Mientras el gobierno reprime con las fuerzas armadas al pueblo trabajador y campesino que sigue de pie resistiendo y el MAS junto a direcciones sindicales y sociales negocian con los golpistas, en Argentina surgen distintas interpretaciones sobre los motivos económicos del golpe. El análisis en la editorial de Pateando El Tablero que se emite por Jujuy FM 101.7, miércoles de 13 a 15hs.
Jueves 21 de noviembre de 2019 09:00
Editorial en Pateando El Tablero, Jujuy FM 101.7, miércoles de 13 a 15hs.
- La situación abierta en Bolivia tras el golpe de Estado pasó a ocupar la atención de todos y más aún en provincias limítrofes como Jujuy. Las imágenes de la masacre del ejército sobre la población campesina del pequeño poblado de Sacaba en Cochabamba o en la represión en la planta de hidrocarburos de Senkata en la ciudad de El Alto no dan lugar a la duda. Se trata de un golpe de Estado.
- Dentro del amplio espectro de quienes desde Argentina nos ubicamos del lado de enfrentar a los golpistas circulan distintas interpretaciones sobre las causas económicas que llevaron al golpe. A grandes rasgos las podríamos ordenar en dos visiones. Una de ellas habla de un “revancha neoliberal” que pone el acento en dar vuelta las mejoras económicas que obtuvieron las mayorías trabajadoras, campesinas y populares durante los gobiernos del MAS en materia de empleo y acceso al consumo, suba de ingresos que redujeron la pobreza y elevaron sus condiciones de vida. Ligado al factor económico se plantea el intento de desarrollar el odio racial contra la mayoría de una población indígena como mecanismo de disciplinamiento social, que de consolidarse los golpistas, puede facilitar una mayor explotación laboral. Por eso, en las calles resuena el grito, “la pollera se respeta, carajo”.
- Un segundo enfoque está asociado a los intereses imperialistas sobre los recursos del país, lo cual ha sido una constante en su historia. Durante los gobiernos de Evo Morales, el Estado puso ciertos reparos asociándose al capital extranjero con la mayoría del paquete accionario en su poder como en la explotación del gas y los hidrocarburos. Uno de los recursos que más estaría en la mira es el litio que se encuentra en el Salar de Uyuni que junto con los salares del norte de Chile y del NOA en Argentina concentran el 70% de las reservas mundiales de este mineral. Tras el fracaso de una sociedad entre la estatal Yacimientos de Litio de Bolivia (YLB) y una compañía alemana (ACI Systems) con el fin de fabricar baterías de litio a partir de la presión de grupos cívicos de Potosí, se abre un interrogante sobre cuál puede ser el destino de este recurso estratégico, donde existe una disputa entre empresas de Estados Unidos, Alemania y China, ante el cual el gobierno pretendía aliarse con una de ellas.
- No caben dudas que el capital extranjero y local están detrás del golpe. Sin embargo, estos enfoques carecen, por decirlo de algún modo, de una integración dentro de la dinámica más general de la economía de Bolivia. La misma si bien aún mantiene el mayor nivel de crecimiento de la región, a la vez, experimenta un agotamiento persistente a partir de la reversión de los factores que le dieron empuje desde 2005. Entre ellos el precio de los minerales, pero sobre todo del gas y la menor producción de hidrocarburos, lo cual debilita a una de las principales fuentes de financiamiento del Estado. Como resultado de los menores ingresos fiscales se ha incurrido en un continuo déficit desde el 2014 derivado de sostener fundamentalmente la inversión pública y políticas de redistributivas, lo cual genera todo tipo de tensiones sobre cómo financiarlo.
- Mientras el Banco Central ha ido cubriendo en gran medida este déficit con créditos al sector público y fundamentalmente con endeudamiento en el exterior, ambas medidas han ido mermando las reservas, a lo cual hay que sumar el efecto negativo del rojo en el comercio exterior y del movimiento de capitales llevando a una mayor presión sobre las reservas que están cayendo en forma permanente (36% entre 2015 y junio-19). El gobierno de Evo Morales venía administrando esta potencial crisis con un ajuste inicial (este año con el no pago del doble aguinaldo en el sector público y privado) que se venía aún más duro, y el mismo tenía que ver con querer compatibilizar el sendero de mejoras graduales con asegurar los intereses del imperialismo y la gran burguesía, cediendo cada vez más a sus pedidos de negocios, en especial del sector agroindustrial y ganadero del oriente extendiendo la frontera agrícola. Esta es la cuadratura del círculo que aseguró las bases materiales del poder de los golpistas. Ahora se abre una etapa indefinida donde van a querer aprovechar el golpe para hacer el trabajo sucio que exige sanear las cuentas de la economía en beneficio del capital concentrado.
- A modo de una primera conclusión si consideramos el cepo de hierro que “las oligarquías y el imperialismo” imponen sobre los gobiernos populares tal como sostiene el periodista Claudio Scaletta, no podemos dejar de marcar los límites que estos gobiernos imponen también al movimiento de masas al intentar administrar los negocios capitalistas y del imperialismo haciendo equilibrio, mientras otorgan ciertas concesiones a las mayorías, pero sin afectar los intereses de fondo de los primeros. Cuando la economía empieza a apretar solo la lucha de clases puede definir quién paga la crisis. Es la misma lucha de clases con la fuerza social de los mineros y trabajadores de sectores estratégicos como el gas y el transporte que de entrar en acción junto a los campesinos, jóvenes y estudiantes puede derrotar a los golpistas y su plan de mayor entrega del país. Abrir esta reflexión se vuelve urgente si queremos superar esta disyuntiva histórica.
Gastón Remy
Economista, docente en la Facultad de Cs. Económicas de la UNJu. Diputado provincial del PTS - FITU en Jujuy, Argentina.