Cambiar algo para que nada cambie, en resumen. Tras el escándalo de las escuchas ilegales, el Gobierno sustituye a Paz Esteban por Esperanza Casteleiro como directora del CNI, la “número dos” de Robles. Un intento de dar carpetazo a la crisis de Pegasus, reforzando a su principal responsable.
Jaime Castán @JaimeCastanCRT
Martes 10 de mayo de 2022
Paz Esteban | EFE
Tras el Consejo de Ministros de este martes, el Gobierno anuncia la destitución de la directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban. Llevaba en el cargo desde el 31 de enero de 2020 y es una de las responsables directas a las que ha salpicado de lleno el escándalo de los espionajes, junto a la ministra de Defensa, Margarita Robles.
El pasado jueves, Esteban comparecía ante la comisión de secretos oficiales del Congreso de los Diputados por de las más de 60 escuchas realizadas por el CNI a dirigentes independentistas por medio del software Pegasus. Sus declaraciones permanecen ocultas, más allá de las pocas filtraciones que llegan a la prensa, las cuales sostienen que Esteban habría reconocido el espionaje de una veintena de dirigentes catalanes. Sin embargo, no ha explicado los otros 40 casos que atestigua el informe realizado por el grupo de expertos en ciberseguridad Citizen Lab.
A la aparición de este informe se sumó a su vez el caso del espionaje político realizado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; a la ministra de Defensa, Margarita Robles; y a otros miembros del Ejecutivo. A la espera de más detalles, ya se confirma que entre los móviles espiados se encuentra el del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Mientras el CNI ocupaba las portadas por el espionaje al independentismo, reconocía al mismo tiempo este agujero en la seguridad que permitió el espionaje realizado posiblemente por un gobierno extranjero y que, el periódico The Guardian, apuntaba estos días a Marruecos como posible autor. Cuando, además, la investigación sobre las escuchas señala que fueron realizadas el pasado año en plena crisis de Ceuta y el conflicto en el Sáhara Occidental.
Esta situación ha puesto en evidencia una vez más al CNI, que ha estado durante meses sin “detectar” el espionaje y operando en las sombras, como lo hacen las “cloacas del Estado” heredadas de la dictadura. Pero el descrédito también es para el Gobierno, que además tiene que gestionar la relación dañada con sus socios de coalición, como ERC, afectados directamente por el espionaje.
Es justamente para tratar de cerrar esta crisis de Pegasus y recomponer las relaciones con sus socios de coalición, por lo que el Gobierno le ha “cortado la cabeza” a Esteban al frente del CNI, para colocar a Esperanza Casteleiro, la “número dos” de Margarita Robles.
Una espía de profesión
Casteleiro no es una recién llegada al mundo del espionaje. Su carrera empezó allá por 1983 en el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), el precursor del CNI. Desde entonces ha ocupado distintos cargos de responsabilidad en el servicio secreto español, ya fuera como responsable de la división de Contrainteligencia o la Jefatura del Área de Gestión de Recursos Humanos. También ha estado desplegada en el extranjero, en destinos como Cuba o Portugal.
En el Gobierno de Zapatero, el oscuro ministro de Defensa por aquel entonces, José Bono, la nombró secretaria general del CNI y en 2004 se convirtió en en la mano derecha del director, Alberto Saiz.
Antes de convertirse en jefa del gabinete de Robles, ocupó otro importante puesto. En 2014, durante el gobierno de Mariano Rajoy, fue nombrada jefa de la unidad de inteligencia del CNI en el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO).
Cambiar algo para que nada cambie
La sustitución de Esteban trata de dar carpetazo al asunto sin depurarse las responsabilidades del propio Gobierno, empezando por Margarita Robles. Y, por supuesto, sin una investigación detallada y pública del CNI, cuya actividad es ocultada como secreto de Estado.
Por ello es preciso exigir la dimisión de Robles, pero también la formación de una Comisión de investigación independiente, la disolución del CNI y la derogación de la Ley de Secretos Oficiales franquista. Porque destituciones por sí solas y aisladas de medidas profundas, no cambian nada.
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