De acuerdo con la Red Global de la Huella Ecológica (Global Footprint Network, GFN) que cada año hace un estimado de la capacidad del planeta para regenerar los recursos utilizados así como los deshechos producidos mayoritariamente por el hombre cada año, publicó que nos hemos terminado los recursos anuales cuatro días antes que el año pasado, por lo que viviremos a cuestas de los recursos que les corresponderían a las generaciones futuras.
Aztlán Almodóvar Corresponsal en Ciudad Juárez, Chihuahua
Sábado 22 de agosto de 2015
El 6 de Agosto veíamos a la par de que los recursos llegaban al tope anual, que Rusia quemaba cientos de toneladas de alimentos de todo tipo provenientes de Europa debido a los bloqueos comerciales que fueron impuestos sobre Rusia en 2014 y 2015 por la Eurozona, EUA y Canadá. Ante tales hechos cientos de miles manifestaron su inconformidad por el desperdicio de alimentos que pudieron haber saciado el hambre de los pobres de ese país.
Por un lado tenemos que la Tierra tiene recursos finitos y muchos de ellos no renovables y por el otro tenemos bloqueos comerciales y represalias de países como Rusia que recurren a la simple y estúpida destrucción de los recursos en crematorios. La pregunta en cuestión es ¿Por qué?
Deterioro ambiental y capitalismo
La mayoría de las personas contestarán a esa pregunta diciendo que el ser humano es malvado, avaricioso y egoísta por naturaleza, problema resuelto, no hay nada más que hacer. Sin embargo, la contestación no es tan simplista y pesimista, sino que es algo más compleja, la respuesta a ese por qué recae en que el problema se llama Capitalismo.
La solución brindada por organizaciones internacionales y ecologistas ante la problemática de la escasez de recursos y el deterioro ambiental implica la utilización de energías limpias y renovables así como crear áreas protegidas y la concientización de las personas ante la situación. Sin duda, el objetivo de frenar el deterioro ambiental es loable, pero también debemos preguntarnos ¿Es realmente ésta una solución viable al problema o por el contrario se está curando el síntoma de una enfermedad y no la enfermedad en sí? O dicho de otra forma, ¿Es posible que estas medidas sean implementadas en un mundo capitalista que vive justamente no sólo de la explotación del hombre por el hombre, sino de la explotación desmedida de todos y cada uno de los recursos del planeta sin importar las consecuencias a corto, mediano y largo plazo?
La respuesta a ambas interrogantes es que bajo el sistema capitalista no existe una solución al problema. Recordemos que el propósito de toda empresa o transnacional capitalista es la obtención de ganancia. Las energías limpias y renovables, así como la reducción del consumo, no implican necesariamente ganancias para los capitalistas y por ende no son vistas por muchas empresas como viables económicamente, de igual forma la reducción del consumo significa un elemento de crisis evidente.
Y cuando las empresas petroleras invierten en investigación en "energías verdes" lo hacen para ponerlo no al servicio de las necesidades populares y del cuidado ambiental, sino en pos de obtener ganancias de la concentración y el monopolio de estas nuevas formas de energía renovable.
No es casualidad que a décadas del descubrimiento de las celdas fotovoltaicas la mayoría de los países industrializados no hayan aún implementado la energía solar, eólica, etc. Sustituyendo así el arcaico y contaminante petróleo. Año con año vemos en las noticias desastres petroleros en diversas partes del globo, así como métodos de obtención de gas con técnicas tóxicas como el fracking que más allá de envenenar la tierra, dejará sin agua potable a cientos de miles de familias donde se implemente dicha técnica de extracción.
A la lista de desastres naturales hay que sumarle el cambio climático, consecuencia directa de la intervención del hombre (así como de los ciclos naturales del Sol), la devastación de bosques, la generación de altos niveles de metano principalmente por la crianza de ganado vacuno para consumo, la extinción de diversas especies, la contaminación del aire, agua e incluso el espacio, con cientos de miles de componentes basura que representan un riesgo para las estaciones espaciales. A la par de ello, con la producción en masa de aparatos, alimentos y cosas útiles e inútiles para el ser humano, vemos que la desigualdad es cada vez más creciente tanto en los países imperialistas como en aquellos que están oprimidos por estos, hundiendo en la pobreza y la miseria día a día a más gente, como México, donde se estima que una de cada dos personas vive en la pobreza de acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación (CONEVAL) en 2015.
La hipocresía capitalista
Todos los gobiernos hablan del cuidado del medio ambiente y la concientización de sus ciudadanos como si los grandes consumidores de recursos fueran los trabajadores y los pobres, el grueso de la población mundial, cuando los grandes consumidores y despilfarradores de los recursos naturales son las empresas y la clase poseedora del mundo, la burguesía. Vemos que los creadores de las crisis económicas globales no sólo quieren descargar las consecuencias de ello sobre las espaldas de los desposeídos, sino que tratan de demostrar que las consecuencias ecológicas y ambientales son también nuestra culpa. Por eso, si de crear conciencia se trata, hay que discutir también en torno a las terribles consecuencias del sistema económico en que vivimos, y más aún, mostrarles que los mayores causantes de tal devastación y políticas económicas absurdas son ese 1% de la población que utiliza y malgasta el 99% de los recursos que son para todos.
El reloj va cuenta atrás y las posibilidades de un mundo mejor para las generaciones futuras no son nada alentadoras. Si seguimos viviendo bajo un sistema económico basado no en la utilidad de las cosas, sino en la ganancia monetaria que implica venderlas, ese futuro prometedor un día será el cuento que jamás pudo ser contado. Sólo un sistema económico que planifique en qué utilizar los recursos para el interés de las mayorías, sólo un sistema que no base su existencia en la búsqueda de la ganancia y la apropiación privada del fruto del trabajo, y sí en términos del bienestar de las grandes mayorías y que en función de eso organice la producción en armonía con la naturaleza, puede plantear terminar con la devastación y contaminación del planeta.