Si el Estado español pretende evitar el estigma de estrenar sanciones, el Ejecutivo que salga del 26-J deberá pensárselo bien antes de cumplir sus promesas electorales.
Miércoles 8 de junio de 2016
Las promesas en campaña de nuevas rebajas de impuestos de Rajoy no gustan nada en Bruselas. Las promesaes d gasto de Podemos, menos aún. Tampoco el deseo de renegociar la senda del déficit, que proponen PSOE y Ciudadanos, es visto con buenos ojos por un importante sector.
Está claro que más allá de las cuestiones técnicas y de reglamento, en última instancia, la política rige las instituciones europeas. Ateniéndose estrictamente a las reglas explicitas, el Estado español debería ser multado por su repetido incumplimiento del déficit acordado en el pacto de estabilidad.
El jefe del Eurogrupo y ministro holandés de Finanzas, Jeroen Dijsselbloem, señala que hay “serias razones” para que el Estado español sea multado.
Sin embargo, la Comisión Europea decidió posponer la decisión sobre una posible multa por incumplir los objetivos de déficit hasta después de las elecciones generales. Por lo que Bruselas abrirá ese procedimiento de infracción a mediados del mes de julio.
La decisión, que obedece a motivos políticos, no ha caído nada bien en Alemania así como en otros países del norte de Europa. “No estamos contentos con la decisión. La Comisión la tomó dentro de sus competencias, pero no nos parece afortunada”, declaró el ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schäuble.
Berlín, por su parte, ha promovido una opinión legal del Consejo para suspender el año de prórroga para el déficit español, así como el portugués, hasta que Bruselas se pronuncie sobre las sanciones. Aunque la prorroga sea una realidad ante los hechos consumados. Ningún gobierno podrá corregir en 6 meses os déficits.
Pero por otro lado, Francia se opone e incluso Italia, no estarían a favor de que se consumara la sanción. El ministro de Finanzas francés, Michel Sapin, afirmó que Francia será “indulgente” y que “no está en el espíritu del Eurogrupo” la aplicación de sanciones.
Por su parte, el gobierno central de Madrid se muestra confiado en que no habrá sanciones.
Sin embargo Alemania, por ahora, juega a dos bandas: muestra dureza en público, pero está esperando a las elecciones del 26-J para fijar su postura definitiva. “Si España no hace gamberradas es muy posible que no haya multas (…)” dejaban oír a la prensa desde la diplomacia europea.
Un aviso a navegantes, por si a alguno de los candidatos se le ocurre llevar adelante las tibias medidas de sus programas electorales.
Ningún plan que se resigne a aplicar los dictados de la troika, o en su defecto a intentar negociarlos, deparará nada bueno para los trabajadores y los sectores populares.