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Red Internacional
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Coronavirus. COVID19: Los capitalistas nos exponen, la clase obrera nos salva

Confinamiento obligado, excepto para producir y subsistir. Rescates a los capitalistas, ERTEs y estado policial. El pueblo trabajador pone el cuerpo mientras esta pandemia muestra blanco sobre negro los intereses de clase. Es el momento de imponer una salida anticapitalista a la crisis que se abre.

Lunes 23 de marzo de 2020

Las televisiones no dejan de repetir los discursos de la unidad nacional, “de esta crisis salimos remando juntos” y “todos juntos contra el virus”, pero ¿es cierto? ¿Qué ha hecho la patronal y su gobierno durante estos días? ¿Qué ha hecho la clase trabajadora?

Veamos las noticias del día:

  •  Plantas enteras en los hospitales semiprivatizados por Esperanza Aguirre no pueden utilizarse en Madrid al estar vacías, en la ciudad más afectada en plena crisis del coronavirus.
  •  Uno de los peces gordos de la patronal minera, Victorino Alonso (conocido por casos de malversación y destrucción de patrimonio histórico), ocultaba 158.000 mascarillas en una nave de su propiedad en Ponferrada.
  •  La patronal agrícola sigue hacinando en infraviviendas sin la más mínima seguridad a los trabajadores migrantes ultraexplotados que hacen que sigan llegando frutas y verduras a los supermercados.

    Hasta aquí las novedades del día que nos traen los empresarios.

    Podemos sumarlo a los días de Estado de Alarma declarado que algunos sectores siguen teniendo que ir a trabajar, sin ser indispensables ni ser redirigidos hacia la producción de crisis. Mientras, por ejemplo, los call centers fácilmente adaptables al teletrabajo, siguen reuniendo a cientos de trabajadores apiñados, en grandes fábricas ha sido la plantilla quien ha parado el trabajo cuando la patronal se negaba, como Mercedes en Vitoria-Gasteiz, Airbus en Getafe o Balay en Zaragoza, sumando miles de trabajadores.

    Por otra parte, también hemos visto como estas mismas fábricas aprobaban ERTEs masivos, es decir, las empresas, que en un principio quisieron mantener la producción -en muchos casos sin la seguridad necesaria-, ahora le pasan la factura al Estado, para que costee el pago de los salarios y las cotizaciones. Esta socialización de las pérdidas es una práctica histórica de los capitalistas, en este caso avalada por el gobierno “progresista” y las principales direcciones sindicales.

    Tal vez una de las patronales más relacionadas con esta crisis sea las de la sanidad privada. La externalización progresiva de la sanidad pública hacia la privada abonó un terreno favorable para que la pandemia llevara a la saturación sanitaria en varios países. Italia tenía, en 1970, 10 camas por cada 1000 habitantes, mientras que hoy tiene 3. El Estado Español pasó de 4,6 a 3 camas cada mil. Alemania cayó de 11,5 a 8,3. Si esto ocurre en la UE, en América Latina o África podría ser mucho peor.

    Si miramos más allá del Estado español, vemos como entre las 20 empresas multinacionales más grandes del mundo se encuentran farmacéuticas como Johnson & Johnson, Pzifer, Procter & Gamble, Roche y gigantes de la logística como Amazon, Alibaba y Walmart, que tienen una estructura logística internacional sin precedentes, capaces de abastecer de productos en todo el mundo de forma inmediata. Amazon, incluso, ha desarrollado sistemas de entrega mediante drones en zonas de difícil acceso, pero esa capacidad no está puesta a disposición de las necesidades sociales.

    Pero también vemos como el enorme potencial de la clase trabajadora, que se está exponiendo y sobreexplotando estos días, contrarresta la irresponsabilidad de los capitalistas. Entre éstos sectores de la clase obrera destacan la distribución y otros como la sanidad y la alimentación, tradicionalmente feminizados; o el campo y los cuidados, también racializados, existiendo en todos ellos condiciones de precariedad laboral.

    Es el caso de muchas aparadoras de calzado de las localidades alicantinas de Petrer y Elda, que ya han fabricado miles de mascarillas. El ejemplo se multiplica, son muchas las que quieren aportar su trabajo para combatir el virus. También los trabajadores de la SEAT de Martorell conseguían armar respiradores usando las impresoras 3D.

    Los gobiernos llaman a prepararse para aceptar la catástrofe, pero ésta no es inevitable. Estos ejemplos nos muestran que es urgente que la clase trabajadora y sus organizaciones levanten un plan de emergencia obrero y popular, que no nos mantenga como convidados de piedra mirando desde las ventanas de nuestras casas, sino que nos tenga en el centro de la solución.


  • Jorge Remacha

    Nació en Zaragoza en 1996. Historiador y docente de Educación Secundaria. Milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.