómo se presenta la locura de varones y mujeres también habla de los valores y los prejuicios de las sociedades capitalistas y patriarcales como las nuestras.
Britney y Marx
Hace un tiempo dio vueltas un supuesto textual de Britney que generó un montón de memes de “Britney comunista”, que decía “Siempre canté sobre la relación entre las personas y los sistemas económicos que gobiernan sus vidas”, algo que la verdad tiene que ver bastante con su vida.
Bueno, Britney no habló de Marx en realidad, o al menos no dijo esa frase, pero Kark Marx, sí habló de las mujeres que encerraban diciendo que estaban locas. Y dijo que usaban el poder que el Código Civil y el derecho de propiedad les daban a los maridos para encerrar a sus esposas con los mismos cerrojos con los que el avaro cierra los baúles de su cofre, porque “la mujer es parte del inventario”.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.