El llamado "Carnet de la Patria" es presentado por el gobierno como si se tratara de una política "de inclusión social", en realidad no pasa de ser una grosera impostura que intenta ocultar los tremendos recortes a la inversión social, en nombre de la "revolución".
Miércoles 25 de enero de 2017
El pasado viernes 20 se inició la primera jornada de carnetización promovida por el gobierno de Maduro, proceso de tres semanas que se desarrollará en 24 estados del país, contando con un despliegue costosísimo de 1876 unidades de registro y carnetización, 1804 unidades móviles, con el que se vende la idea de carnetizar 15 millones de venezolanos para darles "inclusión" y " beneficios".
Entre ellos cuentan únicamente las personas con vocerías en Consejos Comunales y Comunas, pertenecientes a las Misiones del Estado, Congreso de la Patria, CLAP, organizaciones de Mujeres, Juventud y Adultos mayores afines al gobierno. Según el parte del gobierno se registraron durante la primera fase de carnetización: 57% mujeres, 32% jóvenes entre 15 y 35 años, y 33% mayores de 55 años de edad.
Maduro en su esfuerzo por vender su producto lo presenta sin detenerse en cursilerías ("la nueva identidad y la nueva cohesión nacional, es un carnet para lo bueno y lo bonito"), demagogia ("todo venezolano que quiera la prosperidad y la felicidad... vengan al nuevo sistema del carnet de la Patria"), y por supuesto cinismo ("El carnet de la patria es para hacer al gobierno más eficiente").
Este carnet cuenta con un sistema que emplea el código QR (Quick response code), que según Maduro le servirá para saber cómo están llegando todas las políticas de Estado al pueblo venezolano. De este modo intenta mostrar el espejismo de que el deterioro de los programas de inversión social son consecuencia de "mala información" que le hacen llegar.
A propósito del empleo de tecnologías QR que permite al gobierno tener una base de datos de este calibre, ya incluso se han manifestado objeciones y temores por parte de direcciones políticas de la coalición oficialista, como es el caso del PCV, quienes han salido a manifestar su rechazo al mismo alegando que este "puede convertirse en un mecanismo de discriminación inaceptable", y exhortan al presidente a reflexionar a esta decisión.
¡Como si se tratara solamente de una medida escasamente meditada! El proceso de carnetización está en marcha, y no es que "puede convertirse" sino que ya es un mecanismo de discriminación inaceptable, desde el propio proceso de carnetización el gobierno comienza a "calibrar" las lealtades!.
Impostura en tres actos
La farsa montada por el gobierno con el "carnet de la patria" escala al menos tres niveles básicos: el primero es el de presentar los derechos de los trabajadores como "beneficios" otorgados por el gobierno, esfumándose décadas de sangre, sudor y lágrimas para conquistarlos, cuando en realidad los "beneficiados" están siendo precisamente los grupos empresariales nacionales y trasnacionales con los que el gobierno se sienta a negociar las políticas económicas a implementarse durante el año.
Como resultado de esas negociaciones, aunado a las enormes dificultades del gobierno para honrar los abultados pagos a los pulpos financieros internacionales, sucede el abandono y deterioro vertiginoso de dichas políticas sociales, que hace varios años no son capaces siquiera de sostener la cantidad de usuarios que presentaba durante la década de "bonanza petrolera" y va en retroceso.
He aquí que se dan las condiciones para un segundo nivel de impostura: la casi segura prerrogativa del gobierno para seleccionar a los nuevos usuarios de las políticas sociales identificados con un carnet, para ocultar con ello los ajustes y precariedad de la inversión social que le caracteriza.
Ya dijimos que este dispositivo no solo le permite al gobierno "calibrar" las lealtades, ¡sino también "premiarlas"!, ya que sería fácilmente un caldo de cultivo para imponer como precondición proscriptiva el carnet para que solo un sector más reducido, pueda gozar de derechos y conquistas que actualmente se ven amenazados por efecto de la crisis económica y los ajustes del gobierno. Es sencillamente grotesco el siguiente nivel de cinismo: presentar todo lo anterior como política de "inclusión".
Sobre la base económica de la escasez de productos, carestía, altísimos y crecientes niveles de exclusión social, Maduro intenta sostenerse en el gobierno con el viejo método ultra burocrático de "’saber’, a quién hay que dar y quien debe esperar" (Trotsky dixit), priorizando solo un sector claramente alineado a sus políticas, atándolos con mil lazos a la "lealtad" impositiva.