Los socialistas y el resto de fuerzas de la izquierda portuguesa derribaron el martes al Gobierno conservador a través de una "moción de rechazo" y se preparan para formar gobierno.
Miércoles 11 de noviembre de 2015
Foto: Parlamento vota moción de rechazo al gobierno conservador en Portugal. EFE /Miguel A. Lopes
Tras la caída este martes del Ejecutivo conservador, el equipo liderado por el primer ministro Pedro Passos Coelho continuará ejerciendo en funciones hasta el nombramiento de un sustituto, responsabilidad del jefe de Estado, Aníbal Cavaco Silva.
La caída de Passos Coelho abre el camino a un “gobierno de izquierda” formado por los socialistas portugueses, los comunistas y los integrantes del Bloco de Esquerda.
"Vamos a aguardar serenamente a que el presidente de la República (Aníbal Cavaco Silva) proceda" a la abertura de contactos previos al encargo de formar un nuevo Ejecutivo, manifestó a los periodistas el líder del Partido Socialista (PS), António Costa, aspirante a encabezar el próximo gabinete con el apoyo del Bloque de Izquierda, el Partido Comunista Portugués (PCP) y Los Verdes.
Costa expresaba su cautela ante la decisión que pueda adoptar Cavaco Silva tras el derribo en el Parlamento del gabinete de Passos Coelho solo once días después de haber tomado posesión, convirtiéndose así en el más breve de la historia de la democracia portuguesa.
La moción de rechazo presentada por la oposición fue aprobada por 123 votos a favor (siete más que la mayoría absoluta) y 107 en contra, los de la coalición conservadora entre el Partido Social Demócrata (PSD, centro-derecha) y los democristianos del CDS-PP.
"Se puede pasar la página de la austeridad en la zona euro", proclamó el líder socialista, muy criticado por el centroderecha por haberse aliado con la izquierda.
Costa defendió que el pacto con el Bloque y el PCP, se sustenta en la "seriedad" e incluye "la garantía" de que se examinarán de forma "conjunta" los Presupuestos del Estado.
Entre las medidas pactadas destacan la reposición integral de los recortes salariales aplicados a los funcionarios, un aumento gradual del salario mínimo de los 505 euros hasta los 600 en 2019, actualizar las pensiones y revocar varias privatizaciones.
El centro-derecha cuestiona el pacto, tanto por poner en riesgo las metas de déficit comprometidas con la UE como por tratarse de "una mayoría negativa" sin legitimidad en las urnas, según alegan.
Se trata de una "mayoría negativa para quitar a un Gobierno que ganó las elecciones" con casi 39 % de los votos, dijo Passos Coelho en su discurso previo a la votación de la moción de rechazo.
Esa victoria dio a la alianza de centro-derecha 107 diputados, lejos de los 116 de la mayoría absoluta, frente a los 122 que suman el PS (86), el Bloque (19), los comunistas (15) y Los Verdes (2).
Debido a las características del sistema político portugués -semipresidencialista, al estilo del francés-, la Constitución otorga al jefe del Estado un vasto poder a la hora de interpretar el resultado de las elecciones y decidir quién debe formar Gobierno.
A finales de octubre, el conservador Cavaco Silva escogió como primera opción a Passos Coelho por ser el aspirante más votado, a sabiendas de que corría el riesgo de ser tumbado en su primera intervención en el Parlamento.
Mientras en el interior del Parlamento la oposición derribaba el Gobierno, dos manifestaciones enfrentadas discurrían a las puertas del Parlamento, una en apoyo de los conservadores y otra favorable a los grupos de izquierda.Miles de personas se juntaron en la zona, separadas por un pasillo de seguridad y atentamente vigiladas por la policía. La protesta convocada por miembros de los partidos de centro-derecha dirigió sus críticas contra el socialista António Costa por postularse como el próximo primer ministro, a pesar de haber perdido los comicios del 4 de octubre.
Enfrente, manifestantes reunidos por el mayor sindicato del país, la CGTP (de orientación comunista), mostraron su respaldo a un acuerdo de izquierdas que ponga fin a la austeridad iniciada con el rescate financiero del 2011.
Los conservadores se escandalizaron por la posibilidad de formación de un gobierno de izquierda, acusando de “radicales” y “anti euro” a los nuevos socios del PS. La realidad es que el Bloco y el PC abandonaron casi la totalidad de su programa para alcanzar un acuerdo con el PS, por lo que un gobierno tripartito “de izquierdas” no sería nada radical. El gobierno tripartito no se propone desafiar los intereses capitalistas, sino “moderar” un poco la austeridad que vienen pagando los trabajadores desde hace siete años. El ejemplo de Grecia, tan cercano, muestra sus límites por anticipado.
El PS, un partido que aplicó medidas de austeridad y que atravesó graves escándalos de corrupción como en el caso de José Sócrates, tiene un currículum que garantiza que no habrá cambios fundamentales con un “gobierno tripartito de izquierdas”.