El amor del ministro por el show y su costumbre de crear personajes no es nada nuevo. En 1994 se infiltró en la huelga de los mineros de Río Turbio y habló en TV como médico voluntario.
Juana Galarraga @Juana_Galarraga
Viernes 3 de julio de 2020 21:34
El antecedente de Sergio Berni como infiltrado en la huelga de los mineros de Río Turbio en 1994, evidencia que el espionaje ilegal es una práctica a la que el poder político y empresarial ha echado mano siempre, sobre todo contra trabajadores y luchadores.
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Los medios dan amplia cobertura a las denuncias de espionaje que salpican a funcionarios del gobierno anterior, cercanos al ex presidente Mauricio Macri. Sin embargo, todos los gobiernos tienen algún espía en el bolsillo. Como bien denunciamos, esta práctica es uno de los cimientos de la democracia constitucionalista, está en la base del funcionamiento de las "instituciones".
Amor a la cámara
Berni se desempeña como ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Fue Secretario de Seguridad de la Nación y ha ocupado otros cargos en la función pública desde que comenzó su carrera, ligado al kirchnerismo en la provincia de Santa Cruz, allá por los años 90.
Además de funcionario público, es médico cirujano y militar. Realizó su residencia en el Ejército Argentino. Llegó a ser teniente coronel y se retiró recién en 2016. Un hombre realmente multifacético. En los últimos años, su figura ha ido cobrando mayor relevancia pública y si hay algo que no le sienta mal, es la presencia de las cámaras de televisión cercanas. Le encanta montar shows mediáticos, como el que protagonizó este miércoles en Puente La Noria. La pandemia y los operativos de seguridad le han dado la oportunidad de lucirse en su arte de llamar la atención de las cámaras en la calle o en entrevistas con periodistas donde da rienda suelta a su demagogia de derecha, sin filtros.
Bien podríamos decir que Sergio Berni es un muy buen actor. De hecho, hasta sus compañeros dentro de la coalición gobernante resaltan esto. “Se lo comió el personaje”, lanzó Fernando “Chino” Navarro esta semana, para criticarlo por su accionar sobre el puente, frente al operativo dispuesto por el Ministerio de Seguridad de la Nación. Las críticas desde el Gobierno nacional al ministro provincial, hacen eje en su afición a montar shows frente a cámaras.
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En tiempos de pandemia, la actitud de Berni incomoda al gobierno nacional, dado que el ministro reaviva cada vez que puede su interna con su par nacional, Sabina Frederic. No es momento para mostrar fisuras en el oficialismo. Pero Berni parece estar más allá de eso. La especulación sobre sus intereses electorales y su ambición por aspirar a un cargo electivo en los próximos comicios, son una constante. Sin embargo, ¿es posible que algo de esto sorprenda al resto del funcionariado del actual oficialismo?
Berni está muy acostumbrado a actuar frente a las cámaras y a montar personajes. Remontémonos a los inicios, al año 1994 en tierras patagónicas, cuando Néstor Kirchner era gobernador de Santa Cruz y cuando su rostro aún no era conocido. Hay un antecedente en su carrera en el que se probó como actor: se infiltró en la lucha de los mineros de Río Turbio para espiarlos.
No era famoso, pero tampoco un ignoto
“La protesta en el 94 está vinculada con el inicio de la concesión de la empresa a manos del empresario Sergio Taselli, una persona conocida en el ambiente del empresariado que hizo mucho dinero a costas del Estado. A pocos meses de iniciada la concesión los trabajadores decidieron internarse en el socavón a 500 metros de profundidad y hasta siete kilómetros de fondo y permanecer ahí a la espera de que se cumplan sus reivindicaciones”, relata Luis González, delegado de ATE-YCRT, en un informe del programa Periodismo Para Todos del año 2013.
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Aprovechando su título de médico, Berni se hizo pasar por voluntario y se acercó a la mina para apoyar y asistir a los trabajadores que luchaban. Sus dotes actorales le permitieron estar en el socavón con los mineros durante días.
“Era el doctor Berni. Él se ofreció en forma voluntaria a atender a los compañeros, a contenerlos, los hacía hacer ejercicios, hacía una dieta y bueno hasta ahí todo bien”, relata Ramón Paez, otro de los mineros que protagonizó aquella lucha.
El registro de los canales de televisión de la época lo muestran con su rostro joven, con el casco puesto, dando su testimonio como médico voluntario: “Bueno están un poco cansados pero fundamentalmente la parte sanitaria está muy bien controlada”, decía.
Sin embargo, su proceder despertó sospechas con el correr de los días. Hablaba por teléfono y nadie sabía con quién y permanentemente hacía preguntas, quería saber cómo se sentía la gente y qué pensaba. Los trabajadores no son tontos. Acudieron a las Madres de Plaza de Mayo y a abogados de derechos humanos. Preguntaron por el doctor Berni, si alguien lo conocía. Según relatan los mineros entrevistados para el programa citado, fueron las Madres presididas por Hebe de Bonafini, quienes les advirtieron que Berni era un infiltrado, un buchón del Ejército. Al conocer esta información, los trabajadores lo invitaron a retirarse. Se acabó la expedición de Berni como espía en la huelga.
En ese tiempo no era una figura pública, pero para los organismos de derechos humanos e históricos luchadores contra la impunidad, Berni no era un ignoto. Ya se conocía su participación en el levantamiento carapintada del año 1987, desde el Regimiento de Rospentek, en Santa Cruz.
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En el año 2014, cuando Berni era Secretario de Seguridad de la Nación, ya era una figura pública muy conocida como para infiltrarse entre trabajadores. Sin embargo, la lucha de los Indomables de Lear, que enfrentaron la represión sistemática de la Gendarmería y de la Bonaerense sobre la Panamericana, dejó al desnudo que no perdió sus mañas. Berni llegó a mostrarse comandando estas represiones brutales desde arriba de un helicóptero. Los trabajadores echaron al coronel retirado del Ejército, Roberto Galeano, infiltrado para espiarlos en los operativos que Berni coordinaba y armar causas truchas con esa información. Sucedió el mismo día que las cámaras registraron el show vergonzoso del “gendarme carancho”.
Sergio Berni. Nada nuevo bajo el sol. Ante las cámaras de televisión, desde arriba de un helicóptero o desde el fondo de un socavón, un histórico servidor del poder político, contra la clase trabajadora. Un todoterreno que sabe moverse en los palacios y ministerios de la democracia capitalista, tanto como en sus podridos sótanos del espionaje.