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Red Internacional
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Crisis Climática. ¿Cambio climático irreversible?: Por un programa ecológico de renacionalización de los recursos naturales

En histórico informe, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), dio la alerta de que "las consecuencias del cambio climático son irreversibles". Sin embargo, lo que no dicen es que la inmensa mayoría de responsabilidad en esta situación es el afán de lucro de la gran industria y el saqueo de los recursos naturales. ¿Cuál es el camino para revertir un cambio climático irreversible?

Martes 10 de agosto de 2021

Crisis climática global

Durante el siglo XX la industrialización y las nuevas tecnologías abrieron una época de producción (y consumo) en masa, la cuál está mostrando los efectos a nivel global desde hace ya algunas décadas. La creciente tendencia a expandir las economías, aún por sobre el límite de los recursos con los que cuentan los territorios, ha afectado el clima en todo el mundo producto de la contaminación que generan las grandes empresas, sostenidas por el crecimiento desmedido de los principales grupos económicos dueños del capital y la producción a gran escala a nivel mundial.

Olas de calor (que afectan incluso a países cerca de los polos árticos), lluvias concentradas en cortos períodos de tiempo (que generan grandes inundaciones como las ocurridas en China e India), ciclones (comunes en áreas tropicales pero cada vez más recurrentes fuera de ellas), y sequías (que tiene el paradójico correlato de llevar a cotizar el agua en la bolsa de valores de Wall Street, para estrujar hasta la última gota de ganancia en las reservas hídricas locales).

Según el reporte de Cambio Climático 2021 presentado por el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), se espera que en los próximos 20 años se eleve la temperatura del planeta en 1,5°C, el nivel del mar aumente en cerca de 60 cm (para el 2100), la masa de los glaciares se reduzca drásticamente en un corto período de tiempo y se intensifiquen los ciclos hidrológicos (que implica mayores sequías e inundaciones más frecuentes).

Qué pasa en Chile…

Teniendo en consideración lo anterior y pensando en nuestro país, el gobierno no ha mostrado señales de querer hacer frente al cambio climático con medidas que permitan enfrentar el riesgo y las consecuencias adversas que este vaya a provocar. Al contrario, se sigue intentando pasar una agenda privatizadora y extractivista mediante la política entre cuatro paredes y sin la participación de los potenciales afectados, privilegiando a los grupos empresariales y sus ganancias por sobre la preocupación de los territorios y sus habitantes.

Esto es lo que se busca hacer con el proyecto Dominga (iniciativa impulsada por la empresa Andes Iron), que constará de 2 rajos mineros para extracción de hierro y un terminal de embarque emplazados en la comuna de La Higuera y Totoralillo Norte, el cual se votará este miércoles en la Comisión Ambiental de la Región de Coquimbo. Siendo que ya fue rechazada una vez en el 2017 por la amenaza que esta suponía para las reservas marinas de la región y debido a que no presentaba medidas de mitigación suficientes, además de una deficiente línea base, se insiste en su tramitación por las expectativas de desarrollo que esta traería a la región de Coquimbo.

El delegado presidencial regional, Pablo Herman, ha promovido el avance del proyecto a pesar de estar actualmente judicializado en la Corte Suprema y con una férrea oposición de los grupos ambientales que relevan el fuerte grado de contaminación que esta supondrá (relaves, calidad del aire, afectación de la fauna marina, entre otros). No es de extrañar, ya que el 75% de la propiedad de la empresa Andes Iron corresponde a la familia Délano Méndez, por lo que el Choclo Délano sería el principal propietario y, por tanto, beneficiario de esta iniciativa (siendo que aún cumple condena por fraude al fisco con la “durísima” pena judicial de tener que realizar clases de ética y no pagar con cárcel, como el resto de los mortales).

Algo parecido pasa con la central hidroeléctrica Rucalhue en el río Biobío, la cual ha contado con fuerte oposición de grupo ambientalistas que explican cómo esta afectaría la geomorfología del río y la biodiversidad de la zona. Sin embargo, tanto las autoridades locales como los tribunales ambientales de la zona se han negado a interceder en la operación, debido a la magnitud de la inversión que supone la realización por parte de la empresa china dueña del proyecto International Water and Electric Corporation de esta central hidroeléctrica.

De aprobarse, sería otra hidroeléctrica más en una zona saturada de este tipo de proyectos que han estresado a tal punto estas reservas hídricas, que ya no logran mantener un caudal biológico mínimo para el sostenimiento del ecosistema que los rodea (con la consiguiente pérdida en la biodiversidad y especies únicas y autóctonas que se ponen en peligro de extinción).

Estos y otros ecocidios son llevados a cabos con promesas de soluciones para los territorios (empleos, instalación de servicios, dinamización económica, etc.) sin tocar los temas de fondo que son la profunda afectación del medio ambiente local que, al igual que el estado alcanzado por el cambio climático actual, generan efectos irreversibles para la vida silvestre y la fauna, junto con la afectación de los ciclos naturales climatológicos que nos llevan al escenario actual en el que ni siquiera los científicos tienen una solución para enfrentar todo el daño realizado a los ecosistemas.

Realizar acciones individuales conscientes con el medioambiente ya no bastan para enfrentar la actual crisis, es necesario la movilización transversal de las agrupaciones territoriales, movimientos anticapitalistas y sectores de trabajadores afectados por este tipo de iniciativas (turismo, pescadores, agricultores, entre otros), a fin de hacer frente al fuerte lobby político y económico que representan estos proyectos que superponen los intereses de unos pocos por sobre el de la mayoría de la población.

De esta manera, y por medio de la movilización, es como vamos a conquistar las demandas que no solo frenen el avance de nuevos proyectos que arrasan con el medioambiente, sino que también pasar a conquistar la renacionalización de los recursos naturales bajo control de sus trabajadores y trabajadoras, así como de las comunidades aledañas, expropiando esas empresas sin indemnización alguna, y así conseguir una relación con el medioambiente que no se base en la depredación, que es la tónica del capital y las grandes transnacionales, como las mineras, forestales o incluso las salmoneras.