Este lunes, el presidente de la Confederación de Producción y Comercio dio declaraciones a Cooperativa afirmando que “ya es hora que los abusos de cuello y corbata tengan penas de cárcel duras y efectivas". Esta declaración se da en un escenario de lucha de fuerzas entre la calle y el empresariado, que aún no se da por cerrada.
Martes 3 de diciembre de 2019
En medio de un escenario de incertidumbre para el empresariado nacional, con subidas históricas del dólar, así como marcadores económicos negativos para el pasado mes de octubre, el presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio, Alfonso Swett, afirmó que “ya es hora que los abusos de cuello y corbata tengan penas de cárcel duras y efectivas. A la ciudadanía le cuesta entender que una persona que vende unos CDs en la calle termine siendo quemada en una cárcel, muriendo, y resulta que delitos de cuello y corbata no terminan en la cárcel".
Estas declaraciones se contextualizan en el debate que instaló el movimiento social, el cual a través de movilizaciones en las calles y con históricas huelgas ha sido capaz de poner al empresariado a la defensiva y comenzar a considerar o emitir declaraciones que les permitan mantener “el orden público” y no solamente en las calles, sino también en los lugares de trabajo, donde la dinámica ha sido una serie de batallas parciales, como se vivió con el paso a contrata de más de 300 trabajadores de seguridad, aseo y jardines en la Universidad de Santiago de Chile, la paralización de la línea 119 en Antofagasta, la lucha por la reincorporación de docentes despedidos por movilizarse, entre otros ejemplos.
Swett afirma, respecto a las diferencias en las penas de cárcel: “Eso nos hace muy mal a nosotros como sector, porque no todos los empresarios son así” y hace “un mea culpa (…) de haber visto que estos temas eran importantes y no haberles dado la urgencia suficiente y eso es algo que a mí en lo personal me duele mucho" .
Lágrimas de cocodrilo
Swett deja entrever sus lágrimas de cocodrilo con sus declaraciones "de buena intención y culpa". Esto solo busca maquillar a un empresariado que se ha dedicado a mantener, apoyar y cerrar por arriba el descontento social que se desarrolló en chile, a través del Acuerdo por la Paz, con miedo del potencial que presenta la clase trabajadora en su conjunto para no solo revertir despidos y disminuir la precarización en los momentos actuales, si no que para hacerse parte de la propia producción y desafiar a quienes llevan más de 30 años aprovechándose y generando ganancias a través de la precarización de sus trabajadores.
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