Un minuto antes de la renuncia, Bachelet dijo que "no concibo un desarrollo a espaldas de las personas". Un minuto después, nombró a Ministros con conflictos históricos con el medioambiente y las y los trabajadores.
Nicolás Miranda Comité de Redacción
Viernes 1ro de septiembre de 2017
Con la renuncia, los empresarios se apuraron en intervenir. El presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC) Alfredo Moreno, expresó que lo lamentaba. Y el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura Ricardo Ariztía, declaró que “el crecimiento no ha sido ni será prioridad durante este Gobierno”.
Poco después, al conocer los nuevos nombres, se congratularon. Son viejos conocidos, Eyzaguirre en Hacienda y Rodríguez Grossi en Economía, fueron parte del gobierno que “los empresarios aman”: el de Lagos.
Los progresistas que habían saludado las renuncias como una señal de giro a izquierda, pronto se lamentaron. Es que, por ejemplo, Rodríguez Grossi tiene prontuario medioambiental por los proyectos Alumysa en Aysén, Termoeléctrica Guacolda y Alto Maipo (de la que fue vicepresidente).
El relato le habla al progresismo, "no concibo un desarrollo a espaldas de las personas"; los nombres, a los empresarios.
Sigue jugando al juego imposible de intentar dejar a todos contentos. ¿Por qué el cambio entonces?
Probablemente haya tres motivos. Uno, inmediato, el de que la aprobación de Dominga podía volver a poner al centro del debate el caso Caval, y es algo que había que evitar en el último tramo del gobierno, con Bachelet preparando la instalación de su legado, incluyendo su figura; lo que vale también para Valdés y también debe cuidar su propia figura.
Otro, de más alcance, el desgaste de las figuras económicas del gabinete, cuando quedan algunas decisiones económicas de importancia: el Presupuesto, la negociación del reajuste del sector público (la Mesa del Sector Público festejó la salida de Valdés), los fondos para las universidades estatales, la probable presentación del proyecto de ley sobre el sistema previsional.
Finalmente, una tensión de mayor importancia y que ni las declaraciones, ni los cambios de ministros, responden: el saqueo de los recursos naturales y su consiguiente destrucción medioambiental de las empresas multinacionales y nacionales, que se reforzará con el aumento del precio del cobre y las nuevas inversiones en el sector anunciadas. Es decir, el “patrón de desarrollo”, el “modelo económico”, altamente dependiente de la explotación de recursos naturales (y de las y los trabajadores).
Tensión que subyace a la crisis del país en los últimos años, y tuvo expresiones en las movilizaciones de estudiantes, trabajadores contra las AFP, profesores. El gobierno de Bachelet, en parte logró enfriarlas; un eventual gobierno de Piñera, probablemente las intensifique.