La crisis que se abrió el martes con la renuncia de dos importantes ministros conservadores, el de Economía y Salud, este miércoles se transformó en una catarata de renuncias y exigencias para que el primer ministro renuncie. Su respuesta fue echar al ministro de Cohesión territorial Michael Gove, que había disputado con él la conducción del partido de lo tories.
Miércoles 6 de julio de 2022 22:19
Fotografía: Stefan Rousseau/PA
Parlamentarios (sin cargos) de su partido y miembros del Gobierno (ministerios de menor peso) se están alejando de Johnson. Este miércoles hubo un efecto expansivo de lo que sucedió este último martes y ya suman unos 38 miembros del gobierno los que presentaron su renuncia, entre ministros, asesores y secretarios privados parlamentarios (PPS por sus siglas en inglés), que en el Reino Unido son seleccionados entre los parlamentarios que no forman parte del gobierno, para ser los "ojos y oídos" de los ministros en el parlamento.
Todos quieren preservarse y abandonan el barco cuando parece hundirse.
Como decía la corresponsal de la Red de Diarios Internacional en Gran Bretaña, Alejandra Ríos: "Las dimisiones se producen en un momento en el que la presión sobre Johnson aumenta por su forma de gestionar la conducta del exdiputado Chris Pincher, Jefe Adjunto del Gobierno. El segundo del primer ministro fue suspendido como diputado del partido conservador por las acusaciones que pesan sobre él por abuso sexual sobre dos hombres en un club privado de Londres. El “caso Pincher” se produce tan solo un mes después de haber superado la moción de confianza dentro de su partido por las fiestas en Downing Street durante la pandemia -partigate-.
Boris Johnson se disculpó este martes por la noche (hora del Reino Unido) por haber nombrado a Chris Pincher como Jefe Adjunto de su gobierno, a pesar de haber admitido tardíamente que sabía del mismo comportamiento de Pincher, ya en 2019. El golpe a la autoridad de Johnson se produjo tras una declaración pública del ex secretario permanente del Ministerio de Asuntos Exteriores, Simon McDonald, que dejó claro que Johnson había sido informado de una investigación sobre Pincher en 2019".
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Estos escándalos de los miembros del partido conservador se da con el mar de fondo de una alta inflación, que en mayo alcanzó un 11%. El alza de los precios de alimentos y del combustible está hundiendo en la pobreza a cada vez más británicos y con trabajadores que ven día a día licuar el poder de compra de sus salarios. La respuesta de un sector importante de la clase trabajadora fueron los paros o huelgas en junio, mientras que los ferroviaros ya están en un proceso de votación para volver a la huelga, lo mismo correos y docentes. Por eso Johnson el martes atacó la lucha de trabajadoras y trabajadores, recurriendo al ataque a sus direcciones (las burocracias sindicales que son parte o están muy cercanas al Partido Laborista).
Este miércoles un grupo de altos funcionarios del Gabinete entre ellos el responsable de Cohesión Territorial, Michael Gove, fueron a Downing Street para trasladarle al primer ministro la necesidad de que renuncie al cargo. De algún modo le estaban ofreciendo una salida más digna que la posibilidad de que puedan volver a discutir en la bancada Tori un nuevo voto de confianza. De darse esa posibilidad Johnson no la tendría para nada fácil. La última vez lo consiguió por un escaso margen.
La respuesta demagoga de Johnson fue que a él lo votó la población (2019), por lo cual no va a renunciar, horas más tarde echaba a Gove, un importante miembro del partido conservador que supo disputarle el liderazgo partidario.
Hasta el ala más de derecha del gobierno, expresada en la ministra del Interior Priti Patel, defensora del primer ministro -hasta ahora- respaldó a los otros ministros de Gobierno que Johnson debería irse.
Johnson en la cuerda floja, con los miembros de su propio partido que lo quieren empujar para salvarse ellos y que el Partido Conservador no se hunda por el cinismo y la impunidad de los actos de quienes gobiernan y por el enorme descontento frente a la degradación de las condiciones de vida de las mayorías trabajadoras.
El Partido Laborista, que en el pasado gobernó aplicando las políticas neoliberales que la conservadora Margaret Thatcher impuso, se mantiene en silencio especulando con que esta crisis del Gobierno de Boris Johnson lo termine favoreciendo.