Hijo de desaparecidos, es trabajador de Fate, militante del PTS e integra la Lista Granate del Neumático. Y es candidato a concejal por San Miguel en las listas del FIT Unidad.
Martes 30 de julio de 2019 09:22
"Charly" vive en San Miguel y trabaja en FATE desde hace 8 años, dos de ellos como tercerizado. Su vida como las de muchos que fueron jóvenes en los 90 fue difícil, la desocupación y la precaridad laboral eran moneda corriente. Pero Charly desde muy chico, además de lucharla para ganarse el mango todos los días, tenía otros motivos por los que luchar.
¿Cómo era tu vida de chico?
Me crié con un tío materno, tengo una hermana que era una beba en el momento que desaparecieron mis viejos, pero fuimos criados por separado. Si bien mi tío hizo lo que podía para criarme, el no tener a mis viejos era una constante ausencia que fue difícil ir superando, pero con el tiempo pude transformar esa angustia personal en lucha colectiva.
A los 13 años empecé a ir a una carpintería para aprender el oficio, a fines de la época de Alfonsin. Hacíamos cartucheras de madera, cuadros, porta llaveros y repisas que vendía para poder tener algo de plata ya que no había trabajo para la juventud. Era difícil conseguir laburo y los que por ahí conseguía eran en negro, por muchas horas y con lo que ganaba poco podía hacer.
Si algún joven lee esto ahora quizás sienta que le pasa lo mismo, y eso que ya pasó tanto tiempo. Pero si hay algo que aprendí en estos años es a no bajar los brazos, a no resignarme y a organizarme para pelear no sólo por mis derechos, si no por los de toda la clase trabajadora, los jóvenes, los jubilados, las mujeres.
¿Cómo eran esos trabajos?
Empecé a laburar de vidriero a los 15 o 16 años, eso me marcó porque veía como nos matábamos laburando, mientras Macri gastaba fortunas en su campo de golf de Bella Vista. Durante un año lo rellenaron y luego hicieron el lujoso edificio del club de golf, cuando los que trabajábamos no podíamos comprar ni una bolsa de cemento por lo caro que estaba.
Llegados mis 17 años conseguí trabajo en una fábrica, estaba muy contento porque estudiaba y trabajaba. En ese momento conseguir trabajo costaba mucho y además por el servicio militar que era obligatorio no te tomaban si no eras mayor de 19 o 20 años. Con Menem la fábrica donde trabajaba cerró y me puse a buscar trabajo laburo en infinidad de cosas todas flexibilizado, después en el taller de unos amigos aprendí tornería.
Me compré una máquina de soldar y me puse hacer herrería artística primero en puestos de feria y después alquilé un local y cuando nació mi primer hija tuve que buscar algo más seguro y empecé a trabajar como mecánico industrial, oficio que hoy estoy haciendo.
Cuando entre a trabajar en FATE la antigua conducción del gremio, la Lista Violeta de Pedro Waseijko, nos negó el ingreso de mi hijo que tiene autismo a la obra social. Tuvimos que hacer un Amparo que ganamos y ellos apelaron. Pero no nos dimos por vencidos y volvimos a luchar.
Fue muy traumático porque no solo dependía la salud de mi hijo, si no que sentaría un precedente para que otras obras sociales dejen en total abandono a niñas y niños sin atención. Con mucho esfuerzo logramos vencer esto y mi hijo hoy tiene la obra social.
Me fuí cansando de estas políticas que sostienen que el pueblo tiene que pagar una vez más la gran vida de unos pocos. Como no querer dar vuelta todo de raíz...
Y somos miles los que sentimos lo mismo. Por todo esto decidí militar en el Partido de los Trabajadores Socialistas y estoy muy orgulloso de eso y de mis compañeros y compañeras.
¿Qué sabés de la desaparición de tus viejos?
A los 17 años empecé a averiguar más sobre mis padres, otras versiones que no fueran las de mi familia. A los 20 años pasé por donde vivían mis viejos con mi abuelo y los vecinos me contaban historias con los ojos llenos de lágrimas, de como eran ellos, sobre como ayudaban a la gente y para mí fue impactante, no conocía esa parte de ellos, de su compromiso, su solidaridad.
No se cumplió el cometido de los genocidas de borrar de las faz de la tierra quienes fueron y por lo que pelearon
La lucha por sus padres y los 30.000
Al principio la lucha por los desaparecidos me costó mucho, recuerdo que iba a las marcha a escondidas de mi tío y que lloraba toda la movilización. Fui comprendiendo lo que pasó con la dictadura, cuales eran sus objetivos. Empecé a entender política e históricamente que fue un genocidio de clase, contra la clase obrera en particular, ya que las empresas y su Estado temían que toda esa fuerza organizada de trabajadores y estudiantes les arrebatara el poder y que un cambio social muy profundo de terminar con la explotación y la opresión se desarrolle y extienda.
Conocí a muchos compañeros y compañeras, como Patricia Walsh, que es una de las luchadoras que apoya las candidaturas antirrepresivas que con orgullo llevamos en las Listas del FIT Unidad, Myriam Bregman, Alejandrina Barry, María del Carmen Verdú, Liliana Mazea.
Como ellas, nuestras listas están integradas por compañeros y compañeras que han luchado en forma consecuente e independiente del Estado y todos los partidos patronales desde hace décadas por el juicio y castigo para todos los genocidas.
Para mí es un orgullo ser parte y también creo que es el mejor homenaje que puedo hacerles a mis viejos, a los 30.000 y que es el mejor mensaje que puedo dejarles a mis hijos y a las nuevas generaciones.
Andrea Lopez
@lopez76_andrea Cronista de la sección Libertades Democráticas de La Izquierda Diario, miembro del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos.