Gracias a una ley impulsada por Bachelet, 197 empresas recibieron exenciones impositivas por financiar la visita del Papa a principio de año. El grupo Penta, protagonista del resonante escándalo de corrupción, entre ellas.
Martes 30 de octubre de 2018
Gracias a una ley impulsada por Michelle Bachelet el año pasado, 197 empresas recibieron exenciones impositivas por financiar la visita que el Papa Francisco hizo a Chile a principio de año. El argumento para la escandalosa ley: “la venida del Papa era un gasto necesario”.
¿Un gasto necesario para quien?
La visita de Jorge Bergoglio a Chile a comienzos de este año fue un desastre. La histórica baja convocatoria, dejó al descubierto que la Iglesia Católica se encuentra sumida en una profunda crisis de legitimidad tras los distintos casos de abuso sexual y denuncias que se mantenían escondidas en sus sotanas por altos mandos de la institución. De hecho, según una encuesta de agosto de este año, el 76% de la población chilena desaprueba a la institución.
Fueron $ 6.564 millones los recaudados por distintas vías de donaciones (personas naturales, iglesias, instituciones educativas, etc), y $ 3.845 millones por la vía del beneficio tributario. Entre las empresas beneficiarias se encuentra el grupo Penta, protagonista del resonante escándalo de corrupción que involucra a la derecha.
Lo cierto es que todo ese dineral, para el Estado y los empresarios fue un gasto necesario, que pretendía ayudar a la Iglesia Católica a intentar lavarse la cara utilizando la carta del Vaticano, la que al fin de cuentas no funcionó.
Evidentemente para los empresarios y políticos que gobiernan y legislan para ellos les interesa darle aires nuevos a esta institución medieval, que reproduce una ideología que permite la opresión a las mujeres y a la diversidad sexual.
La Iglesia Católica fue una de las instituciones que más férreamente se negó a la educación gratuita universal en Chile, mientras tiene a 478.806 alumnos en sus dependencias educacionales. Es decir, es una institución que defiende valores que solo benefician a los empresarios y a sus propios intereses.
Es escandaloso que los trabajadores, las mujeres, la comunidad sexodiversa, deban financiar con los recursos fiscales la reaccionaria visita del Papa, en la que entre otras cosas defendió a los encubridores de curas abusadores.
Iglesia y Estado, ¡asunto separado!