La interna del peronismo, donde se enfrentan las listas de la ex vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y la encabezada por el gobernador riojano Ricardo Quintela están cargadas de personajes abiertamente reaccionarios. Se desconoce al día de hoy que diferencia programática sustancial divide a ambos sectores en lo que, a la luz de millones constituye una clara rosca por cuotas de poder. Poco que ver con las penurias de millones que viven en carne propia el ajuste del gobierno libertario.
Diego Iung @IungDiego
Martes 22 de octubre 21:12
La decadente interna del peronismo viene subiendo en intensidad en las últimas semanas. Mientras más notoria se hace la oposición al gobierno de Milei, en las encuestas pero sobre todo en las calles, con una creciente bronca social que toma forma, con el movimiento estudiantil como actor destacado, el peronismo viene enfrascado en una disputa interna por cuotas de poder dentro del Partido Justicialista, sin que quede claro a que políticas diferenciadas responde cada uno. Es de público conocimiento sí, que en un acto este último 17 de octubre el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, intentó mostrar un gesto de autonomía de su ex jefa política Cristina Kirchner, lo que luego precisó en una carta pública en la que evitó mencionarla directamente. Trascendió también que en una reunión ésta lo habría calificado como “judas” (lo que fue replicado en redes sociales por la intendente de Quilmes Mayra Mendoza).
En el medio de estos cruces, finalmente se presentaron dos listas para la competencia por la dirección del partido que viene de ser responsable del estruendoso fracaso de los 4 años de gobierno de Alberto Fernández, donde se continuó el pago puntual de la odiosa deuda externa, se reprimió a quienes luchaban por un pedazo de tierra para vivir y crecieron de conjunto los números de pobreza. Ahora, ante una situación aún más crítica, esta disociación entre la dirigencia peronista y la dura realidad social contrasta en forma aún más violenta. Un repaso por las listas que se disponen a competir en estas internas ayuda a dar una idea de que los viejos nombres siguen siendo los protagonistas para seguir repitiendo las mismas recetas que oportunamente auxiliaron a la ultraderecha en su camino a la Casa Rosada.
Por parte de la dos veces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, esta va acompañada en la lista en primer lugar por el formoseño José Mayans, titular del bloque peronista en el senado. Recordemos que este personaje, legislador hace nada menos que 37 años (los últimos 23 como senador), le había dicho públicamente a la vicepresidenta negacionista Victoria Villarruel que “tenemos que profundizar la amistad”. Más atrás se ubica Ricardo Pignanelli, dirigente del SMATA, quien cuenta con un largo prontuario evitando cualquier tipo de democracia interna en el gremio que dirige, llegando a entregar trabajadores de listas antiburocráticas. El multimillonario Juan Manzur, ex jefe de gabinete y gobernador tucumano, miembro del oscurantista Opus Dei, enemigo declarado de los derechos de las mujeres, empezando por el derecho al aborto. En la lista encabezada por CFK, denominada “Primero la Patria” también aparecen los nombres de Eduardo “Wado” de Pedro, el titular del bloque justicialista en diputados Germán Martinez, o el dirigente de la UOM, Abel Furlán. También Lucia Corpacci, ex gobernadora de Catamarca, entre otros.
Estas listas, pobladas por los mismos dirigentes sindicales que se vienen negando a desarrollar la lucha contra el ajuste histórico que viene llevando adelante el gobierno del Milei y que incluso vienen negociando aspectos de reforma laboral con el mismo, poco tienen para ofrecer a los cientos de miles de trabajadores que vienen sufriendo despidos y un deterioro acelerado en sus condiciones de vida. Sin ir más lejos, fue la propia Cristina quien este mismo año planteó que era necesaria una “actualización laboral”, palabras menos bruscas para hablar abiertamente de una reforma laboral que flexibilice las condiciones y derechos conquistados por la clase trabajadora durante décadas.
Ricardo Quintela, aunque cuenta con nombres menos conocidos para su lista “¡Federales! Un grito del corazón”, tampoco ofrece una alternativa “renovadora” y menos aún, una perspectiva que se proponga enfrentar el plan reaccionario de Javier Milei. Sin ir más lejos, su lista es apoyada por el peronismo tucumano que viene levantando la mano para apoyar las iniciativas del gobierno de la ultraderecha, desde la ley Bases a esta parte. Es por eso que una de las vicepresidencias de la lista la ocupará Roque Álvarez, jefe del bloque peronista en la legislatura de esa provincia del noroeste del país. El ex gobernador puntano Alberto Rodríguez Saá también será parte del armado, así como el ex senador Carlos Caserío. Mariana Gadea, perteneciente a la conducción de UPCN de Capital Federal, también es parte de la lista. Se trata de una conducción sindical que viene dejando correr decenas de miles de despidos en el estado sin ningún tipo de plan de lucha para impedirlo. La albertista Victoria Tolosa Paz, ex ministra de Desarrollo Social, también será parte de las listas del riojano. El ex menemista Jorge Yoma hace las veces de apoderado del gobernador del norte argentino. En esa misma línea, Quintela viene dejando claro que para el es “con todos” al apostar que “puedan volver muchos compañeros: Schiaretti, Urtubey, Pichetto, Rovira, Camaño, el flaco Randazzo. Son peronistas que tienen la concepción del peronismo y tienen que venir a aportar y fortalecer al movimiento nacional”.
Axel Kicillof, por su parte, aunque en el acto de la semana pasada que encabezó en Berisso habló de “unidad, unidad, unidad” y evitó pronunciarse de manera explícita por alguna de las dos listas en disputa, quedó fuertemente enfrentado con el sector que respalda a Cristina Kirchner. Sin ir más lejos, pocas horas después del acto, el senador Mariano Recalde le respondió implícitamente al plantear “yo sí me quiero meter en una interna a bancar a Cristina”. Aunque Kicillof evita quemar todas las cartas y quedar pegado a Quintela, este último viene afirmando que “Kicillof es la única alternativa que tenemos”. La presencia en el acto del día de la lealtad, acompañado al gobernador bonaerense de personajes como Fernando Espinoza, acusado de abuso sexual por parte de una secretaria, o de las conducciones de la CGT y la CTA, que vienen dejando pasar un ajuste histórico sobre las grandes mayorías populares sin llevar adelante ningún tipo de plan de lucha, pintan de cuerpo entero que por más que en su discurso haya definiciones duras contra el ajuste libertario, las intenciones de movilizar hoy la fuerza social capaz de pararlo son ajenas a los planes del gobernador.
Es en este punto en el que coinciden todas las alas del peronismo: se trata de dejar pasar el ajuste en curso para, en última instancia, disputar electoralmente en un lejano 2025 o incluso 2027. Es decir, gobernar sobre tierra arrasada, luego de que la ultraderecha pase por arriba sobre conquistas históricas de la clase obrera y destrozando el bolsillo de las grandes mayorías. Estos ataques, puestos sobre la mesa una y otra vez por Milei y su elenco de gobierno, son los que es necesario enfrentar sin demora.
El camino que marca el movimiento estudiantil o los combativos sectores de jubilados que se movilizan cada miércoles frente al Congreso es el que deben tomar en sus manos cada vez más amplios sectores de trabajadores, buscando imponer desde abajo un verdadero paro general que pase por arriba de esas burocracias sindicales y políticas que vienen traicionando abiertamente a millones de trabajadores, buscando plantear otro horizonte, que se proponga terminar con el pago de la maldita deuda externa y la subordinación al Fondo Monetario y un país cuyas riquezas quedan concentradas en cada vez menos manos.