Hugo Moyano y Luis Barrionuevo se reunieron con la mesa chica de la CGT para dar “muestras de unidad” luego de las divisiones en torno a la votación de la reforma previsional. Decidieron convocar una confederal “entre marzo y mayo”: la contra-reforma laboral se podría votar antes.
Cecilia Rodríguez @cecilia.laura.r
Miércoles 27 de diciembre de 2017
Foto: Clarín
En la tarde del martes se reunió la mesa chica de la CGT con la participación novedosa de Hugo Moyano -que venía interviniendo a través de su hijo Pablo- y Luis Barironuevo -que hasta el momento marcaba su impronta a través del triunviro Carlos Acuña. Además de los mencionados, participaron de la reunión en la sede de la UOCRA el anfitrión, Gerardo Martínez, el marítimo Juan Carlos Schmid, Andrés Rodríguez de UPCN, Roberto Fernández de la UTA y Omar Maturano de La Fraternidad.
La mesa chica, ampliada a Moyano y Barrionuevo, decidió convocar al Comité Confederal de la central para algún momento indefinido entre “marzo y mayo” de 2018. Pequeño detalle: la contra-reforma laboral que liquida derechos elementales de los trabajadores se podría votar antes, ya que las sesiones del Congreso inician en febrero. Así, la CGT da muestras de “unidad” para, nuevamente, negarse a convocar paros y plan de lucha y, con esto, dejar pasar los ataques del gobierno a los trabajadores.
Tratando de exorcizar las divisiones
La cumbre llega después de la vergonzosa actuación de la CGT ante las sesiones para votar la contra-reforma previsional que saquea la caja jubilatoria en más de 100 mil millones de pesos. Esta escandalosa transferencia del bolsillo de los jubilados al de los empresarios (a los cuales se los premió con una baja de impuestos) no fue enfrentada más que formalmente por la principal central sindical del país.
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La convocatoria al paro que comenzó entre el lunes 18 al mediodía y el martes 19 fue confusa y, más bien, no fue una convocatoria. A eso se le suma que gran parte de los gremios de peso en la CGT no pararon (Comercio, UOCRA, Sanidad, UPCN, Petroleros) y en el transporte lo hicieron solo simbólicamente los ferroviarios y los camioneros mientras la UTA carnereó abiertamente la medida. Para coronar la defección, la CGT no llamó a movilizar y, en cambio, salió a criticar a quienes sí lo hicieron, sumándose a la persecución del gobierno y a la justificación de la represión contra “los violentos”.
Si esto ya mostraba una CGT cómplice del robo a los jubilados y, encima, dividida, llegó el dirigente de la UOM Quilmes a empeorar el escenario: anunció que se retiraba del consejo directivo de la central, en tanto José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias, reconocía sin vueltas: “es evidente que no tenemos una cabeza… nadie maneja a nadie”.
Para responder a este escenario lamentable, Hugo Moyano y Luis Barrionuevo en persona se reunieron en la cumbre con la mesa chica. Antonio Caló, de la UOM, se distanció de su par Gutiérrez y anunció que el gremio sigue adherido a la CGT. Cavalieri de Comercio y Lingeri no participaron de la reunión, pero hicieron llegar su adhesión.
La intención es dar muestras de “unidad” y “fortaleza”. Veremos cuánto dura la luna de miel. Lo que queda más que claro es que la “unidad” no es para lanzar un plan de lucha contra la reforma laboral que el macrismo tiene pensado votar en febrero, de lo cual, estratégicamente, no se habló.
Quizá, más que defender a los trabajadores, las cúpulas están preocupadas por defenderse a sí mismas de algunas medidas que, según trascendió en algunos medios, tiene preparadas el ejecutivo para “vengarse” de los sindicatos.
Ataques en cartera
Desde la perspectiva del gobierno de los CEO’s, el rol de la CGT ante la reforma previsional no fue vergonzoso sino demasiado combativo. La sumisión y desmovilización de la mayoría de los sindicatos es todavía insuficiente para Macri, que sueña con la paz social de los cementerios.
En esta línea, Carlos Pagni adelantó en su última editorial del programa Odisea que el gobierno tendría en cartera un proyecto para impulsar una auditoria a las obras sociales sindicales. Sin dudas una medida amenazante para el negocio millonario que manejan las cúpulas, lo que, de paso, probablemente incluya algún ataque a los trabajadores en general, usando como argumento la corrupción de los dirigentes para recortar derechos a los afiliados.
También en el mismo sentido, el periodista de Ámbito Financiero, Mariano Martín, adelantó que el desembarco de Amazon en Argentina -celebrado por Macri durante la entrevista con Fantino- incluye la irrupción de un “Uber camionero” que atacaría el poder del gremio que conduce Pablo Moyano. Amazon también entraría a competir en el terreno de la empresa de correos OCA, propiedad de Moyano padre.
Con esto, el macrismo -que al mismo tiempo no da luz verde a Uber en el área del transporte, para preservar su alianza con los taxistas- buscaría vengarse de las acciones que tomó el dirigente histórico de camioneros, no tanto porque hayan parado o movilizado -que no lo hicieron- sino porque ordenaron al diputado nacional Jorge Taboada a ausentarse en el momento de la votación de la reforma previsional.
Tampoco se descarta que en los próximos días haya novedades en las causas judiciales que tiene la familia Moyano en Comodoro Py.
Veremos si los gestos unitarios de la mesa chica tienen algún correlato perdurable en la realidad o si, al primer viento de conflicto, se fractura otra vez la endeble y desmovilizada central.
En contraposición a esto, el sindicalismo clasista y de la izquierda, que tuvo un rol protagónico en las jornadas de lucha contra el saqueo a los jubilados, parece que no se va a tomar vacaciones y ya se prepara para enfrentar la reforma laboral.
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Cecilia Rodríguez
Militante del PTS-Frente de Izquierda. Escritora y parte del staff de La Izquierda Diario desde su fundación. Es autora de la novela "El triángulo" (El salmón, 2018) y de Los cuentos de la abuela loba (Hexágono, 2020)